Tras la primera jornada de Liga después de tres meses de parón, el protocolo sanitario para el fútbol español ha dejado algunas dudas y la sensación de que es imposible cumplirlo al cien por cien. Desde el pasado jueves, cuando se reanudó la competición de Primera División con el Sevilla - Betis, se han sucedido varias escenas que se deberían evitar y que van en contra de lo que establece el protocolo.
El protocolo viene trayendo de cabeza a LaLiga desde que empezaran los entrenamientos. Las medidas son muy estrictas, pero ya antes de que comenzara la competición empezó la polémica. Las famosas barbacoas, fiestas en piscinas o cenas en las que estaban involucrados futbolistas de Primera iban en contra de lo establecido por la patronal.
Cuatro jugadores del Sevilla (Franco Vázquez, Ocampos, Banega y de Jong), uno del Atleti (Saponjic), uno del Getafe (Maksimovic), uno del Madrid (Jovic) y otro del Barça (Semedo) han sido los señalados.
Fallos en el protocolo
Ahora con el regreso de los partidos se han dado más escenas contrarias a lo que indica el protocolo, aunque en muchas de ellas con la sensación de que son difíciles de controlar por los protagonistas. Estas son las que no se han cumplido o no se han seguido su recomendación en la jornada 28, tal y como aparecen fijadas en el protocolo de La Liga.
Los jugadores tratarán de evitar o minimizar el contacto físico en las celebraciones
Prácticamente en todos los partidos se ha visto a los jugadores abrazarse cuando hacían un gol al rival. Se vio en Anoeta, en el Di Stéfano, etc. Hay que hacer el inciso de que en algunos casos las celebraciones se han limitado a saludos con el codo o similares para minimizar el contacto físico, pero en otros no.
Celebrar con abrazos un gol no acarrea sanciones, pero esta medida se ha convertido en una muy difícil de cumplir en el instante posterior a un gol. ¿Se seguirá repitiendo esta escena? ¿Tendrán más cuidado los futbolistas en ocasiones venideras?
Los jugadores mantendrán con el árbitro en todo momento de diálogo la distancia mínima de seguridad (2m)
Otra medida o recomendación del protocolo que se ha convertido en muy difícil de cumplir para los jugadores. Ha habido protestas a los colegiados a menos de la distancia establecida e, incluso, los propios árbitros también han olvidado en ocasiones respetarla. El mejor ejemplo, seguramente, se vio con Mateu Lahoz en el derbi sevillano.
Todos los integrantes del banquillo permanecerán con guantes y mascarilla, a excepción del primer entrenador
Banquillos en las gradas, cuatro asientos de separación aproximadamente entre cada jugador y estos con mascarillas y guantes. El único que no necesita mascarilla es el primer entrenador, que sí estará en el banquillo propiamente dicho junto a otros integrantes de su cuerpo técnico, separados respetando la distancia de seguridad.
La polémica se vivió también en el derbi sevillano. Tras el pitido final, Lucas Ocampos, que fue uno de los artífices de la victoria del Sevilla, se quitó la mascarilla y la lanzó al césped mientras se iba corriendo a celebrar con sus compañeros, con los que se abrazaba. Las cámaras le captaron. En otras ligas, para evitar estas situaciones, no están obligando a los jugadores a llevar mascarillas en las gradas.
No se completará ningún tipo de saludo con contacto físico con compañeros, jugador adversario y/o profesional de ambos staff
Está cancelado todo tipo de acto protocolario y pasamanos al comienzo del partido, pero otra vez en el derbi sevillano se vio a Lopetegui y Rubí dialogar entre ambos sin mascarilla ni respetar el distanciamiento antes del pitido inicial. La salida al campo de los jugadores sigue el protocolo habitual.
Fans en las inmediaciones... y un espontáneo
Pero, además, se han visto dos escenas que van en contra de las recomendaciones sanitarias: la acumulación de aficionados del Sevilla en las inmediaciones del Sánchez Pizjuán a la llegada de los autobuses al estadio y el salto de un espontáneo durante el Mallorca - Barcelona al césped de un Son Moix a puerta cerrada.
Lo que está claro es que el protocolo abarca todas las situaciones y tiene minuciosas y estrictas medidas para reducir al mínimo situaciones de contagio. Desde los traslados, hasta el momento de saltar al campo o retirarse de él en el descanso y al final del encuentro. Todo está estudiado, también las zonas en las que se divide el estadio y la existencia de gel por todos sitios. El problema es cuando la responsabilidad tiene que ser tan grande que a los futbolistas u otros implicados se le olvida. Ahí es donde el protocolo deja dudas.
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