Hay dos velocidades en el fútbol español de cara a la vuelta a la normalidad de la competición. Los clubes están poniendo todo de su parte para que se regrese y, superados los problemas personales entre Federación y LaLiga, solo hay un sector que está ralentizando los acuerdos para que pueda regresar la acción. Cada día hay una declaración nueva de futbolistas que se niegan a aceptar los términos propuestos sin una completa certeza de que no se van a contagiar.
Fali, el jugador del Cádiz, ha sido la voz más crítica llegando a decir hasta que dejaría el fútbol si le obligasen a jugar en estas condiciones. Después, futbolistas de primera como Rafinha Alcántara, Sergio Escudero y más profesionales de la Segunda División han mostrado su contrariedad ante esta vuelta. Mientras otros sectores económicos recuperan poco a poco la normalidad, los protagonistas del 1,4 por ciento del PIB español ponen trabas para regresar a la acción.
Después de conocer el protocolo de LaLiga para regresar a los entrenamientos, los jugadores no ven bien que tengan que concentrarse durante tanto tiempo. Parece que aceptan esas primeras fases con las que comenzarán a trabajar otra vez en solitario en las ciudades deportivas, el problema llega cuando esté más cerca el regreso de la competición, donde se tendrán que someter a vivir en un hotel con el resto de sus compañeros alejados de sus familias para garantizar que no se contagien.
Estas pretensiones de los profesionales puede suponer un parón aún mayor de cara a retomar la acción, incluso bajo la amenaza de negarse a jugar. Algunos capitanes están trasladando esta idea a la Asociación de Futbolistas Españoles. Los futbolistas sienten que se les ha dejado de considerar personas también y que se les está negando el derecho a tener el mismo miedo que cualquier otro trabajador.
Un positivo y fuera
LaLiga parece que cederá con la cuestión de las concentraciones largas, pero el problema sanitario seguirá existiendo. La patronal está buscando una vía para que los futbolistas puedan estar en sus domicilios durante la fase tres y la fase cuatro del protocolo, pero eso supondrá hacer más test para comprobar que sus familias tampoco están contagiadas.
Ningún sector económico puede asegurar que no haya riesgo al contagio más allá de dar todas las facilidades para seguir las recomendaciones de las instituciones sanitarias. Por ahora no se puede someter a toda la población a test, dejando a un lado si la gestión ha sido buena o mala con respecto a este asunto, por lo que los trabajadores que han vuelto al trabajo tras el último levantamiento del confinamiento extremo no están libres de ese riesgo.
De hecho, según los protocolos tendrían acceso a test de forma periódica, disminuyendo ese peligro al contagio por contacto. Este privilegio ha levantado ampollas entre la población, aunque las autoridades remarcan que si los clubes tendrán acceso a estas pruebas, es porque habrá suficientes para el resto de la ciudadanía.
En cualquier caso, el sindicato tiene clara la condición más importante para el regreso del fútbol tras la crisis del coronavirus: si hay un solo positivo de un jugador durante el transcurso de lo que resta de competición, se parará por completo. Ningún jugador seguirá jugando. Esta es la premisa que quieren imponer en todos sus sindicados y puede ser una fuerte disputa con los clubes, que son los que les pagan.
La situación de AFE
El hecho de que AFE se haya quedado fuera de los Pactos de Viana ha supuesto una traba más porque se han mostrado muy molestos con esta cuestión. La foto en la que se enterró el hacha dentro del entorno de la guerra Rubiales - Tebas no incluía a David Aganzo. Esto se ha entendido como que los grandes protagonistas de este deporte, los futbolistas, se han quedado fuera de la toma de decisiones.
Pero el mayor problema que tiene AFE es la división entre los propios capitanes, no hay una unanimidad entre los jugadores y también desconfían del sindicato por tener algún interés más con LaLiga que desconocen. Algunos capitanes entienden que Aganzo puede estar negociando con su salud por aceptar, supuestamente, que pudieran jugar cada 48 horas para acabar rápido la temporada.
Esta falta de confianza podría impedir llegar a consensuar la idea de paralizar la competición. Pero la realidad es que cada día hay más jugadores que piensan que se les está usando de conejillos de indias, algo que está haciendo peso en la balanza de poner esa premisa en la negociación de los protocolos para el regreso de la competición.
Este mismo protocolo que ha trasladado LaLiga a Federación y AFE, aunque estos dos organismos han hecho los suyos propios, indica que el protocolo a seguir si un miembro de un equipo, ya sea jugador o cuerpo técnico, es aislarlo y hacerle pruebas a toda la plantilla; en ningún momento se dice algo de paralizar la competición.
Ejemplos del exterior
Alemania está dando pasos agigantados para el regreso a la normalidad y los jugadores, en cambio, están dispuestos a volver aunque el confinamiento siga en pie después de las palabras de Thomas Muller. El delantero germano ha declarado en BILD este miércoles que está dispuesto "a jugar mientras siga el confinamiento". El del Bayern entiende que hay muchos intereses que hay que preservar y cree que es una forma de dar ejemplo a la sociedad.
Con todos los equipos ya trabajando y recibiendo la aprobación de los lander alemanes, solo queda que el gobierno central certifique que desde el próximo mes el país germano pueda volver a tener fútbol, aunque sea a través de la televisión.
[Más información: La AFE insiste que las decisiones sobre La Liga deben ser consensuadas con los jugadores]