La magia del fútbol paró una guerra civil por unas horas. La primera victoria de la selección de Yemen de fútbol Sub15 en la tanda de penaltis sobre Arabia Saudí en la final de la octava edición del Campeonato de Asia Occidental supuso una alegría tanto en las áreas controladas por las fuerzas gubernamentales prosaudíes como en las que ocupaba los rebeldes proiraníes hutíes. Un grupo de jóvenes ponía paz, tal y como informaba el medio local Khuyut, dentro de una situación en la que la lucha por el poder ha llegado tan lejos.
Los combates entre tropas leales al gobierno yemení –que cuenta con reconocimiento internacional– y los hutíes –respaldados por Irán– desplazaron el mes pasado a más de 25.000 personas, según informó Naciones Unidas. El conflicto en Yemen comenzó en 2014, cuando los rebeldes tomaron el control de Saná, la capital. Un año después una coalición liderada por Arabia Saudí intervino en la guerra para tratar de restaurar el gobierno. Recientes combates en Hodeida, por donde pasan 70 por ciento de las importaciones del país, agravan la situación humanitaria.
Todo esto también ha afectado al mundo del fútbol. Jugadores asesinados, secuestrados u obligados a cambiar de profesión cuando no han encontrado un club en el extranjero, estadios destruidos, competiciones paralizadas... Ese es el resumen que hacían este verano en el medio Courrier International con respecto a la situación del fútbol en el país oriental. Estos minutos de paz fueron un alivio, aunque duró poco tiempo.
Al menos cinco personas murieron, entre ellas una niña de cinco años, y más de un centenar resultaron heridas durante una celebración con ráfagas de disparos al aire. Esto volvió a recordar la situación por la que pasa el país. Miles de personas dispararon este lunes al aire con sus metralletas AK-47 para festejar la victoria causando estas bajas, según informó el Ministerio de Salud del Gobierno de los rebeldes hutíes, contra los que Arabia Saudí actúa en el Yemen en apoyo del Ejecutivo reconocido internacionalmente.
Siete años de conflicto
La guerra en Yemen, que ha durado siete años, habrá cobrado 377.000 víctimas, unas 227.000 por hambre, falta de agua potable y enfermedades y 150.000 por combates en este punto de 2021. Con millones de personas desplazadas y más del 80% de la población de alrededor de 30 millones de personas que dependen de la ayuda internacional, el país es el escenario de una de las peores crisis humanitarias del mundo.
"No estamos exagerando diciendo que la lección que estos jóvenes lobos nos enseñaron en esa noche eterna del 13 de diciembre habla más fuerte que cientos de discursos largos y repugnantes, o lecciones de patriotismo que la política y sus malas prácticas que están tratando de inculcar", explicaba la crónica del medio yemení citado anteriormente. Todos estos ganadores del Campeonato de Asia Occidental han crecido en un ambiente hostil.
El estadio Al-Tilal SC, uno de los clubes más populares de Yemen, ubicado en la ciudad de Adén, se convirtió en una zona de guerra más. Allí, de todas formas, hay algunos partidos entre los futbolistas profesionales que quedan en el país, ya que la mayoría de ellos ha salido con dirección a Catar, Omán, Jordania o Irak, y otros aficionados. Solo la selección masculina continúa entrenando y participando en competencias internacionales, pero fuera del país y utilizando solo jugadores que juegan en el extranjero.
Una lección
En las ciudades que en los últimos años han sido sacudidas por ataques aéreos, bombardeos y bombardeos, la gente se lanzó a las calles para celebrar, aprovechando la oportunidad para saborear, aunque solo sea por un momento, el sabor olvidado de la alegría desinhibida. Más de 10.000 niños yemeníes han sido asesinados o mutilados desde 2015, según datos de la ONU. Los supervivientes fueron los que llevaron a la gloria al país.
El lunes por la noche, todos los canales y medios de comunicación controlados por diferentes facciones yemeníes transmitieron la cobertura en directo del evento mientras miles de fanáticos estaban pegados a pantallas gigantes en las calles. Los comentaristas explicaban durante la retransmisión que este es el único evento que ha unido a los yemeníes durante más de una década. Este estado de ánimo sirvió para que la población pidiera sacar provecho de este éxito y trabajar para poner fin a la guerra.
Los héroes de 15 años han recordado al país de Yemen que se puede vivir en paz. Empresarios, celebridades, compañías de telefonía móvil, bancos y funcionarios del gobierno donaron decenas de miles de dólares a los jugadores del equipo victorioso y al personal administrativo. Según las promesas que se pueden leer en las redes sociales y relatan los canales locales, cada jugador yemení recibiría 60.000 dólares. En cualquier caso, el mejor premio sería el del fin de la guerra.
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