El Barcelona tiene que hacer caja antes de entrar en el mes de julio. En total, necesita ingresar 70 millones de euros en cuestión de ventas y parece que ha acelerado para dar con el dinero que necesita. Si varios eran los candidatos para salir vendidos, parece que la suma se alcanzará con dos de ellos. El primero podría ser Todibo, central que ha estado cedido en el Schalke y pretendido por equipos de la Premier League. El segundo, para sorpresa de muchos, es Arthur Melo.
Arthur saldrá y dejará una buena cantidad de dinero en las arcas del Barça. Costó 31 millones cuando en julio de 2018 le fichó la entidad azulgrana y ahora se irá por un valor superior. Desde Italia ya señalan que el jugador ha aceptado su traspaso a la Juventus, pese que al principio era reticente, y negocian ya las dos partes las condiciones del contrato. A su vez, la entidad bianconera prepara la oferta definitiva que enviará al Barcelona.
Si bien el motivo es que el Barça necesita hacer caja, el trasfondo de esta venta es una futura incorporación que cerrarán los culés: la de Miralem Pjanic. El centrocampista bosnio, que hace cuatro años aterrizaba en Turín, es el deseado por el Barça para reforzar su medular la próxima temporada. Se trata de un futbolista al que han querido todos en los últimos años, entre ellos el Real Madrid, y que ya quería cambiar de aires.
Se trata de un intercambio a fin de cuentas entre Juventus y Barcelona, aunque se realizarán las operaciones por separado. La tasación de Arthur podría estar en 80 millones de euros, como señalaban en Italia, mientras que la de Pjanic sería de 10 'kilos' menos, 70 millones.
Pjanic para renunciar al futuro
¿Qué gana y qué pierde el Barça con esta operación? Gana un futbolista de talla mundial, aunque no ha llegado a cumplir todo lo que se esperaba. El problema es que lo hace a costa de desprenderse de una de sus figuras con más futuro actualmente. Arthur solo tiene 23 años y ya ha demostrado que puede ser un futbolista importante dentro de unos años. Pjanic, con 30 años ya cumplidos, será un refuerzo de efecto inmediato.
Y es que este intercambio se entiende dentro del marco de la que parece ser la apuesta del Barcelona: el presente. O, mejor dicho, lo que dure Leo Messi. Porque el astro argentino ha cumplido 33 años este miércoles y aunque vaya a renovar su contrato, que ahora acaba en 2021, no le queda mucho tiempo. Y en el Barça duele que en la era Messi no se haya podido recortar con el Real Madrid la diferencia en Champions League, que desde 2018 está en 13 de los blancos y 5 de los azulgrana.
La obsesión de Bartomeu
En el Barça entienden que a corto plazo será más fácil cumplir el objetivo de ganar la Champions con Pjanic que con Arthur. Decisión lógica de presente, pero que va en contra del futuro proyecto culé. Porque el Barcelona también está obligado a mirar a lo que vendrá después de Leo y Arthur era un jugador que podía dar mucho. Pero la obsesión de Josep María Bartomeu es conquistar otra Champions con Messi, aunque su mandato en la presidencia vaya a acabar en verano de 2021.
Sacarle rentabilidad a Messi antes de su adiós o su retirada a costa de hipotecar el futuro. Las decisiones de Bartomeu van en esa línea porque, además, parece que un fichaje como el de Lautaro Martínez, un talento con mucha proyección de futuro y que se combinaría bien con Messi, no podrá hacerse este verano.
Bartomeu se lo juega todo a una carta, la de Messi, y a corto plazo. Su herencia será de dudosa valía si ni este año ni el que viene se alza la Champions. Tremendo papelón tendrá entonces el que coja los mandos de un club ya de por sí condicionado por las cuentas y los altos salarios que cobran sus jugadores.
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