Las previas de los Clásicos de los últimos años nada tienen que ver con las que se vivían tiempo atrás. Lejos quedan ya aquellos ambientes cargados de otras décadas con cruces de declaraciones, los tiempos de Luis Figo o incluso los que enfrentaban a Mourinho y a Guardiola en los banquillos, donde saltaban chispas antes, durante y después de cada partido.
En el fútbol moderno sigue existiendo la rivalidad, pero la normalización de las relaciones se ha llevado por delante muchas de aquellas disputas. No obstante, es cierto que en los últimos encuentros ha surgido un nuevo elemento que ha vuelto a elevar la intensidad de todo lo que rodea a un Clásico. El 'caso Negreira', el escándalo por el que el Barça pagó durante 17 años más de 7 millones de euros al vicepresidente de los árbitros, ha reventado los cimientos del fútbol español y también, por supuesto, los de El Clásico.
El Real Madrid se personó en el proceso judicial al sentirse parte afectada y esto no sentó nada bien en la planta noble del Camp Nou, que decidió romper relaciones con el conjunto blanco. En Barcelona adoptaron el papel de víctima ante el 'caso Negreira' y no sólo eso, sino que poco a poco fueron pasando a la acción y empezaron a apuntar al bando madridista como el principal causante de lo que consideraban una campaña de desprestigio.
Los episodios más recientes son los más sangrantes, los que han llegado justo unos pocos días antes de que se dispute el primer Clásico de la temporada. Primero apareció su presidente Joan Laporta para hablar de un "madridismo sociológico" que mueve los hilos, y lo último fue un directivo insultando directamente a Vinicius a través de las redes sociales llamándole "payaso".
Demasiados deslices en la balanza sin arrepentimiento, salvando unas tibias disculpas a última hora encabezadas por Rafa Yuste. Un perdón que para muchos llega tarde y mal, pero que en cualquier caso no ha tenido consecuencia alguna en la directiva de un club tan importante como el FC Barcelona.
El problema de la directiva
Todo este ambiente de crispación y enfrentamiento que se está viviendo por parte del FC Barcelona contra el Real Madrid viene principalmente alimentado por una directiva muy agresiva. Desde que estalló el 'caso Negreira', Joan Laporta no ha hecho más que tirar balones fuera y señalar a un enemigo común como es el Real Madrid para engordar la teoría de la conspiración que muchos socios culés compran.
El presidente no se mordió en absoluto la lengua en su última comparecencia pública cuando acuñó el término del "madridismo sociológico" como última arma arrojadiza para escapar del callejón en el que se ha metido por el 'caso Negreira'. Laporta está ahora imputado en el caso, acusado de cohecho, pero para el dirigente toda la culpa la tiene el Real Madrid, que tiene mucho poder tanto en el fútbol como en otros planos de la sociedad española según él.
La contradicción del presidente del Barça es, no obstante, notable. Por un lado acusó al madridismo de forma directa y por otro declaró su deseo de que la directiva del Real Madrid, con su presidente a la cabeza, estuviera presente en el palco de Montjuic en el próximo Clásico. Todo ello además, después de haber roto relaciones hace unos meses.
La postura radical de la actual directiva del Fútbol Club Barcelona quedó más en evidencia todavía con unas polémicas y desafortunadas declaraciones de otro de sus miembros a través de las redes sociales. Mientras el Real Madrid jugaba su partido de Champions ante el Sporting de Braga, Miquel Camps, portavoz adjunto a la directiva, insultaba a Vinicius abiertamente.
"No es racismo, se merece una colleja por payaso y vacilón. ¿Qué representan estas bicicletas innecesarias y sin sentido en el medio del campo?", escribió el mandatario del Barcelona en una ofensa directa hacia el jugador a pocas horas de El Clásico.
También Xavi Hernández
No ha sido sólo la directiva del Barcelona la que en los últimos tiempos ha cargado duramente contra todo lo que tiene que ver con el Real Madrid. Esta postura se ha trasladado al banquillo ya que Xavi Hernández, aunque es cierto que en menor medida, también se ha unido a esta línea.
El entrenador culé, que presume siempre de un talante dialogante y conciliador, se sumó sin tapujos a la ola del "madridismo sociológico" del que habló Joan Laporta. "Tiene razón el presidente. Yo estoy al cien por cien con él", dijo. Algo a lo que añadió: "En la etapa más maravillosa que ha vivido este club cuando yo era jugador decían que había doping, que nos dopábamos. Y luego un periódico de Madrid y del Madrid se inventó el Villarato".
Otro ejemplo de doble cara el del técnico del Barça, que poco después habló de cordialidad y respeto entre los clubes tras atacar él al Real Madrid: "Me gusta que haya respeto y armonía entre los clubes porque la tensión no genera nada bueno. Es positivo tener rivalidad, pero también tener respeto e incluso admiración. Es tan sólo un partido de fútbol y estamos centrados en el partido".
Lo más sangrante de todo y seguramente una de las grandes razones que ha llevado a Florentino Pérez a no estar en el palco de Montjuic este sábado es que apenas ha habido muestras de arrepentimiento en el Barcelona después de todos estos ataques. Tan sólo una tibia disculpa del directivo Rafa Yuste por las desafortunadas declaraciones de Miquel Camps tratan de maquillar la oleada de ataques.
[Florentino Pérez no irá al palco de El Clásico tras los insultos a Vinicius del directivo del Barça]
"Es un tuit desafortunado y no se va a volver a repetir", dijo el vicepresidente deportivo del FC Barcelona. Ahora bien, Camps sigue en el cargo y no hay ningún tipo de consecuencia tras su insulto. Ese fue el único atisbo de disculpas del bando culé, que parece haber soltado toda la artillería antes de El Clásico.