Se puede decir alto y claro. El Girona es un serio aspirante a ganar La Liga. Lo que parecía una auténtica locura allá por el mes de agosto cuando los catalanes arrancaron el campeonato empatando en Anoeta ante la Real Sociedad, ahora mismo es una realidad palmaria.
Lo dicen los números porque el Girona es el líder de la competición con la segunda vuelta ya iniciada (es cierto que tiene un partido jugado más que el Real Madrid), pero también las sensaciones. El juego que despliega este equipo maravilla cada día más, sigue levantando los elogios a lo largo y ancho del mundo y deja pegado al televisor a cualquiera que se siente a presenciar un encuentro del equipo de Míchel.
Precisamente es el entrenador el que ha sabido ensamblar una serie de piezas que parecían independientes al inicio del curso para formar un engranaje casi perfecto. El Girona es un equipazo que actúa como tal, como colectivo, en el que no aparecen los egos ni está sostenido por individualidades.
Pero desde luego que si se puede destacar algún nombre propio en este conglomerado hecho para ganar partidos uno de ellos es el de Artem Dovbyk. El espigado jugador ucraniano se ha ganado cada elogio a base de trabajo y sobre todo de goles. Está asombrando a La Liga con sus actuaciones impresionantes y sus dianas hacen soñar al Girona con un milagro de dimensiones estratosféricas.
En otro pasaje que parece casi surrealista, Dovbyk es junto a Jude Bellingham el Pichichi de la competición. 14 goles hasta el momento tienen la culpa de ello y desde luego que su rendimiento está muy por encima de lo esperado, aunque eso es justo lo que pasa con el resto de sus compañeros de equipo.
La otra revelación de La Liga
Poco se le puede discutir a quien sentencie que Jude Bellingham es el futbolista de la temporada. El jugador del Real Madrid ha firmado una primera mitad de curso sobresaliente. Sus innumerables goles y su oportunismo para decidir partidos en los momentos decisivos han dejado claro que ha caído de pie en el Santiago Bernabéu y parece que lleva jugando toda la vida vestido de blanco.
Sin embargo, no hace falta ser muy ducho para darse cuenta de que lo que está haciendo Artem Dovbyk está fuera de toda lógica. El ucraniano se ha ganado a pulso ser la referencia ofensiva del Girona a base de goles.
El delantero aterrizó este pasado verano en Montilivi previo pago de cerca de 8 millones al Dnipro. Subcampeón de la liga ucraniana y máximo goleador de la competición, no llegaba con una mala carta de presentación, pero desde luego que el nivel de una liga devastada por la guerra con Rusia dista mucho del que hay en la Primera División.
Sin embargo, la primera jornada ya fue una clara declaración de intenciones porque Dovbyk se estrenó ante la Real Sociedad marcando un gol que significó el primer punto de la temporada para el Girona. Míchel vio algo en él y le dio el rol de delantero titular del equipo, incluso cuando estuvo varios partidos consecutivos sin ver puerta.
El Girona es un equipo que maravilla con su juego. Intenso en la presión al rival, rápido en las combinaciones y con un fútbol de salón. Por eso, podría pensarse que un perfil como el de Dovbyk, alguien que roza los 190 centímetros de estatura, no encajaría demasiado bien en este modelo, pero por eso la adaptación es todavía más maravillosa.
Sus 14 goles desmontan cualquier mito o estereotipo, si bien es cierto que 5 de ellos han llegado con la cabeza. No sólo son centímetros, es calidad, es colocación y es saber cómo rematar en cada momento. Huyó de la destruida liga ucraniana y en Girona ha encontrado la felicidad futbolística. Con su Selección, buscará el pase a la Eurocopa en la repesca.
El puzle de Míchel
Dovbyk no es el único ucraniano con el que cuenta el Girona en su plantilla. Tsygankov es el otro futbolista procedente del país en guerra que triunfa con el conjunto catalán en la mejor temporada de su historia. Jugando desde una posición más retrasada, ha anotado ya 4 goles esta temporada en La Liga y tan sólo una lesión le ha apartado del equipo titular en los últimos tiempos.
Los ucranianos forman parte de un puzle perfecto de hasta ocho nacionalidades distintas que Míchel ha conseguido encajar de una manera sobresaliente. Jugadores con pocas cosas en común, con muy poco tiempo compartido sobre un terreno de juego y con muchos de ellos jugando su primera temporada en el Girona, que han sabido formar un bloque sólido.
Ese es el mérito del entrenador, el de haber hecho un equipo de verdad con una serie de piezas sueltas que le dieron al inicio de la temporada. Futbolistas que ahora son capitales como Savinho, Éric García, Blind o el propio Dovbyk cumplen apenas sus primeros meses con la camiseta rojiblanca.
Juegan de memoria, dan la vida por el compañero y siguen a pies juntillas el plan del entrenador. Creen en él, y no es para menos. Todos están varias marchas por encima de lo que esperaban y la última demostración de ello fue la goleada que le endosaron al Sevilla. El Girona se ha ganado el derecho a soñar con lo que le plazca.