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Se veían llegar nubarrones oscuros, casi negros, desde el Santiago Bernabéu por mucho que el techo retráctil esté habitualmente desplegado. Lo sucedido el pasado miércoles en Anfield había abierto una herida que todavía llevará tiempo cerrarla, pero todo podía empezar a tomar un cariz desastroso en el Real Madrid si el equipo no ganaba -y bien- al Getafe. 

Se avecinaba una crisis en el club blanco, pero no hay mejor forma de espantar cualquier fantasma que a base de resultados. El Real Madrid no brilló en exceso para superar a sus vecinos del Getafe, pero con la victoria, y especialmente con las consecuencias que provoca, todo se ve de otra manera muy diferente.

Parece mentira, pero este último partido de La Liga eran casi el todo o nada para los blancos en este preciso momento de la temporada. Viviendo al filo, la victoria reenganchaba a los de Ancelotti a la pelea por La Liga, y cualquier otro resultado no haría sino hacer todavía más daño a un equipo muy tocado de moral.

El resultado se celebra en Chamartín porque el Real Madrid ha pasado a depender de sí mismo para ser el líder de la competición. Eso en el mismo año en el que parecía estar a punto de entrar en barrena viendo a un Barça que parecía intratable. Pues ni una cosa ni la otra. 

Pese a que los culés siguen siendo líderes, sus tres pinchazos consecutivos en la competición regular han abierto el abanico para la remontada del eterno rival. Las matemáticas dicen que si el Real Madrid consigue vencer al Valencia en el partido que aún tiene pendiente, sería el mejor equipo de la competición y le mojaría la oreja tanto al Barça como al Atlético de Madrid, que también se suma a la fiesta.

Cara en La Liga, cruz en la Champions

Esta nueva realidad arroja dos escenarios muy diferentes para el Real Madrid. No tiene nada que ver lo que viven los blancos en la competición regular con lo que experimentan en la nueva Champions League, que está dando quebraderos de cabeza en el Bernabéu.

En la competición doméstica es donde el equipo de Carlo Ancelotti está encontrando su válvula de escape. Llovieron críticas por el dudoso arranque de temporada, y eso unido a que el Barça volaba y parecía invencible provocó que los nervios aparecieran casi desde el primer momento.

Mbappé celebra su gol ante el Getafe. REUTERS

La goleada culé en el Santiago Bernabéu estuvo a punto de hacerlo saltar todo por los aires, pero apenas un mes después de aquel Clásico en el que el Real Madrid tuvo que agachar la cabeza las cosas han cambiado drásticamente.

Ahora son los blancos los que sonríen al ver que dependen de sí mismos para superar al Barcelona en la clasificación. Como el buen momento de uno y el malo de otro suelen ser vasos comunicantes en el caso de los eternos rivales, ahora son los de Flick los que, con tres pinchazos consecutivos, alimentan las dudas. 

El Real Madrid necesitaba este triunfo como el comer. Los blancos aguardan ahora un efecto rebote, una reacción en cadena que se extienda a Europa. Allí están en una situación crítica de cara a las tres jornadas finales de la fase de grupos, y mejorar la imagen vista en Anfield se convierte en una obligación.

Aire para Ancelotti y Mbappé

La victoria ante el Getafe deja también otros efectos colaterales en la crisis en la que estaba a punto de entrar el Real Madrid. Los focos estaban empezando a apuntar claramente a las figuras de Carlo Ancelotti y de Kylian Mbappé, y ahora los dos cogen oxígeno con esta nueva situación en La Liga.

Mbappé volvió a ver portería. El francés anotó su décimo tanto de la temporada, una cifra nada desdeñable pero que se antoja insuficiente para un futbolista de su talla por el que tantos años ha suspirado el Real Madrid. 

Lo que hizo ante el Getafe fue una obra de arte. Después de salir algo trastabillado de un lance con el defensa, Kylian armó su pierna derecha, engrasó el punto de mira y desde fuera del área ejecutó un disparo imparable, imposible que fuera más ajustado. El esférico tocó en el poste y se introdujo en la portería para alivio del delantero. 

Eso sí, Mbappé volvió a evidenciar que no está ni mucho menos a pleno rendimiento porque en condiciones normales habría cerrado el partido con varios goles más en su zurrón. Le faltó velocidad, chispa y acierto, pero su reencuentro con el gol es una gran noticia para el Real Madrid. 

Quien también sale aliviado de lo sucedido ante el Getafe es Carlo Ancelotti. El italiano sigue estando en el disparadero para muchos, y de hecho en los últimos días ya ha llegado a salir el nombre de Santiago Solari como posible sustituto en el caso de que las cosas se siguieran torciendo. 

Carlo Ancelotti, en el partido ante el Getafe. REUTERS

Esta victoria sin sufrimiento y la nueva situación en la clasificación de La Liga reafirman a un Ancelotti que, además, demostró que sabe salir airoso de las numerosas lesiones que cada semana le condicionan en sus planteamientos. 

El Real Madrid sigue buscando el camino hacia la excelencia que la pasada temporada le llevó a ganar La Liga y la Champions. Todavía está lejos, considerablemente lejos, pero mientras trata de salir del bache de sensaciones la mejor forma de volver a ganar confianza es a base de resultados.