El Sevilla ganó 0-3 al Getafe y conquistó el infierno del Coliseum Alfonso Pérez, prácticamente inexpugnable esta temporada, y arrebató la tercera plaza de La Liga a su rival después de ponerse a su nivel en un partido trabado. [Narración y estadísticas: Getafe 0-3 Sevilla]
A veces, para ganar al Getafe, hay que renunciar a un estilo. Eso es lo que hizo el Sevilla, que sin brillo pero con mucha inteligencia bajó de la nube a un equipo que parecía intratable en las últimas fechas.
Los hombres de Julen Lopetegui consiguieron desquiciar al conjunto azulón, acostumbrado a hacer lo contrario con todos los rivales que pasan por su estadio. En esta ocasión, no sirvieron la presión y la intensidad del Getafe, que probó de su propia medicina y cayó con los tantos del argentino Lucas Ocampos, del brasileño Fernando y del francés Jules Kounde.
Con las piernas gastadas por los kilómetros acumulados tras los partidos de Liga Europa que disputaron ambos equipos esta semana, tanto José Bordalás como Julen Lopetegui decidieron gestionar de diferente forma la necesidad de oxígeno para sus jugadores.
El técnico del Getafe, inundado de alabanzas después de doblegar al Ajax 2-0, prescindió de tres de sus hombres clave para darles descanso. Jaime Mata, el uruguayo Mauro Arambarri y el central Xabier Etxeita, desaparecieron de la alineación. Entraron el nigeriano Oghenekaro Etebo, Chema Fernández y Jorge Molina.
Mientras, Lopetegui dio continuidad a casi toda su alineación. Los mismos que empataron en Rumanía ante el Cluj, excepto el lesionado Sergio Escudero, sustituido por Sergio Reguilón, salieron al césped del Coliseum Alfonso Pérez para intentar sumar una victoria importantísima en la pelea por la Liga de Campeones.
Con menos cambios, el Sevilla carburó mejor. Por lo menos, en la primera parte, en la que el Getafe no consiguió que su presión asfixiante funcionara como siempre. Los gladiadores de Bordalás, muy intensos, llegaron un centímetro tarde a casi todos los balones. Apenas robaron la pelota en el último cuarto de la cancha y las ocasiones brillaron por su ausencia.
Sin embargo, esa ventaja defensiva que adquirió el Sevilla, no la supo aprovechar en ataque. Aunque en ocasiones consiguió despegarse de la presión de su rival, no creó el suficiente juego como para inquietar al equipo de Bordalás.
Hasta el tanto de Ocampos, sólo pudieron probar a David Soria a través de un par de ocasiones a balón parado. La más clara fue para el brasileño Fernando Reges, que remató con un balón dentro del área que salvó con las rodillas el portero del Getafe.
Mientras, el conjunto azulón sólo probó al checo Tomás Vaclík con un tímido disparo de Etebo desde lejos. Fue el único intento del Getafe entre los tres palos a lo largo de un primer acto que murió a favor del Sevilla gracias a un fallo del nigeriano.
En contra de la filosofía del juego de su equipo, Etebo, a falta de un minuto para el descanso, se enredó dentro del área hasta resbalarse. No pegó un pelotazo para sacar la pelota, quiso jugarla, se frenó y acabó en el suelo. Reguilón, muy hábil, robó el balón para colocarlo en los pies de Ocampos, que marcó a placer el único tanto de la primera parte.
Parecía que esa era la única forma de conseguir un gol en el Coliseum. En medio de la espesura, un fallo podía decantar el duelo. Y así fue, por lo menos en el acto inicial, en el que Ocampos sacó petróleo para aventajar al Sevilla.
En la reanudación, Bordalás movió el banquillo. Sacó del campo al brasileño Deyverson Silva, desaparecido en combate en la primera parte, para dar entrada a Ángel Rodríguez. Lopetegui, obligado por una lesión de su portero, cambió a Vaclík por el marroquí Yassine Bono.
Con ese intercambio de cromos, más la aparición de Arambarri por Etebo a los diez minutos de la reanudación, el partido volvió a la casilla de salida con los mismos argumentos. Atascos en todas las parcelas del juego, poco fútbol y mucha intensidad en ambos bandos.
Al final, esa fue el mejor arma para el Sevilla. El Getafe, por detrás en el marcador, suele perderse en sus propias trampas. Por delante, sabe echarse atrás a la perfección y apuntillar a sus rivales. Al revés, con las líneas adelantadas y con la responsabilidad de llevar la manija del juego, se pierde.
Además, Lopetegui fue listo. Aplicó el veneno que Bordalás da a sus rivales y se convirtió en una medicina para el Sevilla, que no dudó en perder tiempo cuando pudo, alargar sus saques de banda y de portería y hacer todo lo posible por jugar poco.
Y, con el Getafe desesperado, llegó la jugada que acabó con cualquier atisbo de remontada para el cuadro azulón. Suso Fernández sacó una falta con maestría, el holandés Luuk de Jong prolongó la pelota dentro del área y Fernando aumentó la renta de cabeza.
Ahí se acabó todo. El Getafe, definitivamente, hincó la rodilla. No tenía ningún argumento para doblegar a un equipo que bajó al barro para asaltar el Coliseum. El tercer gol de Kounde fue una anécdota. Se veía venir. El Sevilla, al contrario que el Ajax, supo jugar ante un rival incómodo poniéndose a su nivel. Triunfó y le arrebató la tercera plaza. Y, ya de paso, rompió una racha de tres partidos de Liga sin ganar.