Hay jugadas que no gusta ver dentro del terreno de juego. Una de ellas ha tenido lugar este sábado, en el trascurso de la jornada 22 de La Liga, en el Sánchez Pizjuán. Cuando se jugaba la segunda parte del Sevilla - Getafe, una fea entrada de Djené sobre Ocampos acabó dejando a los azulones con diez y al conjunto hispalense sin uno de sus mejores jugadores.
Entrada al tobillo de Ocampos con los tacos que en primera instancia no consideró de roja Martínez Munuera, pero el VAR, nada más revisar las imágenes avisó al colegiado principal del encuentro que la acción era merecedora de expulsión y que debería revisar la acción en los monitores. Si bien Djené tocó balón, después pilló el tobillo del jugador del Sevilla de lleno.
Nada más ver la secuencia al completo, Martínez Munuera expulsó a Djené, mientras Ocampos seguía tendido sobre el césped. El futbolista ocultó el rostro con sus manos, ante el dolor y las lágrimas que corrían por su cara. Las asistencias médicas entraron al terreno de juego de inmediato para acomodar al jugador en la camilla y poder sacarle así del campo.
Falta de Djené sobre Ocampos, en el Sevilla - Getafe de la jornada 22 de La Liga
Entrada de Djené sobre Ocampos, en el Sevilla - Getafe de la jornada 22 de La Liga
El pisotón de Djené a Ocampos, de cerca
A falta de la confirmación del alcance de la lesión, las sensaciones no eran positivas en el Sánchez Pizjuán. Esta acción llevó la tensión también a las bandas, donde se produjo un altercado que acabó con otras dos tarjetas rojas de Martínez Munuera, una para cada banquillo.
Tensión en los banquillos
Julen Lopetegui fue hacia el banquillo del Getafe gritando, a su encuentro salieron varias personas para detenerle y mandarle de vuelto a la zona del Sevilla. Pero Bordalás no se quedó atrás e hizo lo propio: irse enfurecido contra Lopetegui. Tampoco este logró acercarse, pero Martínez Munuera no dudó en mostrarles la roja a uno y a otro.
Ambos tardaron en abandonar la zona técnica. Lopetegui, de hecho, estaba sentado en su banquillo, entendiendo que ninguna de las rojas era para él. Con cara de sorprendido, y de pocos amigos, el de Asteasu acabó sentado en la grada, teléfono móvil en mano.
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