El 11 de junio comenzaba en Roma la Eurocopa más larga de la historia, esa que tuvo que retrasarse todo un año por culpa de un maldito virus que llegó para amargarle la vida a todo el mundo. Aquel día, Italia recibía a Turquía en el Estadio Olímpico de la ciudad eterna y le endosaba un duro correctivo en el partido inaugural, el primero que se veía en el torneo.
Con una ceremonia por todo lo alto y entonando su himno con orgullo y pasión, Italia arrancó su andadura en esta Eurocopa dejando la primera de las muchas exhibiciones que ha dado. Tres días después, el 14 del mismo mes, España hacía su primera aparición con bastante menos brillo y con bastante menos suerte. Fue ante Suecia, en un partido gris del equipo de Luis Enrique que empezó a complicar lo que terminaría siendo una fase de grupos de infarto, a vida o muerte, una antesala de la tensión y los nervios que se iban a hacer fieles compañeros de viaje de la hinchada nacional.
Ahora, 26 días después, Italia y España son dos de los cuatro equipos que todavía quedan vivos en la competición continental, a la espera de poder pelear mano a mano por un puesto en la gran final de Wembley. Allí podría esperar la revelación Dinamarca, que sueña con pintar el lienzo más bonito de la Eurocopa con tendencias renovadas de 1992 y con la figura de Christian Eriksen en el recuerdo, o Inglaterra, que quiere hacer de su semifinal otro trámite para plantarse en el partido más importante de su historia en los últimos 50 años.
España e Italia han llegado hasta estas semifinales por caminos completamente diferentes. Una, entre críticas y heroica, la otra, entre confianza y solvencia. Sin embargo, ambas están igual de cerca e igual de lejos de la gran final. Solo los 90 minutos, o la prórroga y los penaltis, decidirán qué equipo sigue en su búsqueda de la gloria y cuál tiene que volver para casa con las manos vacías y sin consuelo.
La Selección, a pesar de que no llega como favorita debido a su trayectoria en la competición, tiene ante sí el difícil reto de no romper su racha inmaculada de victorias cuando los trofeos se ponen en juego. España nunca ha perdido una semifinal ni de Eurocopa ni de Mundial. Cinco partidos y cinco triunfos. Un resultado tan brillante como perfecto para un equipo que hace 15 años no sabía prácticamente lo que era triunfar. Sin embargo, llegó ese ciclo arrollador desde 2008 hasta 2012, dos Eurocopas y una Copa del Mundo, y se puso a la altura de los mejores, por encima de cualquiera.
Al otro lado estará Italia, un equipo de esos que llaman serios y aguerridos, con experiencia y veteranía en este tipo de partidos y con el peso de una gran historia detrás, esa que suma cuatro mundiales, aunque solo una Eurocopa. Los italianos no saborean las mieles del éxito europeo desde 1968 y llevan 15 años sin celebrar un gran título, desde aquel Mundial de Alemania que precedió a la conquista de España en Johannesburgo. Eso sí, han jugado once semifinales de grandes torneos y han vencido en nueve de ellas.
Este España - Italia será el duelo 37 entre ambas en lo que ya es uno de los grandes clásicos del fútbol europeo a nivel de selecciones. El balance está tremendamente igualado, con once victorias para cada una y quince empates. El de Wembley, ya que las semifinales se juegan allí también, podría decantar esta balanza de un lado, aunque lo realmente importante es obtener ese ansiado billete a la gran final.
Para los de Luis Enrique será el sexto partido de la Eurocopa con solo una victoria en el tiempo reglamentario, la conseguida ante Eslovaquia para estar en octavos como segundos de grupo. Una más en la prórroga ante Croacia para estar en cuartos y otra más en la tanda de penaltis ante Suiza para llegar hasta las semifinales. Y al comienzo de todo, dos empates contra Suecia y Polonia que desataron dudas, despertaron críticas y pusieron al equipo contra las cuerdas.
Por su parte, Italia ha tenido un camino mucho más definido hasta cruzarse con España. Pleno de victorias en la fase de grupos ante Turquía, Suiza y Gales sin encajar un solo gol, victoria en la prórroga ante Austria en octavos y sólido triunfo ante una de las favoritas como Bélgica por 1-2 para superar los cuartos de final.
Bajas muy importantes
Tanto España como Italia, a pesar de haber tenido caminos muy dispares, sí comparten algo además de muchos enfrentamientos históricos. Ambos conjuntos tienen una baja muy importante para su once titular. En el caso de los transalpinos lo será para el resto del torneo en caso de que llegaran a la final. Se trata de su lateral izquierdo Spinazzola, una de las grandes sensaciones del torneo, clave en el fútbol ofensivo de Italia, con capacidad para centrar, disparar y, sobre todo, llegar desde segunda línea y romper con desmarques en profundidad. El carrilero se lesionó en el tendón de Aquiles en cuartos de final y estará varios meses de baja.
Para España, su importante ausencia será Pablo Sarabia, el hombre que le había cambiado la cara a la Selección con su aparición ante Eslovaquia. El extremo del PSG sufrió un pinchazo muscular ante Suiza y tuvo que ser sustituido al descanso. Casi descartado ante los de Roberto Mancini, tendría complicado también llegar a la final del día 11 de julio.
Sin embargo, estas bajas no quitarán ni un mínimo de brillo y emoción a un partido histórico y que se ha repetido hasta la saciedad, especialmente en unos últimos tiempos en los que españoles e italianos se han visto las caras hasta aprendérselas de memoria. El primero de esos duelos recientes llegó en 2008, en el partido que cambió la historia de la Selección para siempre con una tanda de penaltis para el recuerdo.
Un clásico europeo
Aquel choque disputado en el Ernst Happel de Viena y que finalizó con 0-0 al término de los 90 minutos y de la prórroga, fue la antesala de una tanda de penaltis legendaria en la que Iker Casillas con dos paradas dejó en bandeja la condición de héroe a Cesc Fàbregas, que marcó la quinta y definitiva pena máxima para consumar el pase a semifinales. Después, los chicos de Luis Aragonés se comieron a Rusia y tumbaron a la temible Alemania en la gran final para levantar la Eurocopa 44 años después.
Cuatro años después, ya como campeones del mundo y con Vicente del Bosque al frente del equipo, España e Italia se volvieron a ver las caras en la Eurocopa de 2012 hasta en dos ocasiones. La primera de ellas fue en fase de grupos con resultado de empate a uno. Di Natale adelantó a los de Cesare Prandelli y Cesc Fàbregas a pase de Silva calmó las aguas.
Sin embargo, el enfrentamiento grande vendría unas semanas después, en la gran final del torneo y que supuso uno de los mejores partidos en la historia del equipo español, sino el mejor. El combinado nacional arrolló a Italia por 4-0 con goles de Silva, Jordi Alba, Fernando Torres y Juan Mata y puso así el broche de oro a cuatros años maravillosos y difícilmente repetibles con tres títulos consecutivos, algo que nunca antes se había hecho y que nunca más se ha vuelto a repetir.
Para no perder la costumbre, en la siguiente edición del torneo continental, España e Italia se volvieron a enfrentar, pero esta vez con roles totalmente cambiados. El conjunto español venía de pegársela en el Mundial de Brasil 2014 quedando eliminada en la fase de grupos y la Eurocopa de Francia no dejó un sabor de boca mucho más positivo. Tras ser segundos de grupo, Italia se aprovechó de un equipo débil y en caída libre para vencer por 2-0 y cobrarse su particular venganza.
Ahora, cinco años después, y no cuatro como suele ser habitual por culpa de la pandemia, España e Italia vuelven a cruzar sus caminos. Esta vez en unas semifinales, el duelo que les faltaba por protagonizar, y con un personaje muy especial como gran protagonista, el seleccionador nacional Luis Enrique.
La vendetta de 'Lucho'
El entrenador de España vivió ante Italia uno de los episodios más dolorosos e icónicos de su carrera profesional. Fue en los cuartos de final de la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, un 9 de julio, en el Foxboro Stadium de Boston, en un disputado y tenso partido contra el conjunto transalpino. Dino Baggio adelantó a Italia en el minuto el 26. Sin embargo, Caminero consiguió hacer el empate rondando la hora de partido. Cuando todo parecía que terminaría en tablas, otro Baggio, Roberto, apareció en el minuto 88 para romper la igualada y poner el 2-1 tras dejar sentado a Andoni Zubizarreta.
A pesar de este terrible mazazo, España se lanzó a la desesperada en busca del empate. En uno de esos intentos rozando la heroica, se produjo una jugada que terminó marcando la vida del seleccionador para siempre. Ataque de la Selección por banda derecha, centro colgado al área y Luis Enrique intentó buscar el esférico en el segundo palo. Sin embargo, en ese momento apareció Tassotti para propinarle un codazo terrible que dejó completamente destrozada la nariz del asturiano, que cayó varias veces al suelo fruto del dolor y la rabia de la acción.
Aquella inolvidable imagen de Luis Enrique completamente fuera de sí, lleno de sangre, insultando a su agresor y gritando sin control quedó para siempre en el libro de los recuerdos de los mundiales, pero también supuso una de las páginas más negras en la historia del fútbol español. Sandor Puhl, colegiado del encuentro, decidió no pitar penalti en la acción terminando con las esperanzas de un país que soñaba con la épica.
Ahora, 27 años después, Luis Enrique tiene la oportunidad de cobrarse su ansiada vendetta particular contra un país que estará siempre guardado en su trayectoria futbolística. Qué mejor venganza que una eliminación que dé a España el pase a una final de una Eurocopa que el pasado 11 de junio, pocos veían al alcance.
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