A la Real Sociedad se le torció el gesto cuando el bombo de los octavos de final le emparejó con el París Saint-Germain. La suerte fue esquiva con los de Imanol Alguacil, que tras una fase de grupos maravillosa se vieron de repente ante uno de los grandes favoritos para ganar la Champions League. [Así vivimos la victoria del PSG ante la Real]
Pese a todo, los donostiarras se plantaron en el Parque de los Príncipes dispuestos a dar la sorpresa, pero se volvieron a casa con un roto y con una misión casi imposible para el partido de vuelta. La Real demostró personalidad en París y durante la primera mitad de hecho fue superior a su rival, pero los encuentros duran 90 minutos y los detalles individuales pesan mucho.
Si hablamos de genialidades, Kylian Mbappé era el hombre llamado a desequilibrar el partido y no faltó a la cita. Un gol suyo de oportunista, apareciendo en el segundo palo, comenzó a desequilibrar la balanza a favor del PSG y marcó el resto del encuentro. Tenía que ser él, el que sigue siendo el gran ídolo de la afición mientras se decide su futuro, algo para lo que cada vez queda menos.
Aquello desató al PSG, que hasta entonces no había dado muestras de superioridad. El gol de Barcola, aprovechando que la Real se había abierto en exceso, pesó como una losa y dejó las cosas muy cuesta arriba para los donostiarras, aunque Anoeta todavía guarda una puerta abierta a la esperanza.
La Real, con personalidad
Con la diferencia de nombres encima de la mesa y el escenario en el que se jugaba el partido, se esperaba algo parecido a una estampida del París Saint-Germain en casa durante los primeros minutos. Sin embargo, quien avisó en primer lugar fue la Real Sociedad.
André Silva apenas tardó un minuto en plantarse en la frontal del área del PSG, armar su pierna y ejecutar el primer disparo que se marchó pegado al poste izquierdo de Donnarumma. Fue la manera de decir 'aquí estoy yo', aunque poco a poco los de Luis Enrique le fueron tomando el pulso al partido.
La demostración llegó poco después cuando Kylian Mbappé aprovechó una pérdida de los donostiarras con el equipo abierto para lanzar una contra vertiginosa. Con la velocidad y la calidad que le caracteriza, en un abrir y cerrar de ojos se plantó dentro del área, pero cuando ya casi cantaba gol Remiro sacó abajo una mano prodigiosa para evitar el primero de la noche.
Sin embargo, se puede decir que hasta ahí llegó el ataque del PSG en la primera mitad porque Remiro no tuvo que emplear más sus guantes en el primer acto. La Real se hizo con el mando del partido poco a poco y sobre todo demostró tener una gran personalidad para manejar casi a sus anchas en París.
Kubo volvió loco a Beraldo en cada acción en la que encaraba, y ahí olió la sangre el equipo de Imanol Alguacil. El japonés protagonizó un lanzamiento inocente y poco después puso un centro magnífico para André Silva, que de cabeza remató por encima del larguero.
Se sentía cómoda la Real, que tenía más balón y que vivía más cerca del área rival, aunque la amenaza de una posible contra siempre estaba en el aire. Al filo del descanso estuvo a punto de llegar el milagro.
Mikel Merino recibió en la zona de tres cuartos, se aproximó unos metros a la portería y sin dudarlo soltó un zapatazo que buscaba la escuadra de la portería de Donnarumma. El lanzamiento, sin embargo, tomó demasiada altura y se estrelló en el larguero justo antes del intermedio.
Mbappé mata
La película llevaba un guion perfecto hasta el momento para la Real, y en el arranque de la segunda mitad no cambió en exceso. Los donostiarras siguieron teniendo balón y pisando área rival, pero es cierto que les seguía faltando algo de mordiente para amenazar de verdad a Donnarumma.
El PSG, viendo que estaba en casa y que tenía que dar un poco más, se puso las pilas. Barcola avisó con una jugada individual que no pudo finalizar y después Mbappé sí que llevó algo más de peligro. Estaba afinando el delantero, que sigue siendo el ídolo de la afición mientras decide su futuro.
El París Saint-Germaín sacó el aguijón en una jugada a balón parado. Dembélé puso el centro al corazón del área, Marquinhos ganó el salto y Mbappé apareció libre de marca en el segundo palo. Allí batió a Remiro y le infligió un castigo demasiado exagerado a una Real que merecía más.
Ahí tuvo que cambiar el chip el equipo de Imanol Alguacil, que pasó de equipo dominador a mostrar su faceta de supervivencia. El PSG se creció y empezó a llegar con mucha más insistencia mientras que la Real apenas podía salir con claridad de su mitad del campo.
Mbappé, de hecho, tuvo el segundo en sus botas. Aprovechó un error de Barrenetxea para soltar un gran derechazo que se encontró con el larguero. El balón se fue a la madera después de la gran intervención de Remiro, que sostuvo a su equipo.
Quien no iba a perdonar, sin embargo, iba a ser Barcola. Con la Real Sociedad demasiado abierta, el PSG encontró muchos espacios para salir con facilidad. Encontró al joven atacante acostado en la banda izquierda, se marchó con mucha facilidad de Traoré y definió con mucha solvencia en el mano a mano ante Remiro.
Un golpe muy duro, y un gran golpe a la eliminatoria. La Real se vio maniatada hasta el final y los cambios tampoco sirvieron para revitalizar al equipo. Anoeta dictará sentencia, y todavía guarda una puerta abierta a la esperanza.
París Saint-Germain 2 - 0 Real Sociedad
PSG: Donnarumma; Hakimi, Marquinhos, Danilo (Lucas Hernandez, m.72), Beraldo; Zaïre-Emery, Fabian Ruiz, Vitinha; Dembelé (Kolo Muani, m.83), Mbappé, Bracola (Asensio, m.72)
Real Sociedad: Remiro; Traoré, Zubeldia, Le Normand (Pacheco, m.78), Galán (Aramburu, m.88); Brais Méndez (Turrientes, m.78), Zubimendi, Merino, Barrenetxea (Zakharyan, m.66); Kubo, André Silva (Sadiq, m.78)
Goles: 1-0, m.58: Mbappé; 2-0, m.70: Barcola
Árbitro: Marco Guida (ITA), amonestó a los visitantes Le Normand (36) y Traoré (92)
Incidencias: Partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el Parque de los Príncipes de París ante unos 48.000 espectadores.