Leo Messi se queda. Sí, por el momento y solo hasta 2021. Lo hace obligado por una cláusula que el argentino entiende de una forma y Bartomeu de otra. El espíritu del contrato era que pudiera decidir cuándo y cómo abandonar el club azulgrana, sin embargo el presidente culé no cumplió su palabra y, al final, terminará su mandato en marzo sin ser el que echó a Messi. Al menos de facto.
En cualquier tipo de relación comercial, como es la del Barça con Messi, el quedarte donde ya no quieres estar es el prólogo de los problemas que vendrán después. Suele decirse que los futbolistas juegan donde quieren y es que cuando comienzan a golpear la pelotita sin ganas es mejor vender y, al menos, meter dinero en la hucha.
Messi seguirá en el Barça cobrando más de 100 millones de euros brutos. Vamos, que tampoco hay que tener lástima por él. Y a partir de enero empezará ya a cerrar la que será, con casi total seguridad, su salida en el verano de 2021.
Durante años se ha dicho que "Messi tiene secuestrado al club". Ahora parece que es distinto y es el Barcelona el que tiene rehén al '10'. Una relación tóxica donde ninguno sale ganando. Messi y el Barça ahora solo se hacen daño. Podrán tener algún roce y momento de amor furtivo, pero todo acabará en resaca y en una nueva decepción al poco tiempo.
Además, Koeman no parece el mejor para mimar y llevar con mano izquierda a Messi. Hablamos del entrenador que sacó de quicio al mismísimo Joaquín. Su fuerte nunca ha sido las relaciones personales y, precisamente ahora, eso es lo que más necesita deportivamente el Barcelona tras la decisión obligada de Leo.
Dinamita en una vestuario que puede estallar en cualquier momento. Y eso que no ha comenzado la temporada. Que Messi se quede es un mal negocio, ya que esto significa que el Barça se queda sin dinero para realizar una reconstrucción que se tendrá que comer el que venga detrás de Bartomeu. Una deuda millonaria y sin proyecto deportivo, la herencia que el bueno de Josep María deja a su sucesor.
El futuro del Barça
En horas, los Pedri, Riqui Puig y Ansu Fati pasarán la liderar la 'revolución' del Barça. Tiempos duros los que se avecinan en el club azulgrana y es que tres semanas después del 2-8 contra el Bayern no ha habido ni un solo fichaje. Tampoco pueden ilusionar los 'nuevos' objetivos culés. Los Wijnaldum o Memphis distan mucho de ser jugadores para liderar a todo un Barcelona. Quizá es que vuelven 'Los Borgarde' y la 'gaspartrización' de Bartomeu sea el último servicio del presidente al Real Madrid.
Porque para el Real Madrid todo son buenas noticias. El máximo rival azulgrana en LaLiga se frota las manos. No es para menos. Messi se queda a disgusto, bloquea la renovación de la plantilla y en el ambiente ya sobrevuela un tufillo guerracivilista en los próximos meses marcado por las elecciones y el futuro de Leo lejos del Camp Nou.
Ronald tiene trabajo, pero será difícil que llegue a marzo. De hecho, acabar la temporada ya sería una victoria para el holandés. Porque nadie duda que el nuevo presidente, ya sea Font, Laporta u otro, traerá bajo el brazo un nuevo técnico. Al igual que Setién, Koeman tiene puesto el cartel de interino antes de comenzar. Y ya vimos cómo acabó Quique, empotrado por el Bayern en los cuartos de final de la Champions.
[Más información: Cristiano y Messi: las diferencias entre el Real Madrid y el Barcelona]
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