El histórico Deportivo de La Coruña descendió a Segunda División en 2018. Dos años después, los gallegos cayeron al infierno de la Segunda B. Y tras la reforma de la competición, el equipo se mueve en la conocida como 1ª RFEF con el objetivo de subir a la categoría de plata. Una situación que contrasta con la del equipo juvenil, campeón de España en 2020 y ahora una de las revelaciones de la Champions de su categoría, la UEFA Youth League.
El filial ha despertado el interés de los aficionados, esperanzados también por el impulso de una cantera que quiere su sitio en el primer equipo. Y, de igual manera, han visto en un ídolo del deportivismo como Manuel Pablo el hombre perfecto para guiarles hacia la historia. El exjugador, desde el pasado verano entrenador del equipo de A Coruña en dicha categoría, está logrando lo que hasta hace unas semanas parecía imposible.
Manuel Pablo atiende a EL ESPAÑOL para analizar la heroica que quiere firmar con los más jóvenes del Deportivo y para dar las claves de lo que está siendo una revolución. Porque remontar un 3-0 y meter más de 12.000 espectadores en Riazor para un partido de categoría juvenil no merece otro calificativo. Como recuerda el entrenador a este periódico, se sienten "como un invitado a una fiesta" que no quiere más que recompensar a los aficionados volcados con los más jóvenes.
La historia del juvenil comienza hace unos meses. El equipo entrenado entonces por Óscar Gilsanz se imponía al FC Barcelona en la gran final. Los culés peleaban contra una sequía de diez años. Los gallegos contra otra de 25. Noel, ahora canterano de referencia en el primer equipo e internacional con la sub19 de España, ató con un doblete un 3-1 que dejó al Deportivo celebrando entre lágrimas. Sin embargo, más allá del título, les esperaba un billete para la UEFA Youth League.
El formato de la competición permite que los campeones nacionales tengan un camino para pelear por el premio continental. Si los filiales de los clubes de Champions ya tienen su participación atada, los campeones nacionales tienen que disputar dos eliminatorias de ida y vuelta hasta llegar a los playoffs. Ahí se las verán contra un segundo de grupo y a partido único con el punto positivo de jugar como local. El vencedor pasará a cuartos y continuará con el camino habitual al título.
El Dépor aprovechó ese camino, aunque estuvo muy cerca de decir adiós. El MKS Pogoń les endosó un 3-0 en primera ronda que hacía temerse lo peor al filial gallego. Con lo que no se contaba fue con los 9.000 espectadores que acudieron a Riazor para lograr la remontada. El club se volcó con la promoción y los jugadores hicieron el resto (4-0). En la siguiente ronda, el Maccabi Haifa se llevó un 5-1 que tendrán que remontar, rozando ya el milagro, el próximo 8 de diciembre.
El control emocional
Manuel Pablo, técnico de este equipo de ensueño, no duda en asegurar a EL ESPAÑOL que están viviendo todo "como algo que es muy difícil de conseguir y de repetir". "Como un invitado a una fiesta, intentando pasarlo bien, disfrutar de este momento y nada más", asegura calmado a este periódico. Sin embrago, pese a la tranquilidad del exjugador, es evidente que el choque de la realidad vivida pasa factura.
"Es difícil por el impacto que está teniendo para nosotros y nuestra afición.Es difícil de gestionar las emociones, pero se intenta". De hecho, la adaptación a ser estrellas juveniles ya tuvo resultado en esa segunda eliminatoria donde los chicos "a nivel emocional estuvieron más tranquilos" a pesar de la presión que podían sufrir. Ellos querían "jugar, disfrutar y hacerlo bien". Se acomodaron a una "presión más bien de tener exigencia en sí mismos" que "es normal".
"Tenían el apoyo de toda la gente y esa exigencia de tener un resultado en contra. Todo unido hacía que la presión fuera mucha sobre ellos", recuerda Manuel Pablo sobre la remontada al MKS Pogoń en Riazor. Y es que esa prueba de fuego hizo que fueran "más precavidos en la siguiente eliminatoria" manteniendo "la misma exigencia, pero sabiendo que cualquier mal día" puede obligarles "a ir siempre al límite".
Un grupo sin tiempo
La remontada y el resultado ante el Maccabi podría hacer pensar que los jugadores están ya acostumbrados a disputar partidos de tal calibre. Pero nada más lejos de la realidad, pues el tiempo para preparar entre todos el partido es escaso. "Intentamos, sobre todo los entrenadores, sacar la máxima información que podemos de lo que vemos. A nivel táctico alguna cosa, pero muy poca porque como se juntan dos o tres grupos para entrenar...", reconoce Manuel Pablo.
"Para esta eliminatoria solo tuvimos un día a todos los jugadores juntos. Hay que tener las cosas muy claras, saber lo que hemos hecho y lo que hemos conseguido para seguir la misma línae de ser valientes. Con el apoyo de la gente sabemos que podemos hacer cosas importantes". A partir de ahí, las estrategías son simples: "Se busca alguna situación táctica en salida y en presión. Después, una idea de cómo queremos la circulación". Y con eso y una grada a rebosar, hasta la victoria.
"La mayoría jugaron juntos la temporada pasada, pero ahora están en grupos diferentes. Están comprometidos y se entienden todos a la vez". Una unión que por el momento está rozando los playoffs de la UEFA Youth League.
Riazor recobra la vida
"Sí, nos sorprendió". Ni Manuel Pablo se esperaba que la grada respondiera de la manera en que lo hizo en una eliminatoria que tenían casi perdida con un 3-0. "El club hizo una gran promoción desde el día que veníamos de Polonia. El impacto de que el club creyera en la remontada, que lo asimilara con lo que hicimos años atrás con el Milan, a la gente le enganchó". Un partido de la Youth League acondicionado como si fuera el el partido de Champions de la 2003/2004 donde los gallegos superaron un 4-1 en contra.
"En el campeonato de España la gente ya estaba enganchada a este equipo, como con Noel que está en el primer equipo", advierte a este periódico. Pese a ello, la situación actual es diferente y no sería raro que los jugadores se vean ante un panorama nunca antes vivido. Una alucinación completamente real.
"Sé que lo estaban. Yo esperaba algo por las entradas que había. Iba a haber un ambiente de los de antes -en Riazor-, aunque fuera con menos gente. El impacto para ellos era el mismo que para nosotros el de Champions. Ya tienen ese recuerdo para guardarlo en su carrera deportiva", asegura Manuel Pablo a EL ESPAÑOL, sin olvidar que "no es fácil" porque "al final son juveniles". "Se viven ambientes de Champions donde la gente está animando desde el principio al fin. Son momentos para guardar".
Por delante queda cerrar el círculo ante el Maccabi Haifa. Y también poder tirar del primer equipo, que puede recibir el impulso de un filial que ilusiona. "El primer equipo está también ilusionando por la gente que hay del juvenil, pero también por el rendimiento que está dando", subraya Manuel Pablo. "Es lo que tiene que hacer un equipo para ilusionar a su gente que ya de por sí siempre está ilusionada. Lo único que tiene que hacer es rendir para tener a la gente detrás". Palabra de histórico que quiere aumentar su leyenda en los banquillos.
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