Jürgen Klopp (Stuttgart, Alemania, 1967) ha conseguido situarse entre los mejores entrenadores del mundo. Puede que ni él mismo lo pensara cuando inició su carrera profesional en los banquillos como entrenador juvenil del club de Frankfurt. Ni tampoco cuando dio el salto al Mainz en 2001, donde lograría sus primeros éxitos. Ese defensa, que antes había jugado de delantero, también valía para ordenar y no solo para ser ordenado sobre el terreno de juego.
El alemán siempre ha intentado promover una imagen de normalidad, pero ni es un técnico común ni lo que ha logrado lo hace cualquiera. Estuvo siete años en el Dortmund y ganó cinco títulos, además de alcanzar una final de la Champions League. Llegó al Liverpool, donde continúa, y ya ha sumado seis títulos, entre ellos el de la 'Orejona' que se le escapó con su Borussia. Pero, por encima de lo material, ha construido una imagen en torno a él que muchos técnicos querrían.
Klopp, con un salario de 18 millones al año en el Liverpool, también sabe sacar rendimiento a su perfil. Y así lo confirmó France Football, que situó en cerca de 8 millones lo ingresado por acuerdos publicitarios. Una estrella del fútbol que, además, no duda en decir lo que piensa y cuando cree conveniente. Tampoco si se trata de política, donde rompió un tabú al participar en un libro de Raphael Honigstein sobre su figura. El entrenador se definió de "izquierdas". Y más acérrimo que cualquier fan: "Mi forma de entender la política es la siguiente: si a mí me va bien, quiero que a los demás también les vaya bien. Si hay algo que no haré nunca en mi vida es votar a la derecha".
Esa personalidad es la que le ha llevado a ser todo un ídolo de masas. Un líder entre la afición de Anfield. La única voz capaz de poner algo de cordura cuando los más fanáticos de la Premier intentan hacer de las suyas. Ya en su día tuvo que pedir perdón por movilizar a sus aficionados hasta Basilea en un partido de la Europa League. Klopp, con sus comentarios, animó a que 26.000 ingleses viajaran pese a que la mitad podía no tener ni entrada. Poco después se tuvo que retractar al poner al borde del colapso la ciudad.
Sin embargo, es durante los momentos de crisis donde ha intentado usar su 'poder' para mejorar la sociedad como en esta última época de covid. "Es inaceptable", indicó el Liverpool en un comunicado cuando sus aficionados celebraban en las calles cuando la pandemia castigaba en 2020. "Se lo debemos a los más vulnerables", criticó también Klopp para intentar reconducir la situación.
El alemán, de hecho, se convirtió en una referencia durante la pandemia y no precisamente por sus conocimientos. Siempre pidiendo que se respetaran las medidas de restricción, el técnico acabó con la moda de preguntar a rostros famosos sobre la pandemia. "Tenemos que hablar sobre estas cosas de manera correcta. No gente sin conocimiento al respecto como yo. Y esa gente -la que sabe- dirá al público haz esto, haz lo otro y todo estará bien o no. Pero no los entrenadores de fútbol", recalcó Klopp. "Yo llevo una gorra y voy mal afeitado". Jürgen al 100%, pues pasó del silencio de la Covid-19 a la crítica contra la homofobia al condenar duramente cánticos de este estilo entre sus aficionados.
Carácter por respeto
La ideología desgranada por los que le conocen parece haber quedado en evidencia en su día a día en el fútbol. Porque Klopp, como era de esperar, nunca se ha callado. El alemán no acostumbra a ser polémico, sino que suele optar por un perfil más directo y claro ante la prensa. Sonriente pero tajante. Amable pero clarividente. Sin embargo, en ciertas temáticas, la sinceridad puede llegar a estar de más. Y Klopp lo sabe.
Sus primeras tensiones conocidas llegaron en el Dortmund, donde era consciente de que tenía que proteger a un club por entonces 'pequeño'. El Borussia era un histórico, pero su pelea en la Champions League era más cosa del pasado que del por entonces presente. Klopp le dio la garra que necesitaban para crecer en el fútbol continental, aunque en ocasiones eso supusiera perder los papeles.
Klopp los perdió, pues llegó a ser sancionado por la UEFA tras encararse con el cuarto árbitro en 2013. También tuvo sus más y sus menos cuando Tévez, entonces en la Juventus, celebró un gol que a Klopp no le hizo ni gracia. Pero todo ello ha quedado en nada respecto a sus pronunciamientos en Inglaterra, donde no ha tenido reparos a ir contra Guardiola y su Manchester City, ni tampoco contra la UEFA.
Luchas con Guardiola
Sus 'peleas' con el técnico español son de las más seguidas en el fútbol inglés. En 2019 tuvieron uno de sus grandes enfrentamientos. El City siempre ha sido muy criticado por los gastos en el mercado, pues Guardiola acumula más de 1.000 millones de euros en fichajes pese a que aún no han conseguido ganar su ansiado objetivo, la Champions League.
Klopp recriminó que el City "nunca camina solo" en referencia al apoyo de los 'petrodólares' y Guardiola le echó en cara el gasto realizado por su propio equipo. Repitieron enfrentamiento hace unos meses, cuando el técnico alemán se quejó de favoritismo al City por tener dos semanas más de descanso. "Me sorprende, pensaba que Jürgen no era ese tipo de entrenador", replicó Guardiola.
Y, nuevamente, el técnico de Anfield ha salido en defensa del Fair Play Financiero. Klopp señaló a clubes-estado como el City o el PSG, que gastan en exceso mientras los tradicionales no pueden sumarse a esa oleada de gasto en el mercado. También metió en esa lista al Chelsea, liderado por el ruso Abramovich. En defensa de un fútbol más justo, Klopp no dudó en pronunciarse. Guardiola, como era de esperar, también le replicó sumando un nuevo capítulo a su historia de desencuentros.
Señalamiento a la UEFA
Klopp, sin embargo, no solo se ha enfrentado a entrenadores reconocidos y a clubes con polémicos y excesivos gastos en el mercado, sino que también ha tenido sus enfrentamientos con la UEFA. Más allá de esos inicios donde los conflictos con los árbitros eran habituales, el técnico alemán se atrevió a mojarse cuando la Superliga encendía al fútbol inglés. Reino Unido jugó un papel fundamental para frenar el proyecto. Su respaldo a la UEFA resultó clave en una guerra que aún dura. Pero, lejos de plegarse ante los de Ceferin, Klopp también se mostró rebelde ante el poder.
Celebrar el fin de la Superliga no iba acompañado de celebrar el nuevo formato de la Champions. "No es genial", se posicionó Klopp. "Los únicos a los que nunca preguntan nada es a los entrenadores, jugadores y aficionados", recriminó a una UEFA que no les tuvo en consideración. "Ya estamos al límite". Una advertencia que llegó cuando el viento soplaba en contra. Un destello más de la personalidad de Klopp, un tipo de izquierdas con sueldo millonario y carácter guerrero que se codea con la élite del fútbol europeo.
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