No estoy bromeando. Terminada su etapa gloriosa con Guardiola, el Barcelona de Messi se imponía en España, pero iba dando tumbos por Europa. Para cualquier observador imparcial, la labor del argentino en este ámbito ha sido discreta, arrastrando tras de sí a un club que intentó fichar un entrenador tras otro a gusto del astro sin conseguirlo. La evolución del fútbol hacia equipos totales y dotados de gran capacidad atlética no parecen encajar con el declive de un jugador criado con caprichos y privilegios.
Desde que Puyol, Xavi e Iniesta fueron alejándose del club, la figura de Messi se empequeñeció, casi como le ocurre con la selección argentina. Con la excepción de la conquista de 2015, en las últimas nueve -repito ¡nueve! - eliminaciones del Barça en la Liga de Campeones, el argentino ha sido un estorbo más que una estrella, un andarín que solo marcó en un partido de ¡diecisiete! y que, en alguna ocasión, apenas se movió algunos metros más que su guardameta. Pobre rendimiento para quien el club se pone a sus pies.
Ausente la columna vertebral de la selección española, Messi fue incapaz de liderar a su equipo en las grandes ocasiones. Mientras el Real Madrid sumaba una Champions tras otra, los azulgranas se tenían que conformar con la Liga española y con las virguerías del argentino, las que en casi un decenio regaló con cuentagotas en el más alto nivel: la Copa del Mundo y la Liga de Campeones se le atragantan.
Mientras, se convirtió en un quebradero de cabeza para los entrenadores, al tiempo que se adueñaba del club y sus decisiones. Tanto, que su compatriota el 'Tata' Martino le espetó en un entrenamiento, "ya sé que usted es el que manda aquí, pero no es preciso que me lo recuerde todos los días".
Hace un par de años, al menos, que el Barcelona necesitaba alumbrar un equipo moderno y joven. Leo se convirtió en un estorbo sin pretenderlo, en una figura deslumbrante que ocultaba la realidad de la entidad, inmersa en las glorias del pasado más que en una visión de las necesidades del futuro. El problema sin solución acerca de cuándo relevar a los mitos se le atragantó también al Barcelona.
Ahora se le abren las puertas de par en par para una renovación acorde con los tiempos. Koeman ya lo dijo bien claro desde el principio: me gusta la disciplina. Las excepciones no están en su manual y eso le suena raro a un jugador que siempre ha sido la Excepción. Esa frase de que "con su calidad encontrará un sitio en la renovación", suena más a una enmienda del pasado que a una aceptación del status del que Leo Messi siempre dispuso.