Dinamarca - Finlandia. Segundo día de la Eurocopa. Segundo partido de la jornada del sábado. Y, a cerca de cinco minutos para llegar al descanso, Christian Eriksen cae al suelo de forma repentina. El jugador recibía de un saque de banda y, tras darle un pequeño toque al balón, se desvanecía en el césped. En un primer momento había desconocimiento. Segundos después todo era miedo.
El jugador del Inter de Milan, de 29 años, había perdido el conocimiento. Pegado a la banda, a escasos metros de una grada de Copenhague que solo quería ver fútbol, la estrella de la selección danesa quedaba desplomada en el césped. El árbitro, tras parar el juego pensando que podía tratarse de una acción aislada, empezaba a sentir lo mismo que todo el planeta viviría en sus propias carnes poco después. El colegiado y los jugadores corrieron a socorrer a Eriksen. Otros se dirigieron a los servicios médicos para que entraran en el terreno de juego. Y, mientras tanto, la realización de la UEFA focalizaba todas las cámaras en el centrocampista.
La decisión de la UEFA fue muy criticada, al igual que la de ciertos medios que compartieron el momento del desplome. Durante algunos segundos se llegó a ver a Eriksen completamente desvanecido en el césped mientras el pánico se extendía entre compañeros y rivales. Y mientras todo ello sucedía, las cámaras no apartaban su objetivo del internacional danés. La organización tardó en reaccionar demasiado. Si en ciertos partidos, ante el salto de cualquier espontáneo, las cámaras se apartan de forma instantánea, con Eriksen la labor fue completamente opuesta.
Fue ahí cuando apareció la magia, la amistad o simplemente la humanidad. La plantilla de Dinamarca, los mismos que minutos antes habían escuchado los consejos de Eriksen, se organizaba en apenas unos segundos para proteger la privacidad del jugador. Un círculo en torno a su líder para tapar la escena. Los servicios médicos realizaban su labor: un masaje cardiorrespiratorio buscando la reacción de Eriksen. Los jugadores de Dinamarca, también: defender a su compañero.
Thomas Delaney, centrocampista de también 29 años, fue quien pidió a sus compañeros actuar de inmediato. Unos bebían agua, otros observaban a los médicos. Delaney, sin embargo, se ponía de espaldas a Eriksen formando esa muralla que escoltaría al jugador del Inter.
La tensión en el terreno de juego desbordaba a los presentes. En la grada, también en un momento para el recuerdo, aficionados de Dinamarca y Finlandia mandaban su apoyo en forma de cánticos. Unos entonaban un "Christian" y otros, instintivamente, replicaban con un "Eriksen". Todos esperando que la RCP tuviera efecto en el centrocampista.
Pasaron algo más de 10 minutos. El partido parado, las redes volcándose con el jugador, la grada entre en un silencio sepulcral que acabó comiéndose esos cánticos. Los jugadores de Finlandia no se lo creían. Algunos, incluidos los de Dinamarca, optaban por rezar a la espera de que todo se resolviera de la mejor forma posible. Sin embargo, el tiempo pasaba y la falta de respuesta de Eriksen empeoraba los presagios.
El papel de Schmeichel
Tal era la situación que la novia del jugador, ataviada con la camiseta de Eriksen, bajó al terreno de juego en busca de alguna respuesta. Miembros de la selección danesa acudieron a consolarla. Schmeichel, portero del Leicester, era el primer jugador que intentaba tranquilizarla ante lo que estaba viendo. Kjaer también se fundía en un abrazo a tres intentando sobrellevar el momento lo más enteros posible. El mismo central fue clave minutos antes al colocar a Eriksen en la posición correcta para la RCP. Incluso fue quien le ayudó, en una decisión determinante, para evitar que se tragara la lengua. Una actuación idónea de primeros auxilios que le convirtió en otro de los héroes.
Después de cerca de 15 minutos, la camilla prevista para trasladar a Eriksen se alzaba. Los servicios médicos portaban al jugador, que en una fotografía ya dejaba ver que estaba consciente levantando ligeramente el mentón. Sus compañeros, sin embargo, no se separaban de él. La organización atavió la camilla de una sábana para evitar más imágenes. Pero los jugadores daneses, no conformes, volvieron a cumplir. Como si de una escolta se tratara, acompañaron a Eriksen hasta el túnel de vestuarios.
La conmoción se mantuvo. Todos abandonaron el césped. Y no fue hasta recibir las noticias de que Eriksen se encontraba estable cuando el estadio empezó a hablar. El danés respiraba, estaba consciente e incluso hablaba. Había, por fin, calma. La UEFA, que había cancelado el partido, se reunió con ambas selecciones. Y en el último gesto de apoyo, la plantilla de Dinamarca y sus rivales de Finlandia apostaron por jugar el duelo en honor a Eriksen.
Lo que comenzó como una tragedia acabó como una lección. Dinamarca jugó por Eriksen y el fútbol mundial recobró la respiración a la espera de que llegue el mejor gol en las próximas horas: que Eriksen esté fuera de peligro y pueda seguir siendo uno más en la Eurocopa.
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