El fútbol español lleva paralizado más de 24 horas por los escándalos que han salpicado al FC Barcelona y al antiguo colegiado y exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros José María Enríquez Negreira. Las sombras de un posible amaño deportivo caen sobre el conjunto azulgrana y también sobre el estamento arbitral, el cual ha quedado manchado por culpa de este personaje que se ha convertido en el rey de la actualidad.
Las primeras informaciones aportadas por SER Cataluña alrededor de la figura de José María Enríquez Negreira apuntaban a que el excolegiado había recibido de parte del FC Barcelona pagos que superaban el millón y medio de euros a cambio de un asesoramiento arbitral realizado a través de la empresa que poseía junto a su hijo Javier Enríquez Romero. Esta respondía al nombre de DASNIL 95 SL. Los pagos fueron contabilizados entre los años 2016 y 2018 en un primer momento.
Documentos de texto y contenidos videográficos que nunca fueron justificados y que tuvieron un llamativo coste superior a los 500.000 euros por temporada durante la época en la que Josep Maria Bartomeu fue presidente del club. Que a los jugadores del Barça supuestamente les explicaran qué árbitros sacaban más tarjetas o con cuáles se podía dialogar más le había costado una fortuna a la entidad catalana.
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Poco después, El País publicó que esta relación entre el FC Barcelona y José María Enríquez Negreira había sido mucho más cara y dilata en el tiempo, ya que los servicios prestados habían tenido un coste que superaba los 7 millones de euros y que comenzaron, como mínimo, en el año 2001. La Fiscalía se encuentra ahora investigando este caso que podría terminar destapando un escándalo sin parangón en el fútbol mundial.
Enríquez Negreira fue uno de los árbitros más famosos del fútbol español durante los años 70 y 80. Nacido en Barcelona en el año 1945, comenzó su carrera en la élite en 1975 y permaneció en Primera División hasta 1992. Poco después dio el salto al Comité Técnico de Árbitros del que fue nombrado vicepresidente en 1994, cargo en el que aguantó hasta el año 2018, siendo junto a Sánchez Arminio pieza clave en la rama arbitral del organigrama federativo del expresidente de la RFEF Ángel María Villar.
Negocios con la FCF
Sin embargo, los escándalos de Enríquez Negreira no solo han estado relacionados con el CTA y con el FC Barcelona, ya que en el año 2006 fue pillado con otro importante caso polémico entre manos y que estaba relacionado con la Federación de Cataluña. José María tenía una estrecha relación con Francesc Casajuana Rifà, máximo responsable arbitral del estamento federativo regional durante doce años.
Un cambio en la presidencia de la Federación con la llegada de Jordi Roche provocó la salida de Casajuana, quien fue sustituido en sus funciones por César Ochoa. Ambos destaparon el escándalo que habían estado tejiendo durante años tanto Enríquez Negreira como Casajuana, quien se había convertido en su socio a costa de los fondos de la Federación.
El expresidente de los árbitros de Cataluña había llegado a un acuerdo con la empresa DASNIL 95 SL para realizar una serie de compras de material con un importante sobrecoste y con un oscurantismo preocupante detrás de estas operaciones. Uno de los puntos más escabrosos de esta relación estaba relacionado con la venta indiscriminada de reglamentos.
Francesc Casajuana Rifà le encargó la impresión de 4.000 reglamentos a la empresa que regentaban de manera conjunta José María Enríquez Negreira y Javier Enríquez Romero a pesar de que en Cataluña había solo 1.400 árbitros federados. Lógicamente, más librillos que maestros. Unas cifras que denotaban un fraude evidente a costa de los fondos de la Federación Catalana de Fútbol.
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Otro de los puntos más polémicos de su trato estaba relacionado con la producción de una serie de vídeos sobre análisis arbitrales, los cuales iban a ir dirigidos hacia los colegiados de la federación catalana para que pudieran estudiarlos y mejorar. Sin embargo, estos vídeos no solo no fueron visionados nunca por los árbitros catalanes, sino que nunca aparecieron a pesar de las investigaciones puestas en marcha tanto por parte de Jordi Roche como de César Ochoa.
El último de los escándalos que salpicó de lleno a los Enríquez y a su socio en la sombra Casajuana fue la compra de actas con sobrecoste. Mientras el precio de un acta era de 0,09 euros, la empresa DASNIL 95 SL recibía por parte de la Federación Catalana unos 0,17 euros por cada unidad. Es decir, pagaban casi el doble de lo que en realidad costaban.
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Todas estas operaciones fraudulentas quedaron reflejadas en varias facturas que en su momento fueron publicadas por parte de la Federación para intentar esclarecer lo ocurrido y señalar de la manera más clara posible tanto al 'clan' de los Enríquez como a Casajuana. El antiguo jefe de los árbitros de Cataluña quedó gravemente señalado cuando se filtraron unos testimonios suyos reconociendo cómo había elegido a dedo a la empresa DASNIL 95 SL para este tipo de trabajos.
Francesc le reconocía a Jaume Roura, presidente de la Federación Catalana desde el año 2001 al 2005 y amigo íntimo de Villar, que había escogido a la compañía de Enríquez "por ser amigos y buena persona". Además, lo había hecho sin haber comparado previamente tres presupuestos diferentes tal y como obligaba el reglamento del ente federativo. Así fue como la mano derecha de Sánchez Arminio y su hijo se enriquecieron a costa del fútbol catalán como paralelamente lo hacían del FC Barcelona.
El 'clan' de los Enríquez
Ahora, cinco años después de haber abandonado el CTA y casi dos décadas después de aquellos fraudes, el nombre de Enríquez Negreira y el de su hijo han vuelto a quedar manchados. El colegiado, conocido por su facilidad para sacar tarjetas (433 amarillas y 50 rojas), dirigió en Primera División un total de 132 partidos antes de ser relegado a Segunda.
Allí permaneció durante algunas temporadas más, favorecido por el poco control que había en la época con la edad de los colegiados, antes de usar el Comité Técnico como trampolín para sus negocios ilegales. Una vez establecido en su nuevo cargo, aguantó durante más de 25 años abrazado a su poltrona con la que fue fraguando un imperio alrededor de DASNIL 95 SL, siempre ayudado por su hijo Javier.
La empresa fue fundada, curiosamente, solo un año después de llegar al CTA. En un primer momento iba a estar destinada al comercio mayorista de productos alimenticios. Sin embargo, un lustro más tarde, decidió que DASNIL iba a ser una compañía de servicios de publicidad para empresas, promociones, objetos de regalo, impresión de textos y realización de vídeos deportivos para su comercialización. Servicios que supuestamente prestó a la Federación Catalana con la ayuda de Casajuana y también al Barça.
En el año 2004, José María nombró a su hijo Javier, quien había estudiado administración y dirección de empresas y que ejercía una labor de coaching y de confidente de los árbitros de Primera mientras trabajaba con el Barça, administrador único de la compañía.
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Javier tuvo también una breve carrera como futbolista antes de lanzarse a la creación de una productora audiovisual dedicada exclusivamente a análisis tácticos y arbitrales. Así consiguió formar parte del cuerpo técnico del Valencia y también de la selección española de Luis Aragonés. Mediante este tipo de proyectos, los Enríquez han conseguido forjar una carrera en las cloacas del fútbol español que ahora podría acarrearles problemas realmente graves si se terminan demostrando que son cómplices de los amaños deportivos que supuestamente habría organizado el FC Barcelona.