El FC Barcelona y Quique Setién zanjan por fin el capítulo de su relación. Lo hacen cuatro años después del despido del entrenador cántabro y tres desde que llegaran a un acuerdo para la indemnización correspondiente del técnico, con el objetivo de evitar que la disputa legal escalara hasta los tribunales.
El acuerdo alcanzado estipulaba que el Barça abonaría el finiquito a Setién en seis plazos. Esta misma semana, el club debería completar el último de esos pagos, cerrando definitivamente el caso. La cantidad final acordada rondaba los cuatro millones de euros, una cifra inferior a lo que Setién habría cobrado si hubiese cumplido su contrato, que lo vinculaba al club hasta junio de 2022. Sin embargo, el técnico fue despedido en agosto de 2020, apenas unos días después de la dolorosa derrota por 2-8 contra el Bayern Múnich en la Champions League.
La debacle de Lisboa fue el catalizador para la destitución de Setién. Pero los problemas del técnico en el Barça iban más allá de lo ocurrido en la cancha. Durante sus ocho meses en el banquillo azulgrana, el cántabro tuvo serias dificultades para gestionar un vestuario repleto de estrellas, incluyendo enfrentamientos con líderes como Messi o Luis Suárez. Estas tensiones internas, sumadas a la catástrofe europea, sellaron el destino de Setién.
Tras su destitución, el conflicto entre Setién y el club dirigido entonces por Josep Maria Bartomeu no se resolvió de inmediato. El Barça, alegando el incumplimiento de objetivos, intentó evitar el pago de la indemnización, lo que llevó el caso a los tribunales. Por su parte, Setién argumentaba que esa no era razón suficiente para eludir sus derechos contractuales. Finalmente, tras años de disputas y con la amenaza de un juicio, ambas partes llegaron a un acuerdo que cerró el caso, aunque no sin dejar cicatrices.
Pero Setién no ha sido el único técnico en el fútbol español que ha enfrentado la dilatación en los pagos de su indemnización. El caso de Álvaro Cervera, exentrenador del Cádiz, también ha puesto de manifiesto un problema que parece estar cada vez más presente en el fútbol español. Cervera fue despedido en enero de 2022, pese a que tenía contrato hasta junio de 2024. La situación llegó a tal punto que el técnico tuvo que denunciar al club por despido improcedente. Tras más de un año de disputas, ambas partes llegaron a un acuerdo en febrero de 2024, donde se pactó el abono parcial del finiquito. Al igual que en el caso de Setién, este conflicto refleja un patrón en la relación entre clubes y entrenadores.
'Amenaza' a la RFEF y a LaLiga
La preocupación entre los entrenadores es palpable. En una reunión llevada a cabo el pasado martes en Las Rozas, donde se dieron cita técnicos de Primera y Segunda División como cada año, se discutió cómo los clubes suelen despedir a los entrenadores sin haber resuelto previamente su situación contractual. La propuesta que está sobre la mesa es clara: los técnicos no quieren que los nuevos entrenadores puedan ocupar el banquillo hasta que no se haya llegado a un acuerdo con el destituido. Buscan protegerse de lo que consideran prácticas injustas por parte de los clubes, que dilatan los pagos de los finiquitos de manera deliberada.
Esta creciente frustración ha llevado incluso a que el colectivo de entrenadores planteara una medida drástica: la posibilidad de convocar una huelga si no se llega a un acuerdo. En otra reunión mantenida este miércoles entre el Comité Nacional de Entrenadores y LaLiga, la posibilidad de paralizar la competición estaba sobre la mesa.
La patronal mostró su disposición a dialogar y buscar soluciones. En el encuentro con David Gutiérrez, presidente del estamento de entrenadores, se acordó que LaLiga trabajará junto con la RFEF para advertir a los clubes que no cumplan con sus compromisos contractuales. LaLiga reconoció el malestar del colectivo técnico, pero también aseguró que los casos de impagos no son la norma general, sino excepciones que han de ser corregidas. En cualquier caso, la organización se comprometió a vigilar más de cerca estas situaciones para evitar que se repitan.
Los entrenadores se sienten cada vez más desprotegidos y la imagen que ha dado el colectivo en la última reunión en Las Rozas es de unión y fortaleza. Entrenadores de renombre como Carlo Ancelotti, Diego Pablo Simeone, Manuel Pellegrini, Ernesto Valverde y Marcelino García Toral, entre otros, formaban parte de la convocatoria, reflejando la preocupación generalizada entre los técnicos. Aunque los impagos afectan solo a una minoría, todos comparten la sensación de que la situación debe cambiar para garantizar sus derechos laborales.
El miedo a quedar en una situación de indefensión ha llevado a los entrenadores a plantear una serie de medidas que eviten estos conflictos. Quieren que se garantice el pago inmediato de las indemnizaciones en caso de destitución y que se adopten sanciones para aquellos clubes que no cumplan con sus obligaciones. Además, buscan que los contratos sean más claros en cuanto a las consecuencias del despido, evitando así interpretaciones que favorezcan a las entidades deportivas.
El conflicto entre entrenadores y clubes no es algo nuevo, pero la creciente cantidad de casos en los últimos años ha puesto el foco sobre la necesidad de reformar el sistema. El de Setién, a priori por fin resuelto, es solo uno de tantos que han generado malestar en el gremio, pero su resolución tardía ha servido como ejemplo de lo que los técnicos quieren evitar en el futuro. El fútbol, como cualquier otro ámbito laboral, necesita mecanismos de protección para quienes, semana tras semana, enfrentan la presión de cumplir objetivos en un entorno donde la paciencia de los clubes es cada vez menor.