El Fútbol Club Barcelona ha pasado del éxtasis a la más profunda de las amarguras en solo unos días. Y todavía no ha acabado la semana, pues todavía le queda un último partido. Y solo hay dos opciones: puerta grande o enfermería. Es lo que tiene un Clásico en estas fechas.
Con la temporada dando sus últimos coletazos, el FC Barcelona ha pasado de vivir gran parte del mes de abril con una sonrisa de oreja a oreja tras el buen nivel dado en los últimos partidos a acabarlo con la cabeza agachada y reflexionando acerca del futuro. Las dos caras del club han salido a relucir, aunque puede haber tiempo para arreglar el desaguisado.
La eliminación de la Champions League a manos del Paris Saint-Germain ha provocado que ciertos fantasmas vuelvan a reaparecer en la entidad culé. Cuando todo hacía indicar que había remontado el vuelo tras un fantástico mes de marzo y las buenas sensaciones dadas en la ida frente a los franceses. Sin embargo, todo ha comenzado de la noche a la mañana.
[César Soto Grado, el árbitro de El Clásico Real Madrid - Barça de La Liga]
El adiós a la Champions League, cuando lo tenían todo de cara, ha provocado que el equipo termine de resquebrajarse. El vestuario ha quedado muy fracturado ante los distintos puntos de vista que hay en los jugadores y su entrenador, Xavi Hernández, ha vuelto a quedar muy retratado en una gran cita.
Mientras tanto, Joan Laporta ha preferido ocupar un segundo plano en el momento decisivo de la temporada. El presidente del FC Barcelona apenas ha intervenido públicamente estos días, algo raro en él puesto que siempre ha sido de los que ha vendido esperanza. Todo ello es sinónimo de que no marchan bien las cosas.
El papel de Xavi
Xavi Hernández tiene una nueva prueba de fuego este fin de semana. El Clásico frente al Real Madrid supone una oportunidad para él de redimirse ante los continuos fracasos que le han marcado a lo largo de esta temporada. Además, él llega especialmente señalado tras su imagen en Champions.
El técnico del Barça, que dejará su puesto a finales de esta temporada, ha sido incapaz de dotar de poderío a su equipo en las grandes citas. Superado en muchas ocasiones e incapaz de controlar sus nervios en el área técnica, Xavi sabe que El Clásico es la única oportunidad de remontar el vuelo este curso.
A pesar de que se encuentran a ocho puntos, un triunfo frente al Real Madrid les dejaría a cinco con todavía seis jornadas por disputar. Es decir, todavía mantendría viva la llama de la esperanza por conseguir La Liga. Eso sí, la realidad deja mucho que desear para el entrenador culé.
En sus enfrentamientos esta temporada, el Barça ha caído derrotado en los dos partidos. Perdió en Montjuïc tras el doblete de Jude Bellingham en la recta final del encuentro y fue goleado en la Supercopa de España por un contundente 4-1. Es decir, la imagen ha sido penosa.
Por ello, este domingo en el Santiago Bernabéu Xavi tiene su última oportunidad de subirse al tren para salvar la temporada. Su honor está en juego y éste es el examen más importante que tiene por delante. Solo le vale ganar, pero habrá que ver si desde el aspecto táctico está a la altura.
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Fractura en el equipo
Uno de los componentes más importantes para lograr ganar este domingo pasa por la unión del grupo, pero eso parece bastante lejano en el FC Barcelona. La remontada del PSG en Montjuïc y los errores propios han provocado que una brecha casi insalvable haya golpeado duramente al equipo.
Las contundentes palabras de Gündogan poniendo bajo el foco las actuaciones de sus compañeros Ronald Araujo y Joao Cancelo han generado una enorme polémica. Otros como Jules Koundé o el propio Araujo respondieron duramente y dejaron candente la ruptura que hay dentro del vestuario.
"Prefiero guardarme lo que pienso. Tengo códigos y valores que hay que respetar", espetó Araujo en su última intervención pública. El defensor, expulsado contra el PSG, se tuvo que morder la lengua para no responder a las palabras de Gündogan tras el fracaso en Europa.
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También hay voces, como la de Marc André-Ter Stegen, que se han mostrado mucho más reales y que no coinciden con la versión de su entrenador. Mientras que Xavi trató de echarle la culpa al árbitro, el meta y el centrocampista alemán fueron mucho más autocríticos, algo que parece no haber sentado bien.
Laporta, de la euforia a la realidad
Uno de los grandes instigadores de la ilusión en el FC Barcelona ha sido Joan Laporta. El presidente culé ha vendido una y otra vez el pollino a sus aficionados, pero poco a poco su versión ha ido desmontándose. Ante la falta de resultados, no le ha quedado más que aceptar la realidad, lo que ha provocado que haya dado el paso a un lado estas últimas semanas.
Su última intervención pública discrepó mucho de su comportamiento a lo largo del grueso de la temporada. Siempre quiso compartir un escenario idílico con sus seguidores como hizo antes del duelo frente al PSG pidiendo una olla a presión, pero esta vez se la ha visto mucho más apagado que de costumbre.
"Estamos pasando una decepción, pero tenemos ganas de ir a Madrid a ganar. Me sabe mal porque habíamos depositado muchas ilusiones, yo creo que fundamentadas. Ahora nada, a pasar esta decepción", explicó durante su visita al Conde de Godó.
Una decepción que puede acrecentarse de no vencer al Real Madrid. Además, tras el varapalo de no entrar en el próximo Mundial de Clubes, decir adiós a LaLiga frente a su máximo rival puede ser un palo muy duro, especialmente con el verano que le espera en los despachos.
El FC Barcelona se ha disuelto en estos últimos días y necesitarán recurrir a esa épica que siempre ha caracterizado al Real Madrid para remontar el vuelo antes del último Clásico de la semana.