La Eurocopa 2020 tenía a Francia como gran favorita, a la Bélgica de Roberto Martínez como candidata a dar la sorpresa y a la Portugal de Cristiano Ronaldo siempre respetada por sus últimos golpes en los campeonatos. Sin embargo, ninguna de las tres estará en una semifinal que sí contará con España e Italia. Ambas selecciones se volverán a ver las caras en el torneo continental. Con dos situaciones diferentes, con aspiraciones idénticas, y con una rivalidad histórica que ha servido como termómetro de los ciclos que vivía cada país en términos futbolísticos. Wembley será el cuarto examen de una carrera que parece eterna.
La historia de la España del éxito, la del juego de toque y la generación de oro, se reforzó ganando a la selección italiana. Esa España que empezó a labrar Luis Aragonés en una Eurocopa donde apenas contaban con opciones, tuvo a la Azzurra como prueba de fuego. Con Italia, se podría decir, comenzó todo. La Selección llegó a cuartos de la Eurocopa 2008 y se encontró con la Italia de Donadoni. Un líder como Buffon bajo palos y un Iker Casillas joven y sin experiencia en ambientes como aquel de homólogo en el conjunto nacional.
El tiempo reglamentario acabó con empate. Un 0-0 que decidieron unos penaltis donde el 'Santo' se encumbró. Eran los primeros pasos de una leyenda en forma de equipo. 4-2 en la tanda y España pasó a semifinales acabando con la maldición de los cuartos de final. El resto, por suerte, es historia: la Selección se alzaba con el título continental y España se colaba entre las mejores del planeta. Luis Aragonés se marcharía poco después contento por haber escrito su nombre en los libros de historia y daría paso a una etapa para el recuerdo en el fútbol español.
Llegó entonces Vicente del Bosque. Tras la Eurocopa del 2008, España siguió con paso firme y en el Mundial del 2010 se consagró. El fútbol de la Selección lucía y, ahora, lo haría con estrella en el pecho. Parecía que el techo se había tocado, pero la ilusión de todo un país y el talento de una generación de futbolistas se negaron a acabar con lo que parecía un sueño del que era imposible despertarse. La Eurocopa del 2012 así lo demostró. Y, de nuevo, con Italia como testigo. El seleccionador entonces era Prandelli y el escenario toda una final de la Euro de Polonia y Ucrania. En el recuerdo esos penaltis del 2008 y la rivalidad intrínseca de cada conjunto. Pero en el terreno de juego solo una selección moviendo a su antojo a la marioneta italiana. Una goleada por 4-0, curiosamente con Jordi Alba entre los goleadores, puso el culmen a la España de oro. Lo peor, aunque nadie lo esperaba, estaba por llegar.
El golpe mortal a una etapa
La España de Vicente del Bosque ganó el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012. Una época dorada que, como en todo, llegaba a su fin. Y ese golpe de gracia lo tuvo que dar la misma Italia que vio el resurgir de España en 2008. Si en aquella Euro fue la Azzurra la que sufrió en primera persona el inicio de un ciclo histórico impulsado por Luis Aragonés, en la de 2016 también fueron ellos los encargados de acabar con el idilio de todo un país con el fútbol de selecciones. Antes, en 2013, ya habían sucumbido también en penaltis en las semis de la Copa Confederaciones. Ahora la cosa sería distinta.
Era la Eurocopa de 2016. Las críticas a Del Bosque cada vez iban a más tras el mal rendimiento en el Mundial del 2014. Presión constante, como siempre, sobre el seleccionador nacional. España llegó a octavos y se encontró con la Italia de Antonio Conte. El escenario que viviría nuevamente el enfrentamiento sería el Stade de France. Y, esta vez, el varapalo fue para la Selección. Los italianos vencieron fácil con un 2-0 donde un mítico Chiellini llegó a vestirse de goleador. Del Bosque estaba sentenciado.
Italia no llegaría a pasar de cuartos, donde no consiguió tumbar a Alemania en una tanda de penaltis. Y Vicente del Bosque no tuvo más remedio que dar un paso atrás. El 27 de junio se consumó la derrota y días después el técnico trasladó a la Federación su intención de renunciar. La etapa de la España triunfal acababa con el empujón italiano. Tras la Eurocopa del 2008, el Mundial del 2010 y la nueva Euro del 2012, la Selección iniciaba su particular renovación en 2016.
La resurrección con Luis Enrique
El inicio de la Eurocopa de España e Italia ha sido completamente opuesto. Los de Mancini pasaron líderes ganando todos los partidos y sin encajar ni un solo gol. España, por su parte, pasó de fase como segunda y ganando un único encuentro ante Eslovaquia. Las dos tuvieron que jugar prórroga en octavos de final y las dos sufrieron en los cuartos -especialmente la Selección y sus penaltis ante Suiza-. Todo para tener que verse las caras en la batalla por un puesto en la gran final en plena euforia.
Sin embargo, pese a esa buena dinámica de las dos selecciones, es el equipo de Luis Enrique el que menos opciones tenía de llegar tan lejos en el torneo de la UEFA. No entraba en las quinielas y menos después de ese dubitativo inicio en la fase de grupos. Pero los resultados, y sobre todo las sensaciones como grupo, han ido dando un vuelco a los pronósticos sobre cómo avanzará el cuadro. España ya es aspirante y Luis Enrique posible conductor hacia el camino del éxito. Una vez más, la historia ha puesto a Italia en ese trayecto.
El seleccionador nacional tiene en su mano recuperar el triunfo de una Selección inmersa en una crisis de proyecto desde esa última generación. Luis Enrique, desde un primer momento, apostó por convocatorias revolucionarias y un carácter propio que ha contagiado a la plantilla. Sus alineaciones, sus ruedas de prensa, sus cambios. Puro ADN del veterano entrenador que muchas veces cuesta entender. Las semifinales ante Italia son el último muro a superar. Y, después, ambas tendrán que volver a jugar el próximo mes de octubre en las semis de la UEFA Nations League. Una de ellas podrá hacerlo como gran campeona de Europa.
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