Durante muchos años España no fue una selección especialmente ganadora. La Eurocopa de 1964 se convirtió prácticamente en una excepción en un equipo al que tradicionalmente le ha costado mucho levantar títulos y firmar grandes actuaciones en las competiciones importantes.
Sin embargo, la historia reciente y una hornada impresionante de futbolistas cambió para siempre la manera de entender el deporte rey en nuestro país. Los éxitos de las Eurocopas de 2008 y 2012, y especialmente el Mundial de 2010 en Sudáfrica, elevaron al máximo exponente a la Selección y la convirtieron sin duda alguna en el referente y en la envidia de cualquier otro combinado por mucha historia que tuviera.
El fútbol español vivió días de gloria. Los Iker Casillas, Puyol, Piqué, Iniesta, Xavi, Cesc, Xabi Alonso, Fernando Torres o David Villa formaron una generación que pasará a la historia ya no sólo del recuerdo nacional, sino del balompié mundial. Aquellos equipos, con Luis Aragonés primero y con Vicente del Bosque después, jugaron como los ángeles y pasaron por encima de todo el planeta casi en cualquier torneo.
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Pero como todo en la vida aquella llama se fue apagando y poco a poco tuvo que ir llegando el natural relevo generacional. Ahí comenzó una especie de transformación de la Selección española que, tras muchos años de decepciones o incluso de indiferencia, puede culminar ahora con la consecución de un nuevo título.
A los mandos está Luis de la Fuente, un hombre experimentado y tranquilo que apenas lleva tres partidos en el banquillo pero que puede hacer mucho más que sus predecesores en un tiempo récord. Desde luego que la Nations League no está a la altura de un Mundial o de una Eurocopa, pero a nadie le amarga un dulce que puede volver a mostrar el camino hacia éxitos mayores.
De dónde viene España
No hay ningún tipo de duda de que el fútbol español vivió su época dorada entre 2008 y 2012. Aquellos años todavía se siguen viendo relativamente cerca, seguramente porque dejaron una huella imborrable en la memoria de todos los aficionados, pero lo cierto es que durante los últimos tiempos esos momentos brillantes quedaron a años luz de distancia.
La Selección se plantó en la Eurocopa de 2008 con una mezcla entre dudas e ilusión que terminó mejor de lo que nadie se esperaba. Hasta aquel año, España nunca había ganado un título en color y la Euro de 1964 en blanco y negro quedaba ya demasiado lejos, así que las esperanzas se podía pensar que eran infundadas.
Sin embargo, Luis Aragonés consiguió forjar un equipo unido, con un estilo reconocible y al que, como a todo campeón, también le acompañó la suerte en los momentos más críticos. Porque los campeones no se forjan si no tienen esa pizca de fortuna que hace tan especial una gesta.
Con uno de los mejores guardametas de la historia en la portería como Iker Casillas, una defensa con referentes como Ramos o Puyol y una delantera con hombres como Villa o Torres,m el equipo cuajó perfectamente. Pero sobre todo destacó lo intermedio, lo que hace funcionar todo, el centro del campo.
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En la zona ancha se compenetraron a la perfección hombres con un perfil más defensivo como Marcos Senna o Xabi Alonso con la magia que aportaban otros futbolistas en su mejor momento. Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Cesc Fábregas, David Silva o Santi Cazorla se convirtieron en esos locos bajitos que encandilaron al mundo entero para conquistar la Eurocopa ante Alemania.
El equipo fue experimentando algunas variaciones lógicas con el paso de los años, pero eso no interfirió en el gen ganador que tenía. Busquets, la prolongación de Del Bosque en el césped, o Piqué en el Mundial 2010, o Jordi Alba de cara a la Eurocopa 2012, pero siempre con la misma columna vertebral que aseguraba el éxito.
La transición
Sin embargo, aquella final en Kiev ante Italia (4-0) fue el último gran recuerdo del fútbol español hasta el momento. España pasó de defender el título de campeona del mundo a ni siquiera pasar la fase de grupos en el Mundial de Brasil 2014. Aquello fue un bofetazo de realidad, algo que venía a confirmar que se había agotado una generación de jugadores que ya venía dejando síntomas.
Dos años más tarde, en la Eurocopa 2016, España fue un poco más allá pero ni siquiera pudo superar los octavos de final. Perdió ante Italia y aquello certificó otro cambio de ciclo, el del banquillo, después de las dudas que había venido dejando Vicente del Bosque tras sus grandes éxitos.
Llegó Julen Lopetegui para asumir el mando pero salió de aquella forma tan estrepitosa justo antes del Mundial 2018 en Rusia en el que España, con Fernando Hierro, se la volvió a pegar en los octavos de final. La primera eliminatoria emparejó a la Selección con la anfitriona y ahí, en la tanda de penaltis, fueron los rusos los que se mostraron más acertados para ahondar en la herida del fútbol español.
Eran tiempos de depresión y de incertidumbre, así que llegó Luis Enrique para tratar de insuflar algo de aire fresco. Sus motivos personales le obligaron a quedar apartado durante un tiempo en el que Robert Moreno asumió las riendas. Con el regreso del asturiano la irregularidad se abrió paso, especialmente en la Eurocopa 2020. Tras penar para superar de forma raquítica la fase de grupos, España se plantó en las semifinales y tan sólo los penaltis ante Italia le apartaron de la final.
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Sin embargo, aquella ola duró muy poco y la Selección se la volvió a pegar en el pasado Mundial de Qatar en los octavos de final ante Marruecos. Una muy mala actuación que volvió a dejar a las claras las carencias del fútbol español y que terminó con Luis Enrique saliendo de la Selección. Con él, se vivió una gran inestabilidad por sus cuestionadas convocatorias, la falta de un bloque definido y el ambiente tenso que generaba en cada concentración.
La nueva era
Tras el Mundial y su decepción España necesitaba otro giro de timón y lo encontró desde el banquillo. Un perfil muy distinto al de Luis Enrique llegó con la figura de Luis de la Fuente. El nuevo técnico venía al menos a aportar serenidad y confianza a la Selección y, aunque todavía está por ver realmente hasta dónde puede llevar al combinado nacional, lo cierto es que con tan sólo tres partidos en el cargo va a jugar su primera final.
Durante mucho tiempo España ha buscado un estilo sin tener un bloque definido. Seguramente, a estas alturas tan tempranas de la trayectoria de Luis de la Fuente todavía tampoco lo tenga, pero comienzan a verse algunos brotes verdes sobre todo en una zona tan importante como es la del centro del campo. Aquí es el único lugar en el que el entrenador ha mantenido a sus mismas piezas, Mikel Merino y Rodri, en los tres partidos que ha disputado hasta el momento.
En el resto de líneas sigue habiendo variaciones, en gran parte lógicas según el momento y el estado de forma en el que se encuentra cada jugador, pero sí parece que hay una mayor apertura de miras y se puede abrazar un estilo diferente o un plan B para determinadas situaciones de partido.
Eso lo demuestra, por ejemplo, la convocatoria, participación e importancia de Joselu en esta Selección. El delantero del Espanyol tiene un perfil que en los últimos tiempos estaba en peligro de extinción en el combinado nacional, pero ha encontrado cabida y está respondiendo con goles que valen oro.
Es la nueva Selección, la que busca la primera Nations League de su historia y el primer título de Luis de la Fuente en esta nueva era. Todavía es un equipo en construcción, pero no cabe duda de que todo se hace mucho más fácil si por el camino llegan los éxitos. España busca un título que le vuelva a convertir en un equipo ganador 11 años después del último entorchado.