"Incluso hoy, a un año, es difícil de creer y de dimensionar". Quien habla es Mariano Verrina, periodista argentino que dio en Clarín la primicia sobre la muerte de Diego Armando Maradona. El 25 de noviembre de 2020 contó la noticia que paró el mundo. 365 días después, 'El Pelusa' sigue estando de actualidad casi a diario.
Mariano, cuenta a EL ESPAÑOL, no podrá olvidar nunca aquel día: "Fue una mañana en la que aún no había arrancado mi horario laboral. Estaba en mi casa, tomando unos mates, cuando empezaron a surgir rumores sobre supuestos movimientos extraños en el barrio en el que Diego vivió sus últimos días en Tigre, tras la internación. Fueron minutos de averiguaciones, de contactos que iban transmitiendo la gravedad del caso. Hasta que un mensaje de WhatsApp de una fuente inobjetable devolvió el contundente: 'murió'. Fue shockeante indudablemente".
Pero antes hay que retroceder unos días para llegar hasta la muerte del mito. El 30 de octubre de 2020, Maradona celebraba su 60 cumpleaños y solo tres días después, el 2 de noviembre, era hospitalizado por un cuadro de anemia y depresión. Nada a priori preocupante, pero las alarmas saltaron cuando se supo que se le había sometido a una cirugía para corregir un hematoma subdural en la cabeza. Tan solo nueve días después le dieron el alta.
Las siguientes dos semanas, hasta su muerte, no se movió del mismo lugar, una casa ubicada en el barrio privado San Andrés, en la localidad de Tigre. Allí pasó sus últimos días entre amigos, familiares y, sobre todo, médicos: "Estábamos en alerta porque había sido internado y había pasado por una operación inesperada en la cabeza. Sabíamos de su cuadro de adicción al alcohol y de la depresión que se acrecentó por el aislamiento. Sabíamos de su inestabilidad y que tenía cada vez menos motivaciones. Pero no imaginamos nunca el desenlace fatal en esos días", relata Mariano Verrina a este diario.
En el periodismo, más aún en la era digital, es habitual adelantarse a los acontecimientos para estar preparados y a Mariano le pidieron días antes de la muerte de Maradona que escribiera su obituario. Por si acaso. "Sinceramente, no creíamos que se fuera a tener que dar tan pronto", recuerda.
A las 13:07 horas del 25 de noviembre de 2020 se hace pública la muerte de Maradona. Lo da el diario Clarín después de que cincuenta y ocho segundos antes Verrina enviara al jefe de Deportes del diario, Martín Voogd, el mismo mensaje que le llegó a él. Una palabra. Murió. "Fue todo bastante rápido, pero al mismo tiempo pareció eterno. Nadie tomaba real dimensión de lo que estaba ocurriendo", rememora el periodista argentino.
En San Andrés, el movimiento empezó mucho antes. En la noche del martes 24 de noviembre, Diego Maradona se acuesta en su dormitorio en torno a las 23:30 horas. Se despide de Jonathan Espósito, hijo de María Rosa, hermana mayor del Diez, que residía en la vivienda y es al último al que leyenda del fútbol ve con vida.
En la casa también solían estar empleados de seguridad, la cocinera Romina Rodríguez 'Monona' y enfermeros que rotaban cada 12 horas. A las 6:30 del día 25 empezó la rutina de cada día cuando Ricardo, el enfermero de noche de aquella jornada, se marcha tras observar que Diego descansaba en la habitación y "respiraba". Una hora más tarde, a las 7:30, la enfermera que dio el cambio a su compañero, Gisela Madrid, escucha a Maradona moverse en su habitación.
El siguiente salto en el tiempo es hasta las 11:30 horas, cuando se vuelven a abrir las puertas de la habitación para que Carlos Díaz, psicólogo, y Agustina Cosachov, psiquiatra, hagan su visita rutinaria al Pelusa. Este no reacciona y media hora después un médico que vivía cerca, y acudió a la llamada, certifica la muerte del exfutbolista, según la autopsia.
Durante aquella mañana, hasta 56 personas pasaron por la casa de Tigre. Para cuando empezaron a llegar los familiares, entre ellos sus hijas Jana y Dalma y su exesposa Claudia Villafañe, en torno a las 14:00 horas, la noticia ya había salido en los medios. Esta vez era verdad y no una de esas tantas en las que se 'mató' a Maradona sin verdadero conocimiento. El periodista que tuvo la primicia no daba crédito: "Todos queríamos creer que era una nueva fake news sobre la muerte de Diego como tantas otras. Pero en mi caso, cuando recibí la noticia, sabía que era cierta", cuenta.
La vivienda de Tigre
Maradona murió de una "insuficiencia cardíaca congestiva crónica que generó edema agudo de pulmón", como decía la primera autopsia preliminar publicada la noche del día de su fallecimiento. A todo aquel que pisó la vivienda y no lo había hecho hasta entonces le llamó la atención el lugar en el que estuvo recluido Diego desde que fue dado de alta del hospital. "Si ves dónde falleció Diego, te morís", fueron la palabras de Claudia Villafañe para Óscar Ruggeri, excompañero y amigo del Diez.
La vivienda era de dos pisos, pero con ninguna habitación en la de abajo. Dado que Maradona tenía problemas para subir y bajar escaleras, le dejaron en una sala de juegos en la que colocaron una cama doble y una pared improvisada para separar su 'cuarto' de la cocina. Ahí comía y dormía y al lado tenía un inodoro químico portátil en el que hacía sus necesidades. En esos 14 días apenas se movió para dar unos cortos paseos alrededor de la casa.
Lo que ha venido después de la muerte de Maradona, incluso hasta día de hoy, ha sido casi igual que lo que fue la vida del astro: indefinible. Empezando por la despedida a lo grande que le dio Argentina a su ídolo y que Verrina describe a EL ESPAÑOL así: "Fue un velorio popular y a la vez una celebración, un homenaje, un agradecimiento. En medio de la pandemia, cientos de miles de argentinos fueron a despedir a la persona que tantas veces los representó, el mismo Diego que les sacó una sonrisa, el que hizo felices a los más postergados y nunca se olvidó de ellos. Fue una mezcla de tristeza y gratitud. El pueblo argentino nunca olvidará ni dejará morir a Maradona".
Todavía se vive una sensación de incredulidad masiva en torno a la muerte de Maradona
Ha pasado un año y parece que Maradona vive porque su nombre está día sí y día también en los periódicos, en la radio y en la televión. "Porque su legado vive en las paredes de los barrios, en las villas, en los potreros que aún quedan en pie, en los tatuajes, en las banderas, en fotos, videos, canciones...", dice Verrina. Y continúa: "¿Cómo se explica que niños de 5 o 10 años vean una imagen de Diego y lloren? Si nunca vieron sus goles. Hay un costado inexplicable, hipnótico y mágico de su figura. No puede simplificarse solo a un jugador de fútbol. Es un ícono popular que representa, a mi modo de ver, mejor que nadie a la argentinidad. Con todas sus contradicciones, sus conflictos y sus imperfecciones".
Verrina pasó años contando la vida de Maradona, "el que un lunes podía ser el más amable y un martes el más odioso", y curiosamente se ha apartado en cierta manera de él tras su muerte porque "sin Diego, hay mucho espacio para escarbar en la mugre" y prefiere no meterse en todo ese tira y afloja de versiones y causas judiciales.
Su recuerdo del 'Pibe de Oro' siempre será uno que guarda de la última y única vez que le vio en persona, para entrevistarle, en Culiacán, México: "Me quedo con su sonrisa genuina, infantil, cuando vio que había llevado para la producción fotográfica una remera de la selección argentina. La vio salir del bolsito y se le encendieron los ojos".
El primer aniversario de la muerte de Diego es distinto al de cualquier otro humano y la primera persona en hacer pública su marcha para siempre lo ve así: "En estos 365 días, Maradona se resignificó en libros, en documentales, en murales, en tatuajes, en canciones, en homenajes. Sigue latiendo. Un año creo que es poco tiempo para tomar distancia o analizar semejante suceso. Pienso que todavía se vive una sensación de incredulidad masiva. Hacemos todo lo posible para construir un relato paralelo y tenerlo vivo. Cada vez más vivo". Año I después de Maradona.
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