Jenni Hermoso fue homenajeada en el Salón de la Fama del fútbol Internacional por parte de su equipo, el Pachuca mexicano. La futbolista, en su discurso, no quiso recordar de forma específica el 'Caso Rubiales', pero sí se leyeron entre líneas algunos mensajes reivindicativos por parte de la española.
La jugadora recibió un trofeo por su trayectoria en el Pachuca y con la Selección y no quiso dejar pasar la oportunidad de poner en valor lo que significó ganar el Mundial no solo a nivel deportivo sino también como una manera de "ser escuchadas, respetadas y valoradas".
Hermoso comenzó su discurso recordando lo que sintió en el momento en el que se proclamó campeona del mundo. Se acordó de sus padres y su infancia: "Pude sentir las manos de mi padre cuando me llevaba a entrenar, la sonrisa de mi madre viéndome jugar, y la alegría de toda mi familia compartiendo el sueño de una pequeña futbolista que quería ser campeona del mundo", apuntó.
La madrileña afirmó que "nos convertimos en uno de los mejores equipos de la historia", pero quiso ir más allá de lo deportivo: "Pero en el fondo, logramos algo mucho más humano, más trascendental. Fuimos campeonas del mundo porque era la única forma que nos quedaba para ser escuchadas, respetadas y valoradas. Mi Selección cambió la forma de ver el fútbol femenino de muchas personas".
Además, volvió a hablar de toda la polémica que rodeo a la selección española y a su propia figura tras la consecución del título: "Han pasado muchas cosas desde entonces, quizá sacrificamos algunas alegrías, alguna celebración, y, sin merecerlo, sufrimos más de la cuenta en un momento histórico para nosotras".
Discurso completo
"La noche del 20 de agosto del 2023, al levantar la Copa junto a mis compañeras, pude sentir las manos de mi padre cuando me llevaba a entrenar, la sonrisa de mi madre viéndome jugar, y la alegría de toda mi familia compartiendo el sueño de una pequeña futbolista que quería ser campeona del mundo. He jugado al fútbol toda mi vida; tengo 33 años, pero hace unas semanas, sobre el campo del Australia Stadium en Sídney, volví a ser niña una vez más. Aunque ha pasado poco tiempo, me sigo preguntando qué fue lo que hicimos esa noche. Ganamos un título, dimos la vuelta al mundo y nos convertimos en uno de los mejores equipos de la historia; pero en el fondo, logramos algo mucho más humano, más trascendental. No fuimos campeonas para alzar un trofeo que se queda en las vitrinas, recibir un bono de compensación o salir en miles de portadas que se arrugan con el tiempo: fuimos campeonas del mundo porque era la única forma que nos quedaba para ser escuchadas, respetadas y valoradas. Mi Selección nacional cambió la forma de ver el fútbol femenil de muchas personas. Estoy segura de que millones de niñas alrededor del mundo se han sentido identificadas y protegidas por este grupo de jugadoras valientes, comprometidas y honradas, que en cada paso que han dado siempre han pensado en el futuro de todas ellas. Han pasado muchas cosas desde entonces, quizá sacrificamos algunas alegrías, alguna celebración, y, sin merecerlo, sufrimos más de la cuenta en un momento histórico para nosotras. Tengo claro que tenemos una responsabilidad enorme con las nuevas generaciones. A todas esas personas que no tienen un altavoz para hacerse escuchar quiero decirles que esta lucha es de todos. Ganamos en el campo y fuera de él para asegurarnos un deporte y una sociedad inclusiva que nos proteja a todos. Y a todo el mundo quiero decirles: ¡Se acabó! Soy Jenni Hermoso, soy jugadora de fútbol y soy esa niña que logró ser campeona del Mundo".