España ya mira la Eurocopa desde el borde del acantilado sin convencer futbolísticamente ni obteniendo resultados. Los de Luis Enrique ya no tienen red debajo de la cuerda con la que han hecho funambulismo prácticamente desde el día uno en el que empezó el torneo. Desde el día en el que el asturiano dio la lista, medio país estaba dividido sin convencimiento alguno de las posibilidades que podría tener ese equipo. Este miércoles llegará Eslovaquía para la puerta grande o la enfermería.
Que España esté en los octavos de final es una obligación. Primero, por el nivel de los jugadores que tiene el país. El hecho de que haya críticas no puede ocultar que en esta convocatoria hay campeones del mundo y de Europa, capitanes de clubes que acaban de ganar una competición continental y futbolistas por los que se han pagado grandes cantidades. Otra cosa es que el seleccionador los ponga en su posición o, al menos, los coloque sobre el campo y no los deje en el banquillo.
Además, el grupo que le tocó a España en esta edición era para hacer un pleno de nueve puntos. Ni Suecia, ni Polonia, ni Eslovaquia son selecciones punteras. A la pregunta que se hacían muchos sobre qué habría pasado si la Selección hubiera estado en el lugar de Francia, Portugal o Alemania en ese grupo de la muerte es mejor no encontrale respuesta. España lleva dos puntos de seis posibles y llega a esta última jornada con todas las alarmas encendidas.
Después de los debates sobre quién debía ser el '9'de la Selección y dónde debería de jugar Marcos Llorente, ya solo queda que confiar en la idea con la que llegó Luis Enrique. La inercia del campeonato es mala, pero también Portugal ganó la pasada Eurocopa empatando todos los partidos de su fase de grupos. Un torneo de este tipo siempre depara mucha incertidumbre y, ante momentos así, lo único que ayuda a lograr el objetivo es creer en el bloque.
Futuro en juego
En los mentideros de la Federación la confianza sobre Luis Enrique ha caído con estrépito según iba avanzando el torneo. Esto no ayuda a la hora de competir, pero la realidad es que el seleccionador se está jugando el cuello por la imagen que está dando su combinado y por la enorme decepción que supondría no pasar de grupos. La transición del grupo que hizo al país campeón de todo a la nueva generación no está siendo fácil con los bandazos que da la Federación. Este podría ser un episodio más.
La gestión de la situación con Sergio Ramos, la selección de determinados nombres que no habían llegado con suficientes minutos rodados al torneo y el juego que se ha visto durante la Eurocopa tienen a Luis Enrique con el agua al cuello. La sensación de que es el grupo que menos carisma tiene desde hace tiempo es real. La desafección con el aficionado al fútbol, también. España no va todos a una con su Selección y sobre eso también pesa la forma de ser del asturiano.
Luis Enrique planea cambios para el encuentro contra Eslovaquia. Ha probado con una defensa inédita en la que solo se mantiene Aymeric Laporte, con el regreso a la titularidad de Busquets y Thiago y con la inclusión de Pablo Sarabia en el ataque. Quizá simplemente estuviera jugando al despiste. La desafección con la prensa también es clara. Eso no ha ayudado a un seleccionador en el candelero ante la cita trascendental para el futuro del país en la Eurocopa. 'Lucho' se mofó cuando le preguntaron por su futuro en Mediaset este martes: "¿Dimitir si nos eliminan? ¿Es broma? Pienso en renovar". Ojalá en 24 horas solo se hable del rival de España en los octavos de final.
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