Un lugar emblemático como Wembley. Un equipo histórico como el Real Madrid. Un título que puede agrandar la mayor leyenda jamás vista en Europa como La Decimoquinta. Con todos esos ingredientes se presenta la final de la Champions League este sábado (21:00 horas) entre el rey del continente y el Borussia Dortmund.

Cuesta echar la vista atrás y encontrar una final en la que a priori hubiera un favorito tan claro para llevarse la 'Orejona'. Ni siquiera la edición pasada con el enfrentamiento entre el Manchester City y el Inter de Milán se presentaba con un trato tan desigual entre ambos equipos, pero en la mejor competición del mundo nadie puede relajarse.

Al Real Madrid no le asusta el favoritismo exagerado, eso está claro. Está acostumbrado a vivir en la más absoluta presión y se mueve como pez en el agua en la máxima exigencia. Es lo que tienen los clubes grandes, que siempre se les pide ganar. Lo único que ha perturbado este favoritismo en las últimas horas han sido las despedidas anunciadas como la de Kroos y otras como la de Nacho, Modric o incluso Rodrygo que quedan en el aire.

La Champions League, presidiendo el estadio de Wembley. EFE

Sin embargo, los de Ancelotti no quieren caer en la relajación. Ese es el gran trabajo que ha hecho el entrenador italiano en la previa, hacer que los suyos no sientan que van a ganar el partido por el nombre y concienciarles que tendrán que sudar para derrotar a un rival que se ha plantado en la final dejando en la cuneta a equipos como el París Saint-Germain.

El Borussia Dortmund es un equipo mucho más novel e inexperto en este tipo de escenarios. De ahí la desigualdad en los pronósticos, pero van a contar a su favor con la baza de tener una ilusión desmedida. Terzic ha compenetrado bien a las piezas y ha dado la sorpresa para meter a los suyos en la final, y argumentos futbolísticos tienen más que de sobra como para ofrecer batalla.

Agrandar la leyenda

El simple hecho de saber que quien está al otro lado en una final de la Champions League es el Real Madrid infunde un temor increíble a cualquier equipo. Por mucho que siga sonando a tópico con el paso de los años, el nombre también gana finales y la experiencia histórica ayuda a decantar este tipo de partidos. 

Por eso nadie se acerca ni por asomo a las 14 Copas de Europa que tienen los blancos, y ahora es al Borussia Dortmund al que le tiemblan las piernas y maldice su suerte por toparse con el conjunto blanco en su camino hacia la gloria.

Carlo Ancelotti tiene muy claro cuáles van a ser sus cromos preferidos para disputar esta final. Hay muy pocas dudas del equipo inicial que presentará el entrenador italiano, un síntoma de que todos tienen las ideas muy claras y que cada uno conoce cuál es su rol en el equipo. 

El gran debate en las semanas previas se centró en la portería. Lunin o Courtois, ese era el principal quebradero de cabeza. Sin embargo, la reciente enfermedad del ucraniano le deja fuera de juego y será el belga el que se pondrá los guantes para salvaguardar la portería del Real Madrid.

Courtois, junto a Ancelotti antes de la final de la Champions. REUTERS

La defensa estará formada por Carvajal y Mendy en los laterales, indiscutibles ambos durante el curso, mientras que el candado lo echarán Nacho y Antonio Rüdiger en el centro de la zaga. Puede que sea el último partido del capitán vestido de blanco, así que quiere aprovechar la oportunidad al máximo.

El que dice adiós con total seguridad es Toni Kroos. El germano, elegante e incombustible como pocos, tendrá su último baile con el Real Madrid en un escenario incomparable. Estará acompañado de Fede Valverde y de Camavinga en el centro del campo para poner orden.

Mirando al ataque tampoco hay dudas. Bellingham enganchará buscando recuperar su mejor versión en el momento más preciso, mientras que Vinicius y Rodrygo harán daño como hombres más adelantados. Gran oportunidad para reivindicarse también para Rodrygo, de cuyo futuro se ha hablado mucho en los últimos días.

El Dortmund, a por la sorpresa

El Borussia Dortmund parte con el claro papel de víctima. Son pocos los atrevidos que se aventuran a darle opciones, pero los germanos no han llegado a Wembley tan sólo para ver el estadio. 

Quieren su segunda Champions, después de la que consiguieron en 1997 tras derrotar a la Juventus en Berlín, aunque saben que lo tendrán difícil. La última vez que llegaron a un escenario así perdieron en una final completamente alemana ante el Bayern. Fue en 2013, hace ya 11 años, y curiosamente en el mismo escenario de este sábado, en Wembley. 

Edan Terzic será uno de los grandes protagonistas de la final. El entrenador tiene una preciosa historia de amor con el Dortmund, un equipo del que ya era aficionado desde los 9 años, cuando su padre le llevó por primera vez al campo. Aquel joven ha terminado convirtiéndose en el técnico que puede hacer historia con la entidad de su vida. 

El alemán parece que también tiene claro su equipo. Kobel es su guardameta de confianza, y la defensa estará formada por Ryerson, Hummels, Schlotterbeck y Maatsen. 

En el centro del campo se dibuja un doble pivote con Sabitzer y Emre Can, mientras que por delante estarán Adeyemi y Sancho en las bandas, y Brandt enganchando por dentro. La referencia ofensiva será Füllkurg.

El escenario ya aguarda que lleguen las nueve de la noche y millones de ojos estarán puestos en Wembley. La mayoría de ellos creen que el Real Madrid terminará haciéndose con La Decimoquinta, pero en el fútbol no hay nunca nada escrito.