La amenaza de la Superliga Europea está a punto de ser más real que nunca para la UEFA. El nuevo proyecto está en marcha, como ha quedado claro con las últimas filtraciones, y será público cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) se pronuncie sobre la denuncia al organismo europeo por infringir la ley de competencia de la Unión Europea al impedir que los principales clubes crearan una Superliga separada.
En la reformada Superliga se dejarán atrás ideas como la de los miembros permanentes y se abre la competición a una segunda división, entre otras medidas. Los clubes fundadores, de los que se mantienen Real Madrid, Barcelona y Juventus, han escuchado las principales quejas que federaciones y aficionados profirieron cuando se anunció meses atrás la competición.
La UEFA, a la que la justicia acorraló cuando se dio un ultimátum para que levantara las sanciones contra los clubes fundadores -a lo que accedió-, sigue debilitándose también fruto de sus propias decisiones. La que más está pesando es la remodelación que quiere llevar a cabo en el sistema del Fair Play Financiero y que solo beneficiaría a los clubes-estado, véase el PSG (Catar), Manchester City (Emiratos Árabes) y ahora el Newcastle (Arabia Saudí).
El plan de Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, es acabar con el modelo actual del Fair Play basado en no gastar más de lo que ingresas. Lo que llegaría al fútbol europeo sería un modelo en el que los clubes pueden gastar y si exceden el límite del 70% del salario, pagan una multa. Un impuesto de lujo, al fin y al cabo, ya que cualquiera podría aumentar su límite si pasa por caja, evitando otros castigos como la expulsión de competición europea. Más fácil para los nuevos ricos.
Muchos clubes están cansados de ver, por ejemplo, que los clubes-estados son los que dominan continuamente la lista de fichajes más caros. El último verano fueron los 117 millones pagados por el City por Jack Grealish o los 115 'kilos' invertidos por el empresario ruso Abramovich para su Chelsea en el fichaje de Lukaku. El PSG, por su parte, fue capaz de inscribir a Messi, Sergio Ramos, Donnarumma o Wijnaldum, fichar a Achraf por más de 60 millones y mantener a Mbappé en su plantilla.
'Palos' al nuevo Fair Play
La UEFA sigue dando cuerda a los petrodólares y las quejas ya se escuchan desde fuera de la Superliga. Los apoyos a Ceferin cuando se anunció la competición impulsada por Florentino Pérez llegaron de las federaciones y de clubes puntuales como el PSG, pero fue el fútbol alemán el que más se volcó con el organismo europeo. Que no hubiera representantes germanos en la Superliga por su rechazo a operar a espaldas de la UEFA y la postura 'antiSuperliga' del Bayern Múnich eran un colchón. Algo está cambiando.
Necesitamos un Fair Play Financiero 3.0 que se aplique de forma estricta, consecuente y coherente
La filtración de los puntos claves de la nueva Superliga llegó desde Alemania, publicado por el famoso semanario de negocios Wirtschaftswoche, y desde el país germano habló hace poco más de diez días una voz tan autorizada como Karl-Heinz Rummenigge, leyenda del Bayern y quien hasta verano hacía las veces de presidente de la junta directiva bávara. Cargó contra el Fair Play y la reforma de la UEFA:
"Necesitamos un Fair Play Financiero 3.0 que se aplique de forma estricta, consecuente y coherente. Además, este debería incluir un listado concreto de sanciones. Si un club se salta las normas del Fair Play Financiero, no debería permanecer en una zona gris hasta que se resuelva la situación. Debe saber exactamente a qué se enfrenta por saltarse las normas, incluyendo hasta una posible expulsión de la Champions League", señaló.
El control de la Superliga
Uno de los puntos claves del documento de la reformada Superliga sobre la necesidad de un cambio es claro: "Control financiero inadecuado". Es la realidad del fútbol europeo actual y de la que reniegan cada vez más. Por su parte, la nueva competición pretende contar con un estricto cumplimiento de unas normas de control financiero y sin superar en gastos un porcentaje de los ingresos propios que genera cada club. Resultado: una sostenibilidad financiera con un marco de gasto que frenaría un desembolso descontrolado de los clubes-estado.
Las palabras de Rummenigge tienen peso. Primero por su condición de leyenda bávara que, sin estar ya dentro de su directiva, sigue velando los intereses del Bayern y segundo, aún más importante, porque es miembro de la ECA y eso supone una brecha dentro del sistema creado por Ceferin que colocó a Al-Khelaifi al frente de la asociación de clubes y al propio Rummenigge como representante en el Comité Ejecutivo de la UEFA.
El plan del presidente de la UEFA se desmorona y la Superliga coge fuerza. De momento, lo que se conoce es que hasta ocho clubes están dispuestos a firmar un acuerdo vinculante para ingresar en la Superliga. Esta vez sus nombres se mantienen en secreto, pero se abre el prisma más allá de clubes españoles, ingleses e italianos como la otra vez. El cambio empieza a ser imparable.
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