La madrugada del viernes al sábado fue un día triste para el beticismo. El fútbol español perdía a uno de sus personajes más controvertidos. Manuel Ruiz de Lopera (Sevilla, 1944) fallecía a los 79 años tras haber pasado una última etapa de su vida bastante convulsa, marcada por los problemas de salud y por las continuas entradas y salidas del hospital.
Lopera formó parte del Real Betis desde el año 1991 hasta el año 2006, siendo presidente de la entidad durante más de una década. En este tiempo, formó parte de una etapa del fútbol español difícil de olvidar, con presidentes que eran casi más protagonistas que los propios jugadores.
Una estirpe de dirigentes de, como diría Loquillo, otra época y corte moral. En el año 1992 se convirtió en el máximo accionista del club de Heliópolis gracias al aval de su empresa Farusa, perteneciente a la familia Ruiz Ávalos. Como presidente del Betis pasó a la historia, especialmente por sus grandes polémicas y por sus grandes fichajes.
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Algunos de la talla y la dimensión del brasileño Denilson, el cual costó 30 millones de euros en 1998, cuando todavía se pagaba en pesetas. Una cantidad que en aquel momento era una absoluta locura en el mercado y más para un club como el Betis. De la mano de Lopera los verdiblancos consiguieron tocar el cielo de la Champions e incluso conquistar títulos como la Copa del Rey del año 2005, pero también saborearon el dolor del infierno con un descenso a Segunda División.
Tras años de luchas con la afición, fue la enfervorecida grada del Benito Villamarín, el cual rebautizó con su propio nombre, la que pidió su salida y la venta de las acciones. Sin embargo, Lopera, más allá del fútbol, también construyó una trayectoria como empresario que le permitió reunir una gran fortuna que ahora tendrá que repartirse entre sus herederos.
Así es la fortuna de Manuel Ruiz de Lopera
Manuel Ruiz de Lopera se ganó la fama nacional al comprar la mayor parte de las acciones del Real Betis. Sin embargo, antes de su llegada al palco verdiblanco, ya había construido un gran camino como empresario. Desde la citada Farusa hasta Rulosa pasando por otras compañías como Incecosa, Tegasa o Encadesa.
Sus primeros pasos en el mundo de los negocios estuvieron en el sector de los electrodomésticos, vendiendo productos de cierto lujo, con los que consiguió hacer fortuna. Una vez reunió un patrimonio considerable, se pasó al negocio de moda de la época: el sector inmobiliario.
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Fundó varias sociedades y dio el salta al mercado de la compra, venta y alquiler de viviendas. Sin embargo, como muchos de los grandes empresarios de la época que vivieron su momento más dorado entre finales de los 90 y principios de los 2000, también tuvo problemas con Hacienda. En el año 2006 fue condenado por un delito tras detectar irregularidades fiscales en su gestión como presidente del Betis durante los años 1996 y 1997.
Ya en el año 2010, sus acciones fueron embargadas hasta que en 2015 las recuperó tras un fallo de la Audiencia de Sevilla. Así pudo venderlas dos años más tarde, cuando en 2017 aceptó la oferta de Ángel Haro y José Miguel Catalán.
Desde ese momento, Lopera pasó a un segundo plano, alejado de los focos que tanto le habían buscado durante su época de presidente del Real Betis, cuando se convirtió en un filón para los programas deportivos e incluso para los informativos. A pesar de que buena parte de su tiempo lo dedicó a cuidar su delicado estado de salud, no cesó su actividad económica, ya que continuó en el negocio de la compraventa de propiedades inmboliarias.
Estos movimientos le llevaron a ser una de las personas con más terrenos tanto de Sevilla como de toda Andalucía. Un magnate en su versión más silenciosa, pero rentable. Ahora, estas propiedades, empresas y patrimonio tendrá que repartirse entre sus herederos, los cuales intentarán hacerse con una fortuna millonaria. Solo de la venta del Real Betis obtuvo unas ganancias que rondaron los 5 'kilos'. Y es que en la vida del Lopera empresario nunca han faltado las grandes cantidades de dinero.
Saber quién se hará con su fortuna será una gran batalla, ya que Lopera no tuvo hijos a pesar de estar casado durante 59 años con su única mujer. Poco se conoce de su familia. Fue el menor de 18 hermanos y siempre estuvo muy ligado a uno de sus sobrinos, Javier Páez Ruiz de Lopera.