El FC Barcelona se enfrenta nuevamente a complicaciones con las obras de remodelación del Camp Nou. La vuelta al estadio, anunciada con gran entusiasmo para finales de 2024, ahora se ve retrasada hasta marzo de 2025, como pronto.
Ante este panorama, la directiva del club, liderada por Joan Laporta, ha optado por un discurso que desvía la responsabilidad del retraso hacia factores externos, específicamente las normativas de la UEFA, mientras protege a Limak Construction, la constructora encargada del proyecto.
El club ha comunicado que la normativa de la UEFA, que prohíbe el uso de dos estadios en la misma fase de competición, ha sido determinante para retrasar el regreso al Camp Nou.
Según este razonamiento, trasladar los partidos de La Liga al estadio remodelado antes de que también puedan jugarse los encuentros de la Champions League en él no sería práctico ni permitido.
Este argumento, aunque con cierta base normativa que ya conocían cuando anunciaron el regreso a finales de 2024, encubre una realidad más compleja: las obras no estarán listas ni en diciembre ni en enero, y existe incertidumbre sobre si lo estarán en marzo.
La defensa de Limak
A pesar del retraso evidente en las obras, el FC Barcelona ha decidido no aplicar las penalizaciones contractuales a Limak, que ascienden a un millón de euros por cada día de demora.
Según las cláusulas firmadas, el club ya debería haber cobrado al menos 48 millones de euros, considerando el retraso acumulado hasta mediados de febrero. Sin embargo, desde la directiva se insiste en que el retraso no es responsabilidad de la constructora turca.
El argumento principal radica en la existencia de "imponderables" como ajustes en el diseño del proyecto, retrasos en los permisos y limitaciones en los horarios de trabajo impuestas por el Ayuntamiento de Barcelona.
Estas circunstancias, aseguran fuentes internas, complicarían cualquier posible acción legal contra Limak, además de generar tensiones indeseadas que podrían afectar el desarrollo de las obras a futuro.
El peso político detrás de la decisión
Laporta ha manifestado públicamente su satisfacción con la elección de Limak, defendiendo la decisión como un acto de valentía frente a lo que consideraba una propuesta monopólica y sobrevalorada de las constructoras españolas.
Admitir errores en la adjudicación sería políticamente costoso, por lo que el presidente y su junta han preferido respaldar a la empresa turca, incluso frente a evidencias de incumplimientos.
Esta postura busca evitar un conflicto que podría ralentizar aún más las obras y comprometer la relación con la constructora. Además, un enfrentamiento con Limak significaría reconocer públicamente una equivocación estratégica en uno de los proyectos más ambiciosos del club: el Espai Barça.
Posibles nuevos retrasos
Aunque oficialmente se mantiene la intención de regresar al Camp Nou esta temporada, las proyecciones internas son mucho menos optimistas. Operarios involucrados en la reforma aseguran en varios medios que el estadio no estará en condiciones de reabrirse al público antes de Semana Santa, y cada vez toma más fuerza la opción de permanecer en Montjuïc hasta septiembre de 2025.
Esta alternativa permitiría avanzar en las obras sin interrupciones, optimizando el tiempo de ejecución. Por otro lado, el retraso en la vuelta al Camp Nou no solo afecta a los aficionados, sino también a los compromisos comerciales del club.
Empresas como Legends, encargada de comercializar los asientos VIP del nuevo estadio, han empezado a comunicar a sus clientes que la reapertura podría aplazarse hasta la próxima temporada, generando inquietud entre los inversores y patrocinadores.
Uno de los retos más grandes para el regreso al Camp Nou es garantizar la seguridad en un estadio en construcción. Los accesos provisionales para los 62.000 aficionados que podrían asistir a los partidos plantean riesgos significativos, lo que dificulta la obtención de permisos de reapertura por parte de las autoridades locales y los bomberos. Este factor complica aún más el cumplimiento de los plazos anunciados.
Normalización de los retrasos
La narrativa adoptada por el Barça busca presentar los retrasos como algo inevitable y, en cierta medida, normal. Se han mencionado ajustes en el proyecto inicial y limitaciones externas como causas justificadas, mientras se evita cualquier señalamiento directo hacia Limak. Esta estrategia permite al club ganar tiempo y evitar sanciones contractuales, aunque a costa de generar incertidumbre entre los socios y abonados.
El Espai Barça, un proyecto clave para el futuro económico del club, enfrenta desafíos que van más allá de lo técnico. La gestión política y comunicativa de los retrasos será determinante para preservar la confianza de los socios y mantener el apoyo a la directiva en un contexto ya complicado por las dificultades financieras y deportivas del club.
En conclusión, el Barça ha optado por proteger su relación con Limak y minimizar el impacto mediático de los retrasos, utilizando la normativa de la UEFA como un escudo argumental.
No obstante, el retraso en la vuelta al Camp Nou no solo pone a prueba la paciencia de los aficionados, sino también la credibilidad de una directiva que apostó fuerte por un proyecto que, por ahora, sigue lejos de materializarse.