Heridas de guerra. Eso es lo que dejó el pasado domingo el derbi madrileño tanto en el Atlético como en el Real Madrid. Un partido que no dejó satisfecho a ninguno de los dos y que estuvo marcado por lo extradeportivo. Un parón lamentable provocado por los ultras colchoneros que ha seguido trayendo cola y que ha dejado sus consecuencias en la Champions League.

Los dos contendientes de aquel combate tan intenso que se libró en el Metropolitano salieron escaldados de sus partidos europeos apenas unos días después. El Real Madrid dobló la rodilla ante un Lille que, sobre el papel, está varios escalones por debajo. El Atlético de Madrid, por su parte, se desmoronó y encajó una humillante goleada a manos del Benfica.

Ninguno de los dos dejó síntomas de tener las constantes vitales adecuadas. Mientras que los colchoneros apenas comparecieron en el Estadio da Luz, los blancos no fueron capaces de tomarle el pulso al partido en ningún momento. Un fiel reflejo de que lo del Metroplitano no fue flor de un solo día.

Mbappé, con la mirada perdida mientras los jugadores del Lille celebran. REUTERS

El grave pinchazo del Real Madrid

Este Real Madrid sigue sin encontrar su identidad. El cambio de piezas experimentado durante el verano todavía sigue condicionando al conjunto blanco, que parece no reponerse a la ausencia de Toni Kroos o no saber cómo encajar las piezas en el ataque de la mejor manera posible.

El puzle sigue a medio hacer, y ahí Ancelotti todavía tiene trabajo. Pese a que los blancos encajaron la que es su primera derrota de la temporada -algo que de por sí no es preocupante-, lo cierto es que futbolísticamente las dudas no terminan de marcharse.

Luka Modric, cabizbajo. REUTERS

Ya al equipo blanco le costó mucho arrancar en La Liga. Cedió dos empates en las primeras tres jornadas que instalaron cierto nerviosismo, aunque esa sensación poco a poco se fue disipando cuando comenzaron a llegar las victorias. 

Aquello era, no obstante, en cierto modo engañoso. El Real Madrid apenas ha tenido partidos en los que haya dominado de cabo a rabo, en los que haya conseguido goleadas abultadas, o en los que no haya tenido algún susto considerable. Demasiados avisos como para pensar que era inmune a las derrotas.

Ya contra el Atlético de Madrid, pese a mandar en el marcador antes del lamentable parón provocado por el Frente Atlético, la imagen colectiva no estaba siendo la mejor. El empate en el tiempo añadido dejó tocada la moral, y la resaca del derbi tanto física como psicológica ha llegado hasta el partido de Champions para desembocar en la primera derrota de la temporada.

Un Atlético deslavazado

Hacía gestos de dormir el Cholo Simeone desde la banda del Estadio da Luz. Le decía a los suyos que estaban sumidos en un letargo inaceptable mientras veían cómo el Benfica anotaba un gol tras otro hasta llegar a los cuatro. 

El resultado fue demoledor para el Atlético de Madrid. Una goleada de este tipo destroza la diferencia de goles, y el golaverage va a ser importante en esta nueva fase de grupos de la Champions League para conseguir un buen puesto en la clasificación final.

Los rojiblancos fueron transparentes en defensa, y el centro del campo se deshizo ante el empuje del equipo portugués. Por si fuera poco, los jugadores que han costado auténticas millonadas y que han llegado este verano para marcar la diferencia, ni siquiera comparecieron. Fue el caso de Julián Álvarez y de Sorloth, que siguen defraudando en el entramado de Simeone.

La semana ha sido de todo menos tranquila en el entorno del Atlético de Madrid. El revuelo formado por la suspensión del derbi, y sobre todo la imagen de varios jugadores hablando con los ultras encapuchados frente a frente, han causado un terremoto en el seno del club de grandes magnitudes.

Lino, durante el partido entre el Atlético y el Benfica. REUTERS.

Desconectado, el equipo no supo abstraerse de todo esto y enchufarse a la competición. El Benfica le pasó por la izquierda y por la derecha, y ahora el Atlético es peor equipo de todo el vagón de conjuntos que suman tres puntos.