La Copa del Rey vuelve a ser el torneo de todos. La competición que ofrece oportunidades también a los equipos modestos y que generalmente parten con menos opciones de levantar el título por sus plantillas más humildes y por sus menores capacidades en el ámbito económico.
Sin embargo, con el nuevo modelo impulsado por la actual Federación Española de Fútbol, ahora los modestos han hecho suyo el torneo dotándolo de un carácter más imprevisible. Ha recuperado toda su emoción y toda su esencia gracias a intentar equilibrar la lucha entre los poderosos y los pequeños. Es la famosa guerra entre los David y los Goliat del fútbol nacional.
Luis Rubiales se propuso reformar el sistema de la competición y lo ha conseguido. Dando mayor cabida a equipos que no parten como favoritos e introduciendo cada vez más clubes de las categorías más humildes de nuestro fútbol, la Real Federación Española de Fútbol ha conseguido crear una nueva Copa.
Y lo cierto es que este nuevo modelo está siendo muy aplaudido, pero también deja al descubierto un problema con la Supercopa de España. Este torneo, también reformado, es un producto con el que comercializar y que los modestos podrían hacer menos atractivo de cara al exterior. Esto se traduciría indudablemente en menor cantidad de ingresos.
El éxito del 2022
Los que querían una Copa del Rey más loca y más impredecible no podrán quejarse. Ya la tienen. Así lo ha demostrado la presente edición del 2022 que ya se encuentra en su fase final. Con solo cuatro equipos en liza, no queda ninguno de los llamados a ganar el torneo en un principio, o al menos de los favoritos por historia, nombre, tradición y calidad de las plantillas.
El último en caer fue el Real Madrid, eliminado por el Athletic en los cuartos de final. La Copa se resolverá sin que el líder de La Liga pueda hacer nada. Pero es que antes también habían caído el Sevilla de Lopetegui, el Atlético de Madrid del 'Cholo' Simeone o el FC Barcelona de Xavi Hernández.
Solo el Athletic, más por tradición que por presente, se mantiene en la pelea por un título en la que también está el Real Betis, el equipo de moda. Los de Pellegrini son el único representante del Top7 que sigue en pie. Y por detrás llegan el Valencia de Bordalás, que intentará aprovechar su hueco, y el conjunto revelación de la temporada, al Rayo Vallecano. El hecho de que estos cuatro equipos hayan llegado tan lejos responde a ese nuevo formato de eliminatorias a un solo partido que se pone en marcha desde el inicio y que perdura hasta las semifinales.
Con menos partidos hay menos opciones de que los grandes puedan arreglar sus tropiezos. Además, generalmente sus partidos los juegan fuera de casa. De hecho, conjuntos como el Real Madrid o el Barça se han marcado de la Copa del Rey sin llegar a jugar como locales. Eso propicia que desde primera ronda pasen apuros y que equipos como el Mallorca o el Cádiz hayan conseguido llegar hasta los cuartos de final.
Para seguir contribuyendo a la emoción de los encuentros, en esta ronda de semifinales se estrena otra medida. No habrá la regla del valor doble de los de goles fuera de casa, por lo que será una lucha de poder a poder y de igual a igual. El único rasgo que diferencia a los dos equipos es que, llegada la prórroga, se juega solo en casa de uno, el último local, algo inevitable lógicamente. Pero así es como ha ido creciendo esta Copa en los últimos años.
Una tendencia repetida
Estos cambios se introdujeron tras la llegada de Luis Rubiales a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol. Algunos de sus grandes proyectos eran reformar la Copa y la Supercopa, y de momento lo ha llevado a cabo con éxito. El exfutbolista llegó a su cargo en mayo del año 2018 y en la siguiente edición, la 2019/2020, este nuevo modelo ya entró en vigor.
Y los resultados no tardaron en verse. No hay más que comprobar que otra vez, los grandes se quedaron fuera de las semifinales. Real Sociedad, a la postre ganador del título, Athletic, Granada y Mirandés fueron los cuatro clubes que se quedaron para pelear por el trofeo. De hecho, Real Madrid y Barça se quedaron por el camino en los cuartos de final, y eso que los blancos jugaron como locales en el Santiago Bernabéu, mientras que equipos como el Atleti o el Sevilla fueron eliminados por la Cultural Leonesa y el Mirandés, respectivamente.
La siguiente edición, aunque no lo hizo de forma tan llamativa, volvió a demostrar que este nuevo formato favorece a los pequeños. El Levante consiguió meterse en la pelea con equipos de la talla de FC Barcelona, Sevilla o Athletic. Sin embargo, los granotas no pudieron con los leones y fueron los de Marcelino García Toral los que accedieron a una final, que después perdieron, con el equipo que por entonces entrenaba Ronald Koeman.
Pero incluso la realidad del campeón fue extraña ya que estuvo a punto de sucumbir ante el Granada en cuartos, a quien ganó 3-5 en la prórroga, o ante el Rayo Vallecano en octavos, a quien doblegó por la mínima, 1-2. Esa nueva edición evidenció los problemas de los grandes con las derrotas del Atlético de Madrid ante el Cornellà en segunda ronda y del Real Madrid ante el Alcoyano en su debut en la competición. Ahora, Real Sociedad y Barça esperan sucesor ya que otra tendencia marcada es que el campeón ni siquiera llega a las semifinales al año siguiente.
Problemas con la Supercopa
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Especialmente para aquellos que buscan el brillo del dinero. Si la Copa del Rey da lugar y hueco a los modestos y a los pequeños, esto se puede traducir en un menor nivel, al menos por nombre, de los equipos que se clasifican a la disputa de la nueva Supercopa de España.
A su llegada a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales también reformó esta competición que había perdido todo su interés. Dejó de jugarse a ida y vuelta entre el campeón de Copa del Rey y el de La Liga en verano para pasar a ser un torneo a cuatro, en formato Final Four entre los finalistas de las dos competiciones. Además, se jugaría en campo neutral y a un solo encuentro.
Pero no solo cambia de forma, sino también de fecha. Abandonó el verano y llegó al invierno, al mes de enero, justo después del arranque del año y del parón por Navidad. De esta forma se podía llevar a cabo el gran fin que tenía en mente Luis Rubiales, ser vendido como un producto atractivo al exterior, como un torneo apasionante entre grandes equipos.
Así es como la Supercopa de España llegó a Arabia Saudí donde las dos ediciones que allí se han disputado, una no se pudo celebrar por la pandemia, las ha ganado el Real Madrid. Sin embargo, a ambas llegó como campeón de La Liga y no vía Copa del Rey. La otra, la jugada en territorio nacional, fue para el Athletic.
Hasta ahora, el campeonato de la regularidad ha estado salvando esta situación que podría derivar en problema, ya que el auge de los modestos va en contra de hacer un producto atractivo al exterior.
Es de una lógica aplastante que aquellos que quieran comprar el torneo, como Arabia Saudí, y que paguen para que entre otras cosas se destinen recursos al fútbol no profesional, prefieren ver a Barça, Madrid o Atleti que a equipos como Rayo o Betis. Sin embargo, esto es lo que podría deparar la nueva Copa y su relación con la Supercopa de España.
Hasta el momento, Real Madrid y Barça se han mantenido en los tres torneos y les han acompañado equipos como el Athletic, la Real Sociedad, el Atleti o el Valencia. Sin embargo, el hecho de que este curso culés y colchoneros tengan muy difícil ganar La Liga o quedar segundos, podría propiciar que los equipos clasificados atraigan menos y generen un menor impacto mediático. Por ello, incluso dentro de un éxito, la Federación podría haber encontrado un pequeño (o gran) problema.
[Más información: Rayo Vallecano - Real Betis y Athletic Club - Valencia, los cruces de semifinales de la Copa del Rey]
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