Hace más de ocho años, bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, la junta directiva del FC Barcelona, junto con la plantilla del equipo, presentó la maqueta de un ambicioso proyecto. Este plan contemplaba iniciar su construcción a mediados de 2017, con el objetivo de ampliar la capacidad del estadio a 105.000 espectadores.
Sin embargo, a pesar de la presentación inicial, las obras no comenzaron hasta 2023. La propuesta arquitectónica, desarrollada por Nikken Sekkei (Japón) y Joan Pascual i Ramon Ausió Arquitectes (Barcelona), quienes ganaron el concurso internacional, sufrió varias modificaciones a lo largo de los años y aún continúa evolucionando.
Paralelamente, existió otra propuesta, ahora casi olvidada, que habría transformado el Camp Nou de una manera completamente distinta a lo que se está llevando a cabo en la actualidad.
Una de las propuestas descartadas que más llama la atención por su aspecto exterior único es la realizada por los estudios de: Batlleiroig Arquitectura, Enric Batlle Durany y Joan Roig i Duran – Arquitecto.
En su memoria explican que "el diseño parte de un principio básico de reconocimiento y respecto de los valores del estadio de en medios. La nueva ampliación se manifiesta de manera discernible y con un lenguaje propio complementando el edificio original. Los entornos del nuevo complejo se resuelven como un gran parque que lo integra dentro de la trama urbana del barrio de las Corts".
Según explicaron sus creadores, la propuesta tenía el gran beneficio para el Camp Nou de pasar de los 90.000 espectadores que había entonces a más de 105.000. El campo estaría formado por cuatro gradas. Teniendo en cuenta que la grada no sólo ofrece un asiento para el espectáculo, sino que proporciona la plataforma desde la que los aficionados pueden participar, el diseño de la grada debe contribuir, sustancialmente, al ambiente y la atmósfera.
Es por esto por lo que el proyecto aseguraba producir condiciones en las que el apoyo de los aficionados locales lo puedan sentir los jugadores del Barça y todos los espectadores presentes. La cubierta transmite el ambiente de dentro de la grada y crea las condiciones perfectas tanto para jugar como para ver fútbol, efecto con el que democratiza el estadio. También transmite la imagen del estadio y del club mediante el uso de la luz y una composición efímera.
Se desarrolló un diseño específico del espacio público que rodearía el campo permitiendo que, en días de partido, se pudiera utilizar como extensión de la grada. Este nuevo espacio público perimetral, llamado la Ameba, se sirve de la gran tradición de espacios públicos de Barcelona y presentaría un paisaje estructurado con zonas verdes, asientos, anfiteatros y pasarelas. Además, ocultaría la parte inferior del estadio, lo que reduce su altura aparente.
Al adoptar su propio lenguaje formal, aportaría contraste y se diferencia del edificio del estadio. La Ameba dividiría el nivel a pie de calle en dos alturas, lo que crearía un espacio adicional para garantizar el movimiento seguro y fluido de un gran número de peatones en los días de partido, y para poder dar capacidad a una gran variedad de funciones e instalaciones al servicio del estadio.
Debajo de la Ameba proyectaron toda una zona de entretenimiento y actividades sociales, que incluiría cafeterías, restaurantes, tiendas, espacios para museos y la Nike Store, la cual tendría una posición predominante y estaría perfectamente integrada dentro del NCN Experience.
Finalmente, el estudio diseñó el nuevo Museo del Barça como una experiencia total en un recorrido a lo largo de todo el estadio, que permite disfrutar de toda la historia y los logros del club, con el objetivo de conseguir una fusión del museo con el propio estadio.