Con 17 años Neymar ya era una estrella. El futbolista brasileño era apenas un adolescente y ya tenía a todo Brasil rendido a sus pies por su calidad futbolística y a todos los grandes clubes de Europa con la caña preparada.
Ahora, con 30 años, su carrera no ha sido ni mucho menos mala, ha conseguido muchos títulos, algunas distinciones individuales, pero siempre ha quedado con el '10' del PSG la sensación de que podría haber llegado a mucho más. Ahora, según France Football, no está ni entre los 30 mejores futbolistas del mundo.
Los últimos dos años no han sido fáciles para él, en realidad su carrera nunca lo ha sido. Desde muy temprana edad siempre tuvo el foco sobre él y la presión de ser la estrella de la selección brasileña y el heredero a un trono del fútbol que durante más de una década dominaron con puño de hierro Cristiano Ronaldo y Leo Messi.
Por edad y talento Neymar era el jugador perfecto para ser la cara visible del mundo del fútbol tras el luso y el argentino, pero una serie de decisiones deportivas, las lesiones y los problemas fuera del campo han impedido que se vea todo el potencial de uno de los mayores talentos de los que dispone el mundo del fútbol.
Tras cuatro temporadas en el Santos en el que deslumbró con sus cifras de goles, su velocidad y sus regates de fantasía, los grandes transatlánticos europeos hacían cola para firmarle, entre ellos el Real Madrid y el Barcelona.
Los dos grandes de España tienen una larga tradición de futbolistas brasileños, y el propio Neymar había estado en Valdebebas haciendo pruebas cuando era un niño. Aquello finalmente no cuajó y el joven volvió a Brasil.
Pero el verano de 2013 fue distinto, con 21 años Madrid y Barça pelearon por él hasta que el equipo azulgrana se llevó el gato al agua. En un principio se dijo que el coste del futbolista fueron 57 millones de euros, una cifra imposible según el Real Madrid, que aseguró que la operación se iba por encima de los 150 millones de euros.
Empiezan los problemas
Esa primera polémica en Europa por el precio de su traspaso que acabó en los tribunales fue el inicio de una carrera plagada de problemas extradeportivos. Su primer año en el Barça no fue el mejor pero, apadrinado por Messi, el brasileño fue creciendo a la sombra del argentino hasta convertirse en uno de los mejores del mundo.
Nadie dudaba de su talento, pero sí de si alguna vez sería el líder del Barcelona, dado el nivel de Messi y su alocado carácter. Tras cuatro temporadas en el Camp Nou decidió marcharse, quería ser la piedra angular de un proyecto y crecer por sí mismo para optar también al Balón de Oro y a ganar la Champions (cosa que ya hizo en Barcelona en 2015) siendo el líder de un equipo.
El PSG fue su destino, el nuevo rico de Europa empezaba a crear un equipo de ensueño con el brasileño y un joven Kylian Mbappé que ya asombraba al mundo. No le favoreció a Neymar ni el irse a una liga menos competitiva ni las numerosas lesiones que sufría año sí y año también.
Ya sean musculares o por contusiones, el internacional por Brasil ha sufrido múltiples lesiones a lo largo de su carrera. Por si fuera poco, había salido mal de Barcelona, el club le había renovado justo antes de irse y considero que no debía pagar más dinero al jugador.
Otro episodio que acabó en juicio y que, a la postre, le cerró la posibilidad de volver a Barcelona para siempre. Además, Neymar siempre había tenido sobre él el cartel de futbolista díscolo, y sus problemas personales también le acompañaron al verde. Incluso llegó a ser sospechoso de violación, algo que finalmente quedó en nada pero que dañó la reputación del jugador.
Su falta de adaptación a París y su entorno tampoco ayudaron a ver al mejor Neymar sobre el campo del Parque de los Príncipes en sus primeros años, en los que alternó momentos de máxima brillantez con meses de indiferencia futbolística.
Sobrepasado
En ese momento ya no parecía posible que Neymar fuera capaz de heredar la corona de Cristiano y Messi, de hecho, parecía que no sería capaz de sostener ni siquiera la corona de su equipo, al acecho de Mbappé.
El fútbol de Neymar era inconstante, pero sus problemas fuera del verde no. Tanto que se llegó a dudar de su verdadera calidad y ambición como futbolistas, algo que despejó en el verano de 2020.
En el año de la pandemia el fútbol frenó en seco, pero la Champions volvió en su fase eliminatoria en los meses de verano. En ese momento Neymar alcanzó su mejor futbol, parecía destinado a ser Balón de Oro y quedaba claro que estaba en plenitud. Sin embargo, perder la final de la Champions ese mismo verano contra el Bayern fue un palo deportivo del que le costó levantarse.
Neymar siguió ofreciendo, a fogonazos, el fútbol que atesoraba, pero insuficiente ante el huracán que estaba creciendo a su lado, Kylian Mbappé. El '7', parisino, se convirtió en el ojito derecho de la afición del PSG, que cuando el equipo fracasaba la tomaba con Neymar.
El último tren
Señalado en París, el club francés se llegó a plantear la opción de traspasarle, pero su prohibitivo contrato lo ponía imposible. Ahora, a sus 30 años, su plenitud física ya ha pasado y ha quedado a la sombra de Messi y Mbappé. El último palo se lo ha llevado tras anunciar France Football que ni siquiera está entre los treinta mejores futbolistas del mundo y nominados al Balón de Oro (como tampoco lo está Messi).
Una prueba de que Neymar se enfrenta a unos meses decisivos para su carrera. Su nuevo técnico, Gaultier, le ha apoyado y ha dicho que le ve en un gran estado de forma. Una confianza que puede ser clave para que Neymar pueda volver a ser uno de los mejores jugadores del mundo y el faro de su selección en un año en el que podría jugar su último Mundial.