Nunca organizar un torneo de prestigio se convirtió más en un lastre que en una ilusión. Sin embargo, en tiempos donde las sorpresas, para bien o para mal, son habituales, la Copa América se ha encontrado con un panorama desolador. La organización apuesta firmemente por su celebración pese a los alarmantes datos de la Covid-19. Y Brasil, último país designado para albergar los partidos, ha mostrado a través de su presidente Bolsonaro que no piensa en otra cosa que en ser el anfitrión del torneo americano. Pese a ello, el horizonte no es ni mucho menos sencillo.
Principalmente porque no se trata únicamente de una gestión deportiva, sino también de un posible 'gol' en términos políticos. Bolsonaro, tras la falta de acuerdo con Argentina y la negativa de la Conmebol a desarrollarla en Colombia, tiene ante sí la oportunidad de mostrar 'músculo' político. Y ni la incertidumbre sembrada por el jefe de ministros, Luiz Eduardo Ramos, ha podido con el presidente. Siempre polémico, siempre por libre, ya había asegurado que si dependía de él se jugaría en Brasil, como finalmente ocurrirá tras la confirmación del propio Luiz Ramos, que festejó que "ganó la coherencia".
Por delante le queda el enfrentamiento con la oposición, liderada por Lula, trasladó el asunto a la Corte Suprema de Justicia de Brasil. Y ahí, el magistrado Ricardo Lewandowski ya ha pedido explicaciones al presidente Bolsonaro por la "emergencia de salud pública" que se vive en el país, reclamando "informaciones previas" sobre la celebración del evento.
Más allá del acuerdo con Conmebol, el próximo frente estará en la calle y en la Covid-19. Mismas complicaciones, aunque en diferentes niveles, que han tenido tanto Argentina como Colombia. Por el momento, en las horas posteriores al anuncio de la Copa América se produjeron varias manifestaciones en el país contra el presidente. Y, en lo que a datos sanitarios se refiere, Brasil sigue sumando fallecidos por la pandemia (más de 800 en el último día) para situarse como el segundo país con más muertos por la Covid-19.
Tras los últimos cambios realizados por Conmebol pese a estar a menos de un mes del inicio de los partidos (13 de junio), y teniendo en cuenta la última modificación con Brasil, esta Copa América que buscaba ser histórica por adaptarse al calendario de las estrellas en Europa estará en el aire hasta el primer pitido inicial, cuando se pueda ver el ambiente que la rodea. De un torneo en dos países con público, a otro en un mismo territorio y bajo estricticas medidas sanitarias a puerta cerrada.
Argentina no aguantó
Argentina afrontaba todo un reto cuando la Conmebol arrebató a Colombia su parte de anfitriona de la Copa América. Porque, a diferencia de Argentina, el país que lidera Iván Duque recibió el 'castigo' de la organización debido a las revueltas que se continuaron produciendo en la calle y a los malos datos sanitarios. Así, el ejecutivo de Alejandro Fernández se hacía con el torneo por excelencia.
Era toda una prueba, tanto para mostrar su potencial como su capacidad de gestión. Sin embargo, las dudas no tardaron en aparecer. Principalmente porque el 'premio' de la Conmebol llegó justo cuando Argentina iniciaba un confinamiento de nueve días, con la suspensión temporal de las competiciones, para frenar los contagios de la Covid-19. Las sensaciones, ya de primeras, no eran nada buenas.
Por ello, desde Argentina se apostó por un protocolo mucho más duro en términos sanitarios. Se trasladó a la organización y, a la hora de dar el visto bueno, desde Conmebol se dio un paso atrás. "Se sorprendió bastante la gente de la Conmebol", reconocieron desde el gobierno argentino tras el fracaso de esa reunión. "Nos hicieron comentarios de que ni siquiera la Eurocopa está con protocolos de esas características". Y, con esas, la Copa América se esfumó también de una Argentina que sigue sin frenar los contagios de la Covid-19.
Rebelión de jugadores
La celebración de la Copa América ya había ganado algún que otro detractor entre los jugadores cuando se iba a disputar entre Colombia y Argentina. Sin embargo, cuando la Conmebol arrebató al gobierno de Iván Duque sus sedes en el campeonato, concentrado toda la Copa América en territorio argentino, las incógnitas aumentaron mucho más. Estrellas mundiales como Luis Suárez, por ejemplo, ponían en duda la idoneidad de disputar el torneo en un país que acaba salir de un confinamiento como Argentina, donde los datos de la Covid-19 no son nada optimistas.
El delantero del Atlético de Madrid era tajante: "Hay que darle prioridad a la salud del ser humano". El atacante, líder de su selección y voz autorizada entre los aficionados del continente, dejaba clara su postura. "Estamos en una situación difícil a nivel mundial, pero más Argentina en los últimos meses", llegó a incidir el veterano futbolista. A esa postura se han ido sumando otras, y especialmente cuando la Conmebol volvió a modificar la estructura para darle la organización a Brasil.
Agüero, reciente fichaje del Barcelona y otra de las estrellas con más apoyo en la Copa América, ponía sobre la mesa la posibilidad de que se suspendiera el torneo. "Si Brasil está complicado, no se puede jugar". Las plantillas de las selecciones van cada vez temiendo más el contagio y, mientras, Brasil ha puesto como obligación acudir vacunado al torneo. Un requerimiento a apenas dos semanas del primer partido.
El último organismo en poner en duda la Copa América ha sido FIFPro, el sindicato de futbolistas que engloba a cada país. Por medio de un comunicado, y a la vista de la celebración de la Copa América en Brasil, el ente ha subrayado que se debe dar libertad a cada jugador si no quiere competir.
En un duro comunicado, FIFPro "expresa serias preocupaciones con el proceso tomado" con "decisiones tardías y el anuncio de una nueva sede apenas unos días antes del inicio del torneo". Por ello, se "apoyará naturalmente a cada futbolista que decida rechazar la convocatoria y no participar en el torneo en base a sus preocupaciones respecto a salud y seguridad". Una postura que, a dos semanas del inicio de la competición, puede revolucionar por completo las convocatorias y la propia viabilidad del torneo.
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