El Barça traslada a Europa el impulso mostrado en Liga hasta la visita a El Sadar. El equipo azulgrana ante el Young Boys nada tuvo que ver con el de Osasuna. Los de Flick pasaron de la penuria a la exuberancia, imponentes en un Montjuic que no conoce la derrota y del que el conjunto suizo de va de vacío. Un doblete de Lewandowski, Raphinha e Iñigo Martínez sellaron el primer triunfo (5-0) del Barça en la nueva Champions. [Narración y estadísticas del partido]. 

La inmediata metamorfosis azulgrana se explica a través de la exigencia del rival, penúltimo en la liga suiza con una única victoria, y de la alineación, brotado de la guardia pretoriana. Necesaria para espantar los viejos fantasmas que atormentan a los azulgranas cada vez que retumban los acordes del himno continental y el azul reviste la fachada de los estadios.

Volvieron Iñigo Martínez, Balde, Casadó, Lamine Yamal y Raphinha y la luz se hizo en el callejón europeo. Lo alumbró Lewandowski, bien colocado, para rematar un centrochut de Raphinha. Tardó ocho minutos es desvanecerse el combinado helvético ante el delantero polaco, que mantiene su idilio con el gol esta temporada. Keller asistió en primera fila al monólogo azulgrana. 

Había rotado Flick en Pamplona y guardó sus mejores cartas para jugarlas en Champions. En Liga, el Barça se había ganado el derecho a respirar y en Europa no podía volver a fallar. No hubo rotaciones, no hubo sorpresas. Pedri y Casadó, al que va a costar negarle la titularidad, formaron pareja en la sala de máquinas. Volvieron los jugones y regresó el fútbol. 

Los azulgranas dominaban y controlaban el ritmo del partido sin amodorrarse en posesiones largas. Aceleraban una vez superado el centro del campo. Asentía Flick desde la banda, en señal de aprobación, y Szczesny desde el palco. El nuevo portero del Barça, todavía pendiente de oficialización, presenció el duelo en primera persona.

Los azulgranas se movían cómodos tanto por dentro como por las bandas, y cuando eso sucede, todo es más fácil. Un disparo de Pedri quedó muerto y Raphinha, por inercia, empujó a gol. Inmediatamente después, de nuevo el canterano volvió a servir un gol. Esta vez a otro protagonista, Iñigo Martínez, que marcó su primer gol como azulgrana. 

Lewandowski sentenció, por si había algo que sentenciar, tras el paso por vestuarios y el guion del partido mudó a hacia los reencuentros de Montjuic con dos rostros conocidos. El primero el de Ansu Fati. Al que una espiral de lesiones le había mantenido al margen hasta el duelo contra el Mónaco. El canterano regresa a la máxima competición continental dos años después de su último partido ante su público.

Noche de reencuentros y debut

De Jong también desempeñó el mismo papel. El neerlandés y el FC Barcelona mantienen un matrimonio de conveniencia. Media década después de su arribo en la Ciudad Condal, el jugador y el equipo todavía no se han encontrado. El primero sabe que debe ser precavido toda vez que ha sufrido tres lesiones en el mismo tobillo, acumula un largo proceso de inactividad y no ha cumplido con las expectativas.

El club, por su parte, es consciente de que debe recuperar al neerlandés para la causa toda vez que ha quedado demostrado la imposibilidad de traspasarlo. El futbolista, que lleva en el dique seco desde el último Clásico, con una Eurocopa perdida de por medio, ha roto su silencio a través de los medios oficiales de la entidad azulgrana. Procuró zanjar las polémicas que rodean su figura y trató el tema de su salario y la necesidad de pasar por el quirófano.

Jugó el último cuarto de hora en el doble pivote, desde donde vio las dos últimas fotografías de la noche. La primera, el debut de Andrés Cuenca, central crecido junto a Cubarsí en La Masía, y la segunda, el cierre de la goleada con el tanto en propia de Camara. El Young Boys se marcha de Montjuic con una manita y el Barça se logra así su primera victoria en Champions que le permite espantar viejos fantasmas.