El día que Julián Álvarez salía de la partida, como Le Normand. El día en el que Gallagher y Sorloth tuvieron minutos, es decir, todos los nuevos fichajes del Atlético estuvieron sobre el campo. Ese día, a los de Simeone les funcionó lo clásico. La clase de Griezmann y la potencia Llorente. Ambos jugadores fabricaron los tres goles ante el Girona. Un tanto y una asistencia para cada uno. La araña no picó, pero los rojiblancos abrazon sus primer triunfo liguero subidos a lomos de la inmejorable interpretación de Antoine y la vigorosa exhibición de Marcos. [Así hemos vivido la victoria del Atlético sobre el Girona].
Los aledaños del Metropolitano se llenaron de máscaras de Spiderman, de gestos que lanzan telarañas, de aquella camiseta rojiblanca con una araña en el abdomen... La afición anhelaba ver a Julián Álvarez, pero quedó deslumbrada por el trabajo de Llorente y el toque de Griezmann. Aunque también por el planteamiento inicial. Los suyos presionaban arriba, muy arriba, ahí donde un mínimo fallo defensivo desemboca en fatalidad.
Y en ese estadio se hundió Gazzaniga. Se pasó de frenada buscando un balón largo de Le Normand y tocó, fuera del área, el balón con las manos. Se montó entonces una reyerta verbal en la grada, que pedía la roja. Munuera resolvía la acción con tarjeta amarilla mientras Griezmann, que no entiende de debates, colocó el balón y se tomó la justicia por su mano. La puso en el palo largo, el que se suponía que tapaba el portero, que seguía rumiando su error cuando ya tenía que recoger el balón de la red.
Hasta entonces, el Atlético no terminaba de consolidar el dominio. Principalmete porque no encontraban a Griezmann, que una vez marcó gol, se liberó. Simeone le había entregado la batuta a De Paul y Barrios. Koke, al banquillo. Con Llorente por un costado y Julián Álvarez en punta. El Giron 3.0 de Míchel salió con Tsygankov actuando de Dovbyk y manteniendo su idea de juego pese las numerosas y esenciales bajas.
Aunque si el golpe de Griezmann, cuando la primera parte agonizaba, fue doloroso. Todavía más lo fue el recibido en el mentón tras el paso por vestuarios. Con el francés pasando de goleador a asistente. De primeras, con ojos en la espalda y una medio chilena, se la puso a Llorente que corrió, corrió y corrió hasta llegar a la frontal y soltó un latigazo. Algo más pudo hacer Gazzaniga en cualquier caso.
Dos clásicos reinaban en el Atlético de los nuevos fichajes. Todavía faltaba uno por debutar. Connor Gallagher, quien en su primera jugada peridó el balón y se rebeló para recuperarlo. Puro cholismo. Mientras, Julián Álvarez se dio cuenta que pocas veces sentirá lo que sentía en el City. En el Metropolitano se disfruta sin balón.
La Araña buscaba entonces más asociación. Probó desde media distancia y comprobó que tendrá más participación cuanto más se aleje del área rival. Al revés que en el City. Koke cerró la goleada tras otra vigorosa galopada de Llorente pasada la hora y media de juego. Simeone aplaudía. Mientras los nuevos fichajes se adaptan, la vieja guardia funciona. Golea y se besa el escudo del Atlético, que por primera vez lució en el Metropolitano.