Dos equipos lejos de sus mejores prestaciones peleándose cara a cara por un puesto en los cuartos de final de la Champions League. Son esas cosas que siguen haciendo grande al fútbol, que Nápoles o Barça, que llegan con mucho lastre en la mochila, se van a meter entre los ocho mejores clubes de todo el continente. 

Italianos y culés se miden este miércoles (21:00 horas, Diego Armando Maradona) en el choque de ida de los octavos de final para tratar de dejar atrás sus respectivas penurias. De eso saben bastante este curso en ambos bandos, los locales por divagar en la zona media de la Serie A lejos de los puestos europeos, y los blaugrana por haber perdido ya prácticamente todos los títulos menos este. 

Es, por lo tanto, una gran oportunidad para ambos de redimirse y lamerse todas las heridas que se han ido abriendo durante los últimos meses. Además, en el Nápoles las horas previas han estado marcadas por la destitución de Mazzarri y la llegada instantánea de Francesco Calzona, que buscará liderar el milagro napolitano. 

Calzona, con Osimhen en el entrenamiento. REUTERS

De Laurentiis, un dirigente muy particular que no deja a nadie indiferente, se hartó de su anterior técnico y ya va por el tercero este curso. Cualquier posible reacción del Nápoles en el partido de este miércoles tendrá mucho más que ver con el cambio en el aspecto anímico que en el futbolístico, porque el técnico, que además seguirá siendo el seleccionador de Eslovaquia, apenas ha tenido tiempo para trabajar. 

Media temporada para el Barça

Para el Fútbol Club Barcelona ha llegado la hora de la verdad. El equipo culé se juega media temporada en esta eliminatoria de Champions League y todo lo que no sea llegarse a los cuartos de final supondrá un gran golpe, tanto en lo deportivo como en lo económico.

El Barça parte como favorito en este cruce, aunque no precisamente por su nivel de juego o por estar realizando una buena campaña. Lo es, sobre todo, por el momento en el que llega un Nápoles muy tocado y con multitud de problemas internos que se están comiendo al equipo. 

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La presión es toda, por lo tanto, para el conjunto catalán, que podría verse demasiado pronto abocado a una temporada en blanco que haría mucho daño. El Barça ya ha perdido la Supercopa de España y ha sido eliminado en la Copa del Rey. En La Liga, marcha a 8 puntos del líder, el Real Madrid, y una remontada se antoja poco menos que imposible, así que todos los huevos están en la cesta de la Champions League.

Parece que el equipo de Xavi Hernández está a años luz de los grandes favoritos para hacerse con el trono europeo, pero el bombo le regaló una eliminatoria asequible en la que parecen partir con ventaja. El escenario no pinta mal a priori, pero si las cosas se tuercen lo que queda de curso se podría convertir en una película de terror en la ciudad condal.

Un mar de dudas

Aunque el Barça ha conseguido en los últimos encuentros enderezar un poco la situación y afianzarse en la tercera posición de La Liga, lo cierto es que las sensaciones no son nada buenas. Algunas victorias han sido engañosas y los problemas de juego siguen siendo un quebradero de cabeza para Xavi Hernández.

Los culés vencieron el pasado fin de semana al Celta de Vigo de forma casi milagrosa. Lewandowski anotó un penalti en el minuto 97 que salvó los muebles en Balaídos, pero este resultado no hizo sino agrandar las dudas que sigue ofreciendo el Barça cada semana. Previamente, el Barça ni siquiera fue capaz de ganar al Granada en Montjuïc en otro grave traspié.

Xavi Hernández, durante un partido del FC Barcelona Reuters

La clasificación dice, sin embargo, que la actualidad del Nápoles es todavía peor. Los italianos, instalados en una depresión que les lleva en la novena posición de la Serie A y fuera de los puestos europeos afrontan una dura realidad. Aún así, tratarán de convertir el aspecto anímico en una bala a gastar el día en el que estrenarán a su nuevo entrenador.