El 'caso Negreira' se vive de manera muy diferente en el entorno del Fútbol Club Barcelona y en el resto del mundo. Mientras que en la ciudad condal, incluso entre los propios socios, apenas se habla de ello y casi no ha habido manifestaciones al respecto ni en el Camp Nou ni en Montjuic, más allá se sigue viendo todo esto como uno de los mayores escándalos de la historia del deporte español. 

El pago continuado durante casi dos décadas de más de siete millones de euros por parte de la entidad culé al que fuera vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros provoca confrontación en el fútbol. Algunos clubes como el Sevilla han declinado ya ir al palco al sentirse ofendidos y perjudicados, pero en el Barça siguen empeñados en poner el foco en el enemigo de siempre, el Real Madrid.

Joan Laporta todavía no ha pedido disculpas a sus socios en ninguna de sus comparecencias pese a ser uno de los presidentes de que pagó y además le subió el sueldo a Enríquez Negreira. Sigue sin considerar que, cuanto menos, hubo un conflicto ético en aquella relación, así que de nuevo echó balones fuera al acuñar el término del 'madridismo sociológico'.

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Con esta soflama trató de desviar la atención de los hechos y habló abiertamente de que el Real Madrid controla el fútbol y otros ámbitos de la sociedad. Sin embargo, olvidó, seguramente de manera interesada, algunos de los acontecimientos que han sucedido en los últimos tiempos y que vienen a demostrar que el Barça y gente de su entorno ha estado en algunas de las decisiones más importantes que se han tomado en el deporte. 

El madridismo sociológico

Joan Laporta es un orador muy hábil a la hora de orientar a las masas hacia donde quiere en sus discursos. Desde que estalló el 'caso Negreira', ha conseguido que el aficionado culé no haya mostrado discrepancias con aquella gestión que está manchando la imagen de la entidad y ha derivado la atención en más de una ocasión hacia un mismo enemigo.

El Real Madrid es el blanco fácil en ese sentido, y en su última aparición volvió a aprovecharse de ello. Acuñó el término 'madridismo sociológico' para denunciar que es su eterno rival el que tradicionalmente ha controlado todos los estamentos y ha tenido más poder, tanto dentro como fuera del fútbol. 

Joan Laporta, en un acto del FC Barcelona Reuters

Al fin y al cabo, lo que vende Joan Laporta es que el Barcelona no ha hecho nunca nada malo al pagar al vicepresidente de los árbitros, una persona muy importante dentro del organigrama de los jueces del fútbol, y que por el contrario tan sólo es víctima de una campaña de desprestigio. Una persecución, a su juicio, de la que tan sólo los culés son los perjudicados.

"Hay una campaña orquestada para desestabilizar al Barça, de unas personas, de unos organismos que aprovechan el 'caso Negreira' para desarrollar toda esta campaña feroz y sin precedentes que está sufriendo el Barça", son las palabras del máximo mandatario. 

"Yo y muchos, porque lo hemos vivido, soy de la opinión de que hay un 'madridismo sociológico' en los centros de poder de la capital, ya sea político, económico o deportivo que tienen mucha fuerza y esto en el Barça siempre nos lo hemos encontrado", aseveró en unas declaraciones que sorprendieron a todo el mundo. Laporta prosiguió argumentando que en el Barcelona ya estaban acostumbrados a estas situaciones, que el centro de las decisiones en España está en Madrid y que el madridismo está implantado en diversos ámbitos.

El Barça también tiene poder

En estas acusaciones del máximo mandatario del Fútbol Club Barcelona eludió hablar no sólo del 'caso Negreira', por el que el Barça habría estado precisamente en una posición de poder respecto a todos sus competidores durante años, sino de otros instantes de la historia reciente en los que la entidad culé ha estado presente en momentos muy importantes de toma de decisiones.

Precisamente fue un presidente del Barça, Joan Gaspart, una figura clave para que Ángel María Villar se mantuviera al frente de la Real Federación Española de Fútbol. Gaspart, el primero de los dirigentes culés que pagó a Enríquez Negreira, dirigió la campaña de Villar en las elecciones de 2004 y convenció a varios actores importantes para que cambiaran su voto. 

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De hecho, el propio Joan Gaspart fue premiado poco después porque el presidente de la Federación le regaló una vicepresidencia, momento en el que se reiniciaron los pagos a Negreira que habían quedado suspendidos en las dos anteriores temporadas.

El caso de Albert Soler también destapa la versión del 'madridismo sociológico' de Joan Laporta. Soler fue director de deportes profesionales del Barcelona entre los años 2014 y 2021, por lo que estaba al tanto de los pagos a Enríquez Negreira, y cuando abandonó el club culé dio el salto al Consejo Superior de Deportes. 

Formando parte del ente gubernamental, Soler no mencionó en ningún momento estos pagos dudosos del Barça al vicepresidente de los árbitros. "Un hombre con responsabilidad gubernamental conocía los hechos y no los denunció", llegó a decir Andreu Camps, exsecretario general de la RFEF, al respecto. 

[Albert Soler conspiró con Javier Tebas para echar a Rubiales y quedarse como presidente de la RFEF]

Y no sólo eso, sino que tal y como publicó EL ESPAÑOL Albert Soler conspiró con Javier Tebas, el presidente de LaLiga, para echar a Luis Rubiales de la Real Federación Española de Fútbol y así hacerse con la presidencia del ente federativo. 

A estos capítulos, hay que sumarle el escándalo que supuso también conocer que Gerard Piqué hizo negocios a través de su empresa Kosmos con Luis Rubiales, expresidente de la Federación, para gestionar un nuevo formato de la Supercopa de España. Todo esto se produjo cuando Piqué era jugador y capitán del Barça.

Son, por lo tanto, varios los capítulos que vienen a desmontar la teoría del 'madridismo sociológico' acuñada por Joan Laporta y que alega que tan sólo el Real Madrid está metido en la toma de decisiones importantes tanto en el fútbol como en otros planos de la sociedad. El Barça ha manejado hilos en las iniciativas más recientes, pero la bomba de humo para que no se hable del 'caso Negreira' sigue en marcha.