El asunto de Joshua Kimmich se ha convertido casi en un caso de estado en Alemania. El futbolista del Bayern Múnich, uno de los jugadores más relevantes del fútbol germano de los últimos años, está teniendo su temporada más convulsa y todo por culpa de su postura con las vacunas contra la Covid-19. No se ha inmunizado y crece el debate sobre si debería jugar.
Kimmich se perdió el partido de este viernes del Bayern contra el Augsburgo (con derrota para su equipo por 2-1) y todo apunta a que se perderá el del próximo martes en Champions League. El motivo es que está en cuarentena después de haber estado en contacto con una persona contagiada con coronavirus, después de haberlo estado ya solo unos días antes tras saltar el positivo de Niklas Süle, compañero en el Bayern, durante la concentración de la selección alemana.
A Kimmich, que prefiere esperar a tomar una decisión cuando se estudien bien los efectos secundarios de las dosis, se le ha juntado todo en un corto espacio de tiempo y su caso está siendo más mediático que los de otros compañeros como Gnabry o Musiala, los cuales tampoco se han vacunado. El centrocampista se ha quedado sin jugar este fin de semana al tiempo que crece el debate sobre si él (y el resto de su condición) deberían ser excluidos por norma general hasta que no estuvieran vacunados.
Mientras en Alemania crece la crítica, su entrenador Nagelsmann intenta defenderle: "Esto no es Alaska, donde pasa un alce cada 750 kilómetros y un ser humano cada 1.400 kilómetros, estamos en la civilización [...] Los jugadores no vacunados entienden que engañarían a sus compañeros de equipo y al club si tienen que volver a ponerse en cuarentena. El riesgo para los futbolistas que no han sido vacunados es mucho mayor si se pierden partidos y entrenamientos".
Nagelsmann, que se reconoce como un firme partidario de la vacunación, no quiere juzgar a las personas (sus jugadores en este caso) que no quieren vacunarse: "Los trato con mucha normalidad, no son malas personas para mí".
Situación en Alemania
Todo ello ocurre en un momento en que Alemania acumula un pico tras otro de incidencia semanal acumulada de contagios -este viernes se situó en 340,7 casos por 100.000 habitantes- y mientras las autoridades del país aumentan la presión sobre los no vacunados.
La situación es especialmente álgida en Baviera, cuyo gobierno ha decretado el cierre de la vida pública en aquellos distritos en que se supere el nivel de incidencia acumulada de 1.000 casos.
A eso se le suma que la campaña de vacunación en el país germano lleva estancada desde verano por ese escepticismo que se hace evidente en Kimmich, al haberlo expresado públicamente. De momento, solo un 67,7% de la población ha recibido la pauta completa de la vacuna y un 70,2% al menos la primera dosis. Alemania está lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño y crece el nerviosismo ante la llamada 'sexta ola'.
Cerco a los escépticos
En la zona bávara hay ya fuertes restricciones a los no vacunados, que no tienen acceso a bares, restaurantes y otros espacios públicos cerrados como hoteles. De hecho, a Kimmich ya le impidieron acudir a la concentración con el resto de sus compañeros por este motivo.
Pero las medidas podrían no acabar ahí y ser más graves para el centrocampista si mantiene su decisión y la situación no mejora en Alemania. Desde el 1 de noviembre, en Alemania, una empresa de más de 10 trabajadores no está obligada a pagar toda la nómina a un empleado si este no está vacunado, se contagia y no puede ejercer su profesión. Los clubes deportivos están incluidos, por lo que si Kimmich acabara dando positivo podría encontrarse ante dicho frente.
Peor aún sería si Markus Söder, primer ministro de la región de Baviera, acabará al final llevando a cabo una posibilidad que ya ha planteado a viva voz: imponer la vacuna obligatoria para jugadores de fútbol como una forma de dar una señal a la población. De negarse, la alternativa sería no poder jugar.