Todo el mundo quiere dar una respuesta a la pregunta de cuándo volverá el fútbol. Antes habrá que dar respuesta a cuándo se podrá volver a salir a la calle o cuándo se volverá a trabajar presencialmente y, sobre todo, en qué condiciones. El deporte sigue en un segundo, tercer o cuarto plano, pero la economía comienza a apretar a los clubes y eso implica que mucha gente de a pie se verá afectada por esta circunstancia.
UEFA dio un paso importante la semana pasada cuando canceló los partidos de selecciones y allanó el terreno para que las competiciones puedan regresar a partir del mes de junio y mostró su predisposición para que en agosto se puedan jugar la Champions y la Europa League. En lo que todos coinciden es que la 2019/2020 se terminará sobre el césped sea antes o después.
Parece que FIFA va a extender la temporada indefinidamente, otro paso que se debe dar para que se cumpla con el regreso cuando sea. Con la preferencia de que sea ese mes de junio el momento en el que regrese la competición, hay otras fechas que están sobre la mesa aunque se incida sobre la anterior porque a todo el mundo le interesa que vuelva cuanto antes.
Iker Casillas abrió este domingo un nuevo melón proponiendo el mes de enero del 2021 como el momento para empezar la nueva campaña y comenzar con una tendencia para que, desde ahora, las temporadas sean en año natural. Además, se apoyaba en la idea de que el próximo Mundial se celebrará en noviembre de 2022 en Catar y esta sería una forma de adaptarse a esta circunstancia.
Pero el archivo que no se ha abierto aún es el del mes de septiembre. Es lógico que se apueste por el optimismo y, por ejemplo, saliera Javier Tebas rápidamente a explicarle a Casillas por qué no era una buena idea su planteamiento. Pero la posibilidad también está sobre la mesa y, aunque a los aficionados al fútbol les tocaría esperar un poco más para poder volver a ver deporte en directo, tendría unas ventajas y algún inconveniente más.
Prevenir los contagios
Entre junio, julio, agosto y septiembre, una de las grandes ventajas de volver en el último de los meses citados es que se ganará tiempo donde habrá muchos avances contra este virus y la situación estará más controlada. Una de las principales preocupaciones, sobre todo para AFE, es que los jugadores se puedan contagiar en uno de esos partidos.
Sin certezas por el momento, la realidad es que la vuelta de la competición en septiembre minimizaría ese riesgo. Esta idea sería más que bien vista por el sindicato de los jugadores, partiendo de la base de que sería más seguro terminar la presente temporada y, con ello, poder asegurar a los clubes todos esos ingresos que están en riesgo con la temporada paralizada.
¿Con público?
Otra de las grandes ventajas que podría tener este regreso a la competición en septiembre sería la posibilidad de que la gente pudiera estar en las gradas. Si el fútbol vuelve en junio, será casi imposible que haya público en los estadios. Aunque, por ejemplo, en Inglaterra están forzando a los tenedores de los derechos de la Premier para que dejen en abierto más partidos para que todo el mundo pueda tener acceso, la realidad es que el fútbol sin aficionados tiene menos sentido.
Además, con aficionados en las gradas, aunque no sea con llenos en los estadios, los clubes también se asegurarían las inversiones de los abonados en vez de tener que devolver todos esos importes. La normalidad en el fútbol, como en el resto de aspectos de la vida, va a tardar en recobrarse, pero este sería un importante paso.
Evitar problemas jurídicos
Uno de los principales motivos para querer acabar con la temporada es que, se tomara la decisión que se tomara una vez que se anunciara la cancelación de la 2019/2020, habría quejas. Si se proclama un campeón, habría una protesta del segundo. Si se clasifican cuatro equipos para la Champions, mostraría su descontento el quinto.
Asegurar que la temporada tendría fin en el mes de septiembre tranquilizaría a todos y le evitaría muchos problemas jurídicos a los organismos responsables de las competiciones de cada país.
La próxima temporada
Pero si ponemos en una balanza los pros y las contras, estas últimas seguramente pesen más. El hecho de volver a competir en septiembre supondría que la 2020/2021 no pudiera empezar en las fechas previstas. Como todos los años, esta temporada tenía su inicio previsto para agosto, algo que será imposible se retome en el momento en el que se retome.
La Liga necesitaría un mes para terminar haciéndolo de forma rápida, seguramente dos para hacerlo a un ritmo más calmado. En cualquier caso, sería muy difícil acoplar un calendario empezando la siguiente campaña en el mes de octubre o noviembre y terminando antes de junio. No hay que olvidar que la Eurocopa comenzará a mediados de ese mes después de su aplazamiento.
Más problemas económicos
Esta cuestión abriría un nuevo frente en el problema de los derechos televisivos del fútbol. La mayoría de las ligas, por no decir todas, tienen firmados los acuerdos para la próxima temporada. Este documento incluye las 38 jornadas de Liga, en el caso español. Por lo que todas esas propuestas de jugar una sola vuelta se caerían por su propio peso ante estos contratos.
Si las pérdidas que ya se estimaban para esta temporada podrían ser críticas, sumar algún inconveniente con estos ingresos podría ser la puntilla para la viabilidad de algunos clubes.
El mercado de fichajes
Aunque parece que FIFA está cerca de solucionar el problema de los contratos de los jugadores que acaban este próximo 30 de junio, quedará por resolver cuándo y de qué manera se abrirá el mercado de fichajes.
No sería muy ético que los clubes pudieran fichar jugadores para una temporada ya en curso, ni sería lógico que los equipos incorporaran a un futbolista que no pueda jugar porque no podrían ser inscritos.