Apenas 48 horas duró la Superliga Europea como una competición de presente y futuro. Los 12 clubes fundadores, tras las presiones recibidas y la campaña impulsada por Aleksander Ceferin o Boris Johnson, fueron descolgándose del proyecto de forma paulatina hasta dejar a Real Madrid y Barcelona como únicos miembros. Ambos clubes españoles han mantenido silencio tras las constantes bajas. Y, en medio de esa aparente calma, apareció Gerard Piqué. El central catalán, peso pesado en el vestuario, se convirtió en el primer jugador de La Liga en romper su silencio para oponerse a la nueva competición.
El zaguero azulgrana siempre se ha caracterizado por su claridad frente a los medios. Bien vía redes sociales, durante una entrevista o al término de los partidos. Piqué siempre ha dicho lo que piensa y el ejemplo más reciente fue tras la Copa del Rey, donde el catalán apoyó a Laporta, Koeman y criticó a la prensa por la filtración de una conversación con Jordi Alba. Sin pelos en la lengua, Piqué se atrevía a pronunciarse sobre la Superliga y lo hacía con una postura contraria a la de su club.
"El fútbol pertenece a los aficionados, hoy más que nunca", escribía a última hora de la noche un Gerard Piqué atrevido y valiente. Sin embargo, las críticas no tardaron en llegarle. Su comentario llegaba tarde: un día después del comunicado del club y justo cuando la Superliga entraba en unas horas críticas por la desbandada de los equipos de la Premier League. El riesgo de Piqué, una vez se había visto la oposición de plantillas como la del City o Liverpool, que públicamente llevaron la contraria a sus clubes, era mucho menor al ver que el torneo de los 12 fundadores se encaminaba hacia el fin.
Su defensa, vista la repercusión de sus palabras, es que ya se había opuesto a la Superliga antes de la marcha de los británicos. Pero lo hizo en una entrevista para #Vamos, con Jorge Valdano, y que todavía no se había publicado. En ella, Piqué muestra su rechazo a la competición. "Desde un prisma de jugador, no es una decisión positiva para el mundo del fútbol a largo plazo. ¿Queremos esto para el fútbol? ¿Que Sevilla, Valencia, Everton, Leicester o Nápoles desaparezcan? Porque esos clubs van a tender a valer cero", subraya, aunque entiende que Laporta tomará la mejor decisión para un club tocado económicamente.
El conflicto de Piqué está en que, aunque como jugador ha defendido que el fútbol siga dependiendo de los aficionados, en su vertiente empresarial no mantiene esa máxima. Ahí, donde el central ejerce de mandamás, no priman tanto los aficionados ni la meritocracia, sino el negocio y los beneficios que cualquier organización busca en el mercado. Así se ha podido comprobar tanto en su gestión de la Copa Davis como en la que realiza con el FC Andorra, ambos en su contra tras sus críticas a la Superliga.
El formato Davis, criticado
Gerard Piqué, además de haber cosechado una carrera envidiable en el FC Barcelona, también ha encontrado cierto éxito en el mundo empresarial. Liderando el grupo Kosmos, el catalán se convirtió en el organizador de la nueva Copa Davis de tenis en 2019. Implantó un formato completamente revolucionario, más llamativo para los espectadores de televisión y que suponía todo un cambio para una competición histórica como la que se había organizado durante más de 100 años. Características muy similares a las que pretendía tener la Superliga que él mismo ha rechazado.
Piqué acabó con la sede de local y visitante, pues su Copa Davis se disputa en una sede fija y que durante los dos primeros años correspondía celebrarse en Madrid, en la Caja Mágica. Un duro golpe para aquellos espectadores que pretendían ir a animar a sus selecciones de tenis y que, al fin y al cabo, daba un punto extra a aquellos conjuntos que disputaban el torneo como locales. Imágenes como la que se vivió España en Mar de Plata quedaban para la historia.
El formato impulsado por Piqué también supuso reducir a tres sets los partidos y, en su inicio, no solo contó con selecciones por méritos deportivos: también se invitó a otros países como Gran Bretaña y Francia, que en 2015 y 2016 se habían llevado el título. En 2020, su Copa Davis no pudo celebrarse por el impacto de la Covid-19. En definitiva, Piqué sustituyó una competición de referencia tras su acuerdo con la ITF, aplicando notables cambios, y generando toda una oleada de reacciones en el mundo del tenis. Y es que, pese a contar con la ITF, no logró el consenso con la ATP. Estos incluso impulsaron la ATP Cup. Y, en las últimas horas, su tuit sobre la Superliga ha hecho que hasta un tenista del circuito le haya criticado.
En los primeros partidos la asistencia de aficionados no terminó de convencer. Era uno de los problemas de poner una sede fija, que el tenis de países como Austria no terminara de atraer lo suficiente a público español. Pero, además, en la previa del campeonato se suscitaron notables críticas o gestos de oposición: Djokovic, Federer o Zverev fueron algunos. Rafa Nadal, por el contrario, tomó una postura similar a la que ha tenido con la Superliga: si se puede mejorar algo, que se haga.
La plaza de su Andorra
Gerard Piqué, por medio de la misma empresa Kosmos, compró el Andorra CF a finales del 2018. Se hacían cargo de la deuda de la entidad e iniciaban un proyecto deportivo con la vista puesta en llegar lo más lejos posible. De hecho, en los últimos tiempos se fichó a Sarabia, exsegundo entrenador del Barça con Quique Setién. El conjunto andorrano tenía una deuda de unos 200.000 euros y, con la adquisición, el grupo se hacía cargo de ella. Hasta ahí, todo correcto y normal en el mundo empresarial.
Sin embargo, la polémica llegó en 2019, cuando la meritocracia deportiva desapareció del camino de Piqué para que su Andorra jugara en la mejor categoría posible. El equipo, comprado un año atrás, disputó la Primera Catalana y ascendió a Tercera. Pero en 2019, antes del inicio de la nueva temporada, algún que otro club pasó por problemas económicos. Concretamente el Reus, que pasaba de jugar en Segunda B a Tercera División por impagos. El equipo catalán dejaba un puesto en Segunda B y varios equipos intentaron ocupar su plaza. El Andorra de Piqué terminó siendo el ganador de esa particular carrera: sin jugar en Tercera pasaba a Segunda B.
El club pagó 452.022 euros y pasó de Primera Catalana a Segunda B de un momento a otro. Un ascenso a golpe de talonario que la RFEF aprobó. "Cumple los requisitos establecidos y el orden de preferencia fijado en la normativa", confirmaron desde el ente al hacer oficial el cambio de categoría del Andorra. Sin embargo, también generó cierta polémica al no tener méritos deportivos para disputar dicha categoría. Y ahora, años después y con la Superliga de fondo, la doble vara de Piqué se le vuelve en contra. Ni los fans de todo el mundo se beneficiaron de la Copa Davis, más atractiva para las televisiones pero menos para los aficionados de determinados países, ni se respetó la meritocracia e igualdad deportiva en el ascenso de su club.
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