José Mourinho fue, es y será uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Eso es algo que el portugués ha conseguido a base de mucho esfuerzo durante todos los años de su carrera deportiva. El de Setúbal va a ser recordado para siempre por la enorme cantidad de títulos que ha ganado, pero también por su estilo y su personalidad inconfundibles.
Por algo se le ha conocido siempre como 'The Special One', porque nunca deja a nadie indiferente, porque tiene un aura especial distinta al resto, porque es capaz de dominar situaciones, momentos y partidos solo con su personalidad, incluso desde mucho antes de que empiece a rodar el balón. Mourinho ha sabido hacer de sus defectos virtud y ha sido capaz de poner todo su ser al servicio de una única empresa: ganar. El resto importa poco si se consigue el objetivo máximo, ganar.
Sin embargo, eso es lo que en los últimos años se le está resistiendo al entrenador portugués. Mourinho parece haber perdido su brillo, su estrella, esa capacidad innegable e infalible de hacer ganador a cualquier equipo que cogía estuviera en la circunstancia y en la situación que fuera. En los últimos tiempos, José ha dejado de ser ganador, ha dejado de hacer cosas que antes solo él podía, se ha vuelto uno más entre el común de los mortales cuando él antes era especial y por eso él era diferente, el entrenador que no había jugado al fútbol a primer nivel y aún así arrasaba donde estuviera. Y muchos se preguntan si podrá volver o si su tiempo pasó.
Altibajos en Londres
José Mario dos Santos Mourinho Félix es el actual entrenador del Tottenham. Allí ha comenzado su última aventura hasta el momento, club por el que fichó en noviembre del año 2019. 'Mou' cogió un equipo herido y en transición en una temporada que estaba marcada ya por el fracaso, por lo que su contador empezaría a contar desde la siguiente, es decir, desde la actual. Ese curso terminó dejando al conjunto londinense, antes entrenado por Mauricio Pochettino y que venía de jugar la final de la Champions, en sexta posición de la Premier League.
Sin embargo, el nuevo curso había empezado de forma estelar, con los Spurs peleando por la liga y llegando a ocupar incluso el liderato de la tabla. El Tottenham volaba mientras el Manchester City de Pep Guardiola, caminos totalmente contrarios. Harry Kane y Son se salían en lo que prometía ser una temporada de escándalo para los ingleses ya que avanzaban en la Europa League y en la EFL Cup.
El mejor Mourinho estaba de vuelta y otra vez con un equipo de menor nivel y presupuesto al de todos sus competidores. Lo estaba volviendo a hacer, tenía a toda su tripulación enchufada al máximo, peleando por un objetivo común, dándolo todo sin descanso y con aspiraciones de morder varios títulos. Era un equipo vertical, de transiciones muy rápidas, contundente en ambas áreas y letal. Sin embargo, el brillo volvió a dejar paso a la noche oscura y la estrella de Mourinho se volvió a esfumar.
Con el paso de las semanas el equipo fue cayendo y cayendo en liga, acumulando derrotas incomprensibles y malos resultados que empezaba a acentuar las críticas contra el equipo y, sobre todo, contra el portugués. Carnaza para aquellos que siempre le han tenido ganas. Llegó la eliminación de la FA Cup en un partido contra el Everton que quedó 5-4, descalabro en la Premier League y la reciente eliminación en los octavos de la Europa League ante el Dinamo de Zagreb después de haber conseguido un 2-0 en el partido de ida.
Ahora, la situación del equipo es realmente complicada y diferente a la que era hace tan solo unos meses. Se encuentra octavo en la Premier League a seis puntos de la Europa League y a nueve de la Champions, aunque con dos partidos menos. El objetivo de clasificarse para Europa está realmente complicado y la vía de ganar la Europa League, que aportaba un título y el billete para la Champions, también se ha esfumado. Ahora solo queda pelear en la Premier y esperar a que llegue la final de la EFL Cup contra el City para intentar arañar algo este año.
El nuevo Mourinho
Tras pasar un tiempo alejado de los banquillos tras su mala salida del Manchester United, Mourinho llegó al Tottenham después de que se rumoreara con su llegada a algunos de los banquillos más grandes del mundo. El técnico portugués había pasado un largo periodo alejado de los focos y del primer plano, apareciendo en los medios solo cuando quería y no por obligación e intentando adaptarse al nuevo rumbo del fútbol mundial.
Se había afirmado que a su vuelta se vería a un Mourinho que se habría acompasado a los nuevos tiempos y que, sin duda, volvería con un perfil más comedido, más tranquilo, lejos de la pura efervescencia que había marcado su carrera y que, por otro lado, le habían convertido en todo un ciclón, pero un ciclón ganador. La realidad es que ese nuevo Mourinho, el que supuestamente había cambiado y se había relajado, no ha conseguido tener el éxito esperado y las críticas ya han empezado a aparecer en Londres, donde apuntan a su alto salario como un problema para su despido. Es decir, que, si el dinero no fuera un problema, para Daniel Levy, presidente del Tottenham, podría estar ya fuera.
El técnico luso tiene en su mano volver a ser una estrella, darle rock&roll a su equipo, volver a hacer de ese vestuario una familia y remar juntos en una dirección que será la de volver a entrar en Champions. Jugar la máxima competición europea y levantar el título de la EFL Cup parecen grandes objetivos en la situación actual, objetivos ambiciosos con los que ilusionar a un vestuario que siempre se ha mostrado muy unido a 'Mou' a pesar de los palos y las críticas.
Llegado a una situación crítica, el luso debe tomar la decisión de recuperar de una vez por todas al verdadero 'The Special One', alejarse de esa nueva adaptación que muchos han querido ver y ponerle de nuevo vértigo al fútbol de su equipo y a la vida. Si así era el mejor, por qué cambiar ahora que está al borde del caos.
Ganar es pasado
Muchos aficionados al fútbol mundial, a José Mourinho y al Tottenham se preguntan si esta situación es reversible y es que la realidad obliga a pensar que cuanto menos parece complicado. Es un hecho irrefutable que la estrella del portugués ha dejado de brillar con fuerza, que ha perdido su mejor cualidad. Si por algo se caracterizaba Mourinho, por encima de estilos, de su personalidad, de su forma de entrenar, era por ser ganador. Gustara más o gustara menos, Mourinho tocaba títulos en todos los equipos en los que estuviera y casi todas las temporadas. Su mejor cualidad, esa por la que todos los querían y le creían capaz de arreglar cualquier crisis, es que era ganador.
Sin embargo, esa cualidad de ser infalible ante la caza mayor parece haberse esfumado con el paso de los años, parece ser una cosa del pasado. Parece que Mourinho se ha olvidado de ganar. Y todo empezó tras su salida del Real Madrid, la cual se produjo en el año 2013, es decir, hace ya casi ocho años. Desde que partió de la 'Casa Blanca' su carrera no ha ido precisamente en línea ascendente, sino más bien todo lo contrario. Y aún así, había seguido ganando. Sin embargo, en los últimos años, esa luz parece haberse apagado.
Mourinho salió del Inter de Milán en el año 2010 después de haber tocado el cielo. Llegó al Real Madrid tras ganar el triplete con el equipo italiano y después de haber conseguido una de las mayores proezas de la historia del fútbol, llevar a ese Inter a la final del Santiago Bernabéu eliminando al Barça para después cargarse al Bayern Múnich en la final. El Real Madrid quería ganar la Champions, la ansiada 'Décima', y por ello traía al hombre que acababa de tocar su metal tan preciado, además por segunda vez.
En Concha Espina consiguió armar uno de los Real Madrid más potentes que se recuerdan, el que ganó la liga de los récords, se apuntó tres títulos y rompió la hegemonía del mejor Barça de la historia. Aquello sí fue puro rock&roll en todos los sentidos. Pero también fue la época de las tres semifinales de Champions y de los problemas finales con el vestuario que terminaron propiciando su salida, aunque allí se quedó la semilla que floreció en la etapa más laureada del club en su historia moderna.
Sin embargo, mientras el Madrid se hartaba de ganar, Mourinho entró en un letargo que aún hoy perdura. De sus últimas 9 ligas, el luso solo ha conseguido llevarse una, la ganada con el Chelsea en el año 2015 después de salir del Real Madrid. Además, de sus últimas seis, contando también la actual, no ha conseguido entrar en la pelea en ninguna de ellas y solo en una, la del 2018 con el Manchester United, fue capaz de acabar segundo, aunque a 19 puntos del Manchester City de Guardiola.
En las últimas dos no ha conseguido meterse ni en Champions y este año parece una empresa complicada también. Por si todo esto fuera poco, ya hace más de una década desde que ganó su última Champions y no ha vuelto a jugar una final, y su último título fue la Europa League ganada con el Manchester United en el mes de mayo del año 2017, es decir, hace ya casi 4 años. Por todo ello, todos estos números hablan de que Mourinho parece haberse olvidado de ganar y que la oportunidad de luchar por la EFL Cup este año, aunque sea un título menor, es vital para volver a ejercitar el músculo de la victoria.
¿Volverá a un grande?
La realidad expuesta mediante datos es tozuda y habla del ciclo más perdedor de la carrera de José Mourinho como entrenador. Sin embargo, eso no indica en ningún caso que el luso se haya olvidado de entrenar y, sobre todo, de ganar. Puede ser que la adaptación al nuevo fútbol no haya sido la correcta, pero Mourinho tiene tiempo y capacidad para llevarla a cabo, algo que parece no haber conseguido en el Tottenham. Ahora, todos los equipos están mucho más preparados físicamente, por lo que se necesitan más y mejores automatismos en ataque para poder desbordar defensas que no se cansan de correr.
El físico ha ganado una importancia brutal en el fútbol actual y por ello, al estar todos más preparados, ya casi nadie sobresale por encima del resto, algo que era un sello habitual de los equipos de 'Mou', ejércitos ordenados en defensa, que no se cansaban de correr y que, a la contra, aprovechaban el bajón y la debilidad del resto. Sin embargo, ahora esperan y corren tanto o más que el rival, por eso se necesitan nuevos mecanismos para driblar esas defensas robustas capaces de ganar disputas en cualquier lugar del campo y que convierten los partidos en pugnas igualadas y estáticas donde todos se esperan. Y ahí se han estancado los equipos de Mourinho en la última parte de su carrera, en su propuesta ofensiva.
Mourinho debe darse cuenta de que tiene que cambiar algo en su libro de maestro para volver a ser un número 1 y volver a ser vanguardia dentro del fútbol, algo que fue durante muchos años cuando todos se preocupaban solo de la parte técnica y del balón. En esos tiempos donde a nadie le importaba el físico, un sistema táctico y una lectura del partido eficiente antes y durante el juego, Mourinho fue capaz de ser un visionario y hacer historia.
Sin embargo, en su defensa, la realidad es que Mourinho lleva alejado de los grandes varios años, casi desde que salió del Real Madrid. Después llegó a un Chelsea con el que volvió a ser campeón, pero que se terminó diluyendo. Y más tarde, ni Manchester United ni Tottenham han sido dos equipos punteros en la última década. Por ello, quizás la solución a sus problemas pueda estar en su regreso a un grande de verdad, a un equipo top. Muchos se preguntan si eso se volverá a producir, si Mourinho sigue estando preparado para entrenar a un gran equipo teniendo en cuenta su historial reciente, pero quizás sea eso lo que le falta, volver a sentir la grandeza de un club puntero para recuperar esa aura que le hacía imparable.
En los últimos tiempos, cuando no estaba en ningún banquillo, se rumoreó con fuerza su posible llegada al PSG o al Bayern Múnich, clubes que le podrían haber asegurado títulos de liga y pelea en Europa, oportunidades inmejorables. Y como no, siempre ha estado ahí la sombra de un regreso al Real Madrid. Al final solo han sido rumores y la única realidad es que Mourinho tiene unos meses por delante para terminar bien en Londres, pero 'The Special One' no pierde de vista la posibilidad de volver a un grande en el que resurgir.
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