Lionel Messi hizo historia en 2021. No tanto por su séptimo Balón de Oro que le volvió a encumbrar -no sin polémica- como mejor jugador del planeta, sino más por su salida del Fútbol Club Barcelona contra todo pronóstico. El delantero argentino no alcanzó un acuerdo contractual que se ajustara a los límites salariales de la entidad azulgrana y se convirtió en agente libre. En apenas unas horas firmó por el Paris Saint-Germain e inició una nueva etapa. Este 2022 servirá para comprobar si su elección fue un acierdo o si tanto Messi como el Barça han salido perdiendo.
Por el momento, lo que es evidente es que el conjunto catalán ha sido el más perjudicado. En primer lugar, por haber dejado escapar de forma gratuita a un jugador por el que podían haber sacado un rendimiento económico. Pero, además, también ha quedado reflejado que el equipo culé no ha podido encontrar a un recambio de similiares capacidades. Al Barça le falta gol y liderazgo, justo lo que daba Messi y que permitió salvar la pasada temporada.
Sin embargo, la llegada de Leo Messi tampoco ha ido acompañada de una revolución en París. Sí en cuanto a sentimiento y optimismo entre los aficionados parisinos, pero no del todo en cuanto a rendimiento deportivo. El argentino inició la temporada más tarde tras unos días de adaptación al equipo. Además, se cayó de varias convocatorias por unos problemas físicos. Y, cuando se esperaba que se reincorporara tras el parón navideño, el PSG ha confirmado que se encuentra aislado en Argentina tras dar positivo por la Covid-19.
Messi, entre tanto contratiempo, se ha quedado en 16 partidos disputados y únicamente seis goles (y seis asistencias) con la camiseta del Paris Saint-Germain. Unos números muy alejados del que está demostrando ser el verdadero líder en el terreno de juego: Kylian Mbappé con 15 goles en 24 partidos y una media de un tanto cada 134 minutos frente a los 219 que necesita Messi para ver portería.
La gran prueba tanto para el argentino como para el proyecto de Al-Khelaifi será ante, casualmente, el Real Madrid. El club merengue medirá las aspiraciones francesas en los octavos de final de la Champions League. Un emparejamiento marcado por el morbo de ver a Mbappé en el Santiago Bernabéu antes de su probable fichaje y, evidentemente, por el regreso de Leo Messi al que fue uno de sus estadios favoritos para marcar como azulgrana.
Su guerra con las cúpulas
Leo Messi llegó al PSG con cientos de personas en las calles, bengalas entre los aficionados y una rueda de prensa retransmitida a nivel mundial. No era para menos, pues la directiva del cuadro francés quiso aprovechar el tirón de un jugador como el argentino. El objetivo, además de promocionar el fichaje, era tratar a Leo Messi como una referencia del equipo pese a no haber pisado el césped todavía. Un trato cordial que contrasta con la tensión existente entre Leo y las últimas dos directivas del Barcelona.
Las conversaciones con Bartomeu se acabaron en el momento en el que Messi pidió salir y este le condenó a quedarse una temporada más. Sin embargo, cuando parecía que Joan Laporta podía arreglar un escenario bélico, el nuevo dirigente azulgrana realizó varias declaraciones que el entorno del jugador no terminó de comprar. La excusa del club fue que LaLiga no permitió inscribirle. El jugador, por medio de sus agentes y por él mismo, repitió hasta la saciedad que Leo había hecho todos los esfuerzos que estaban en su mano para continuar en el Barça.
El inicio de todo se produjo en agosto de 2020. Leo Messi envió un burofax al Barcelona pidiendo salir. El club se remitió a su cláusula, imposible de pagar por ningún club, e intentó cerrar el tema. Messi apretó y llegó a declararse en rebeldía sin acudir a los entrenamientos. Y después de semanas de mensajes y presiones, el argentino tuvo que confirmar que se iba a quedar para no acudir a los tribunales.
Por delante, el Barça tendría tiempo suficiente para intentar convencerle de que cambiara de opinión. Bartomeu dimitió antes de la moción de censura y la campaña electoral quedó marcada por ver quién podía asegurar la continuidad de Leo. Laporta, que partía como favorito, acabó haciéndose con la presidencia y las negociaciones con el entorno del '10' comenzaron para cerrarse cuanto antes. Sin embargo, todo fueron falsas esperanzas.
Laporta indicaba que todo iba bien. El entorno de Messi, aunque optimista, dejaba claro que no se había cerrado nada. Y el 5 de agosto, por medio de un comunicado, el Barça hizo oficial la salida de Leo Messi. El club dijo que LaLiga no permitía su inscripción tras presentar varias propuestas contractuales. Que todo estaba acordado con el jugador. Messi, por su parte, evitó defender la estrategia azulgrana y únicamente indicó que él había hecho todo lo posible para seguir.
El malestar de los Messi con el Barça de Laporta ha quedado contrastado. Y más después de que se filtraran declaraciones del presidente indicando que pidió a Messi que jugara gratis como forma de respeto por el club. El jugador, pese a todo, ya ha indicado que en un futuro quiere regresar al organigrama del Barça mientras Laporta intenta pasar página para no ser recordado como el presidente que no evitó el adiós de su mejor jugador de la historia.
Esta temporada 2021/2022 dará el aprbbado o el suspenso a cada una de las partes. ¿Ganó el Barça perdiendo a un Leo Messi cuyo contrato dejó al club al borde de la quiebra? ¿Acertó Messi eligiendo al PSG como nuevo proyecto en vez de hacer un esfuerzo sentimental por continuar en el Camp Nou? Si el Barça no gana títulos y el PSG fracasa en la Champions, el golpe habrá sido en ambas direcciones.
[Más información - El vestuario del PSG estalla ante Leonardo: necesitan 100 millones y ya hay quien se niega a salir]