Los clubes tanto de fútbol como de baloncesto han recibido de forma amarga la noticia sobre la ausencia de público en los estadios. Aunque de momento la sentencia no será para toda la temporada, todos coinciden en la sensación de que será así hasta que acabe la 2020/2021. Y esto ha afectado muy negativamente a las previsiones económicas. Si el año ya obligaba a apretarse el cinturón, estas entidades empiezan a ver como no hay más orificios para ajustar la hebilla.
El rompecabezas que comenzaron los clubes cuando la pandemia paralizó el mundo sigue poniendo trabas a la hora de hacer cuentas. Muchos equipos habían incluido en las previsiones económicas de la temporada que en algún momento del año iban a poder ver público en las gradas de nuevo. El deseo que en verano parecía que iba a hacerse realidad desde el inicio de la nueva campaña se ha ido diluyendo hasta la noticia que surgía esta semana.
El pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), presidido por Salvador Illa, donde participan los consejeros de cada una de las comunidades autónomas, aprobó un nuevo acuerdo que prohibe que haya público en los distintos estadios de fútbol y canchas de baloncesto de carácter profesional hasta nueva órden. La situación de la pandemia no para de recrudecerse y las cifras no invitan a pensar que la situación vaya a dar la vuelta rápido.
Todo esto después de que durante algunos partidos se ha podido ver público en la Euroliga de baloncesto. La máxima competición continental deja un número limitado de aforo y el hecho de que las competencias estuvieran disgregadas por comunidades hizo que Valencia Basket o Baskonia disfrutasen de una parte de sus aficionados. Esta situación se replicó para los equipos que juegan la Eurocup.
En fútbol no se pudo ver, aunque la Champions y la Europa League también lo permiten. En cambio, esta semana pasada la Federación permitió el acceso a 800 personas a La Cartuja para ver a la selección femenina disputar un encuentro de la fase de clasificación para la Eurocopa de 2022 frente a la República Checa. Tiene pinta de que será la última vez que veamos público en mucho tiempo.
El caso del Barça
La mayoría de ellos incluían en los presupuestos que asumían de cara al año que en algún momento de la temporada iba a haber público. El ejemplo es el Barça que había enfocado su recuperación en que en el primer partido de Champions iba a poder incluir 1.000 espectadores y que estas cifras iban a ir creciendo progresivamente durante los tres choques que afrontarían en el Camp Nou. Todo esto contaba con el beneplácito de la Generalitat.
En un primer momento, según ha comentado el responsable de deportes de la Generalitat, el Barça estableció "un escalado de espectadores" que iba de los 1.000 aficionados hasta los 10.000, pasando por 3.000 y 5.000. Esta semana pasada daban luz verde a que el Barça - Juventus del 8 de diciembre se jugara con 5.000 personas, pero la nueva orden impedirá que esto se produzca. En Italia ya jugó este pasado miércoles sin público, pero en Kiev seguramente sí que vean gente en las gradas.
Si el club ya estaba viendo antes de la salida de Josep María Bartomeu que tendría serios problemas para cuadrar las cuentas de esta temporada, con esta noticia el recorte salarial que tendrá que acometer la gestora y la nueva Junta Directiva tendrá que ser mayor. Es difícil creer que el conjunto culé pueda presentar unos ingresos que lleguen a los 791 millones, la previsión que han hecho, con la situación coyuntural por la que pasa el fútbol. Este año ya vieron como los 1.047 millones que presupuestaron se quedaban en 855.
Peor es que esta expectativa incluía que el público regresara a los estadios en este mes de noviembre que recién se ha estrenado. No solo se conformarían con que volviera una parte del público, también esperaban que el cien por cien del aforo llegara en febrero de 2021. Esta noticia no se puede dar aún por hecho que no pasará. Pero, sin fecha para conocer cuando volverá a estar esta posibilidad abierta, es difícil pensar que la situación mejorará tanto como para que los estadios se llenen en tres meses.
El impacto
El colchón que clubes, organizaciones y jugadores se han encargado de poner para que el batacazo económico no fuera tan grave se empieza a quedar pequeño. La crisis no parece haber alcanzado su cota más alta, aunque el golpe quedase ya atrás en el momento en el que regresó la acción tras la pandemia. Las consecuencias azuzan tanto que solo los que han gestionado bien este problema podrán sacar la cabeza antes. Es un motivo para entender las políticas austeras de algunos equipos.
De media, el ticketing y todo lo referente a los días de partido supone un 17,5 por ciento del presupuesto de los clubes de La Liga, una cifra que aumenta para los clubes de Segunda, y lo mismo para la Liga Endesa. Un nuevo palo económico que se sumará al que se prevé por el fin de la publicidad en las camisetas, a las renovaciones a la baja con las empresas y a la reducción de los premios por los campeonatos.
Las competiciones van a necesitar paliar a base de ayudas o planes de préstamos si no quieren ver cómo el nivel de sus equipos baja. Esta semana pasada analizábamos en EL ESPAÑOL cómo estaban pidiendo ayuda las competiciones. Si bien es cierto que LaLiga es una de las que mejor estado presentaba, la situación no es para echar cohetes. Más de lo mismo le pasa a una Liga Endesa que tuvo que hacer una importante apuesta para terminar la temporada pasada.
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