Ho visto Maradona, Ho visto Maradona, Oh mama inamorato sono. Así suena en Nápoles el recuerdo de la mayor leyenda que haya paseado por sus calles, que haya dado una patada a un balón en el estadio que ahora lleva su nombre. Nadie jamás podrá equipararse al mito, a lo que para sus vecinos fue un semi-dios, pero un grupo de futbolistas, dirigidos por Luciano Spalletti, le honró de la mejor manera hace unos meses.
El Nápoles ganó el Scudetto el pasado 4 de mayo. La primera vez que ocurría desde hacía 33 años, desde que Diego Armando Maradona llevara prácticamente él solo al equipo hasta la cima. Los títulos de liga conquistados en 1987 y 1990 llevan la firma en letras doradas del 'Diez' y en 2023 por fin encontró dignos sucesores. Entre ellos, su máximo goleador, un nigeriano de 24 años, Victor Osimhen.
Los 31 goles (26 en la Serie A) que marcó Osimhen el curso pasado forman parte de la historia del Nápoles. Cada uno de ellos llegó acompañado del grito al cielo de los tifosi con su nombre. Aunque los últimos tiempos hayan sido algo revueltos, el delantero africano será la gran amenaza que se encontrará el Real Madrid de Carlo Ancelotti -un viejo conocido en la ciudad- este martes (21:00 horas) en la Champions League.
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Osimhen ha estado de actualidad recientemente por una polémica que casi le lleva a romper lazos con el Nápoles. Se debió a un vídeo publicado en la cuenta oficial del club en TikTok que se mofaba de un penalti que falló. Recibió el perdón de la entidad, que volvió a recalcar que su estrella no está en venta tras haber rechazado auténticas millonadas en verano. El jugador zanjó el caso lanzando un mensaje de amor a la ciudad.
En Nápoles aterrizó Osimhen en 2020. Lo hizo como el fichaje más caro de la historia de la entidad azurra (75 millones), superando de largo los de Hirving Lozano (45) y Gonzalo Higuaín (39). Tras un periodo de aclimatación al fútbol italiano y tras superar una lesión que le sacó el ojo izquierdo de su órbita -por eso juega ahora con una máscara protectora-, Victor estalló y se convirtió en el ídolo moderno de una de las aficiones más pasionales del continente.
Nacido en Lagos, una megaurbe de la que ni se sabe las millones de personas que viven en ella, Osimhen conoció durante muchos años la otra cara de la vida. En una ciudad sumida en la miseria, él pertenecía a una familia pobre. Cómo no. "Vivía en un lugar realmente pobre y en nuestra calle, mi familia era una de las más pobres. A veces, el arrendador venía a hablar con mi padre por el tema del alquiler, y yo me iba a la vuelta de la esquina a llorar y a rezarle a Dios para que nos ayudara", decía en una entrevista para The Independent realizada en 2020.
En el barrio de Olusosun, Victor daba sus primeras patadas a un balón. Y ni siquiera eso le era sencillo en aquel entorno: una de las botas que usaba las tuvo que encontrar en un basurero. Y pronto tuvo que dejar de ver el mundo con los ojos de un niño. Tenía seis años cuando murió su madre y meses después su padre perdía su empleo como policía. Victor y sus cinco hermanos tuvieron que asumir también la obligación de sacar a la familia adelante.
"Crecí limpiando canoas. Mi hermano vendía periódicos, mi hermana naranjas. Estoy muy agradecido por donde estoy hoy después de lo que he pasado", confesó también en una entrevista en la televisión italiana. Además, también acudía al basurero para vender botellas de agua a los trabajadores que se encontraban allí.
En su lucha por la supervivencia, una academia de fútbol de Lagos (Ultimate Strikers) fue su salvación. El talento que tenía para el fútbol le hizo brillar pronto y acabaría jugando en las inferiores de la selección de Nigeria. Su salto a la fama llegó en 2015, con la disputa del Mundial sub17 en Chile: fue el máximo goleador de la competición (10 goles), el héroe de la final ante Malí y se proclamó campeón. Otra perla de aquella generación era Samu Chukwueze, quien durante seis años se formó en el Villarreal hasta que este verano fichó por el AC Milan.
Alemania, Bélgica y Francia
Osimhen no tardó en saltar a Europa. Tres días después de alcanzar la mayoría de edad, el 1 de enero de 2017, el Wolfsburgo alemán le fichó a cambio de 3,5 millones. Allí jugó año y medio, tiempo en el que coincidió con el español Ignacio Camacho. Pero no fue lo que Victor esperaba, ya que apenas participó en 16 partidos (333 minutos) sin marcar un solo gol. Para colmo en verano de 2018, cuando buscaba una cesión para volver a disfrutar del fútbol, contrajo malaria.
Su enfermedad le cerró varias puertas. La del Zulte-Waregem, que le prometió que le ficharía a pesar de no pasar el reconocimiento médico y se echó para atrás en el último momento, y la del Brujas, que al ser un club más grande no quería arriesgarse. De promesa mundial pasaba a ser un olvidado... hasta que una llamada, la del Charleroi, le cambió la vida. Aquella temporada en Bélgica marcó 20 goles y volvió a aparecer en el mapa. El gran recuerdo que le tiene a día de hoy a ese club hace que todavía lo visite de vez en cuando.
Osimhen recibió el interés de un club de Italia tras aquel año en Bélgica, pero una motivación le llevó a aceptar la oferta del Lille francés. Allí trabajaba Luis Campos, quien ya pasó informes positivos al Mónaco cuando Victor jugaba en Nigeria. El club del Principado no llegó a ficharle porque su caché subió con sus actuaciones en las inferiores de Nigeria y, además, reservaba un hueco en su primer equipo para un canterano llamado Kylian Mbappé. Varios años después, Campos pudo cumplir su deseo de reclutar al nigeriano y la apuesta salió perfecta para ambos: en un año marcó 18 goles en 38 partidos y el Lille cerró la venta más cara de su historia que, además, le sirvió para perfilar una plantilla que conquistó la Ligue-1 la temporada siguiente.
Esta es la historia de Osimhen, que un día fue la única esperanza para dar una vida digna a su familia y hoy es uno de los reyes del gol del fútbol mundial. "Estoy feliz de haber atravesado esa fase de la vida porque me ayudó a cumplir mis sueños", apuntaba en otra de sus entrevistas. De sacar unas monedas en Lagos para ayudar en su casa a enfrentarse al rey de Europa siendo ídolo local en el templo de Maradona.