Kevin De Bruyne protagonizó la imagen más dura de la final de la Champions League. El jugador del Manchester City, uno de los pesos pesados del equipo y con cierta experiencia en las últimas temporadas, tuvo que retirarse del terreno de juego antes de lo previsto tras un duro choque en el césped. Un encontronazo con Rüdiger hizo saltar las alarmas e incluso se llegó a temer por su estado ante las dudas de qué había pasado.
La acción en cuestión se produjo en torno a la hora de juego en la final entre el Chelsea y el City de Guardiola. Un balón suelto lo fueron a pelear De Bruyne y Rüdiger. La diferencia física era evidente, pero además hay que destacar que el central del Chelsea está jugando sus últimos encuentros con máscara por un choque similar en otra ocasión. Ese extra hizo que el golpe contra el belga fuera mayor.
Inmediatamente después del choque, el jugador del Manchester City quedó tendido en el césped y sin apenas realizar ningún movimiento. Tanto los jugadores de su equipo, como el árbitro español Mateu Lahoz, pidieron la entrada de los servicios médicos. Estos no tardaron en entrar y rápidamente atendieron a un De Bruyne que dejó a todos preocupados por su situación.
Sin ir más lejos, su compañero de equipo, Mahrez, estuvo gesticulando durante algunos segundos y mirando al banquillo dejando entrever que no iba a poder continuar. Durante algo más de un minuto la expectación estaba en que De Bruyne, dentro de lo malo, se encontraba en buenas condiciones físicas. Los médicos le protegían e intentaban que se incorporara paulatinamente. Finalmente, tras una pequeña espera, lo lograron.
De Bruyne se puso en pie y ahí empezó su retiro. Entre lágrimas, el atacante belga dejaba la final de la Champions League mucho antes de lo previsto. Se marchó directamente a vestuarios y, después de un pequeño lapso de tiempo, regresó al banquillo para seguir el partido. El golpe, además, no afectó ni a cabeza ni a espalda, cosa que se temía en un primer momento por la dificultad para moverse de De Bruyne.
Lágrimas y apoyo
Tal y como se le podía ver en el banquillo, el belga simplemente tuvo un golpe en el ojo. Eso sí, lo suficientemente duro como para no poder volver a jugar en duelo ante el Chelsea. De Bruyne siguió el partido junto al resto de sus compañeros y recibió el respaldo de todos ellos. Ejemplo perfecto fue el de Juanma Lillo, ayudante de Guardiola, que se fundió en un abrazo con el belga. Incluso parte del banquillo del Chelsea despidió con ciertos aplausos a De Bruyne justo cuando se retiraba a vestuarios.
Minutos después, fue Azpilicueta quien dio el susto. Sin embargo, en el caso del español, simplemente fue un choque rodilla contra rodilla y no se tuvieron que lamentar males mayores.
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