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"Espero estar en el Real Madrid toda mi vida". Esas fueron las palabras de un jovencísimo futbolista de 18 años en el día de su presentación con el club blanco, ese momento que tantas veces había soñado durante su infancia. Ese joven es Endrick. Sigue teniendo apenas la mayoría de edad y en los cerca de cinco meses que ha vivido como jugador blanco ya ha vivido momentos de todo tipo en la élite.

El delantero es uno de esos jóvenes prodigios a los que el Real Madrid venía siguiendo la pista desde hacía tiempo y no pudo fichar hasta que cumpliera los 18 años. Como Vinicius o Rodrygo, la fórmula ha salido perfecta en otras ocasiones, así que Endrick es otra apuesta similar de futuro.

Entró en el fútbol español por todo lo alto, marcando en el día de su debut para rubricar el estreno soñado. Durante esos primeros compases de la temporada se llevó muchos halagos y tuvo su cierta dosis de protagonismo, pero en los últimos meses Endrick se ha visto relegado a un papel residual que en muchas ocasiones ha sido difícil de comprender.

Cayó de pie en el Bernabéu

No jugó en la Supercopa de Europa ante el Atalanta, tampoco en la primera jornada de La Liga contra el Mallorca, pero sí lo hizo en la segunda fecha contra el Real Valladolid. Como si Carlo Ancelotti y el destino le estuvieran reservando para el debut perfecto en el Santiago Bernabéu, seguro que Endrick no olvidará jamás el pasado 25 de agosto.

Restaban apenas cuatro minutos para el final del encuentro y el Real Madrid, atascado como en todo el inicio de la temporada, tan sólo vencía por 1-0 al Real Valladolid. Entonces Endrick entró al terreno de juego para sustituir a Kylian Mbappé en los instantes finales. Qué responsabilidad.

Con él en el campo, Brahim puso el 2-0 de la tranquilidad, pero en el tiempo añadido llegó el momento de gloria para Endrick. A la contra, recibió un pase del propio Brahim, controló en el pico del área mientras dos rivales le encimaban, se los quitó de encima con un quiebro y clavó un derechazo imparable para marcar su primer gol como jugador del Real Madrid.

Endrick celebra su gol ante el Valladolid. REUTERS.

El tanto ya fue una demostración perfecta de sus cualidades. Velocidad, calidad, potencia y definición para sacarse de la chistera un golazo en un abrir y cerrar de ojos. La celebración desató todas las emociones en el brasileño, lo que debe de ser marcar un gol en el Bernabéu con 18 años.

Esa actuación le sirvió para ganarse los últimos minutos de los partidos durante varias jornadas consecutivas. Incluso debutó en Champions ante el Stuttgart y, cosas que tienen los elegidos, también lo hizo con gol en el Bernabéu. Increíble el promedio goleador para la cantidad de minutos jugados.

Aquello le llevó a seguir ganando peso en el equipo e incluso a su primera titularidad. Fue en un día fatídico en Champions, aquel en el que el Real Madrid perdió ante el Lille y empezó a complicarse la vida en Europa.

Hasta aquel momento, todo fueron loas y halagos al brasileño. Revolucionaba los partidos con su hambre de gol y su juego eléctrico, y eso en un Madrid atascado y gris suponía mucho.

La otra cara de la moneda

Algo se rompió a partir de aquel día del Lille porque desde entonces Endrick entró en una nueva dimensión muy diferente. Carlo Ancelotti pasó de darle cierto protagonismo a dejarle en el banco incluso en partidos ya definidos en los que podría haberle dado algo de frescura a los titulares habituales.

Cinco suplencias consecutivas sin jugar ni un solo minuto le llevaron a estar más de un mes sin saltar al césped vestido de blanco. Volvió a tener su oportunidad en el partido ante Osasuna, con un cuarto de hora en un choque ya muerto con 4-0 a favor.

Desde entonces, de los últimos diez partidos Endrick tan sólo ha pisado el verde en seis de ellos, habitualmente en los diez minutos de juego finales. Eso, en plena crisis goleadora del Real Madrid, con un Mbappé gris, con ausencias importantes como las de Vinicius o Rodrygo, y con Bellingham antes de entrar en su mejor versión.

La final de la Intercontinental ante Pachuca la vio desde el banquillo y ante el Sevilla el pasado fin de semana tampoco disputó ni un solo minuto. Es de sobra conocido que a Ancelotti le cuesta apostar por jóvenes que todavía están en periodo de formación, pero da la sensación de que algún minuto más sí que podría haber tenido Endrick en el Real Madrid.

Ahora le toca vivir la parte más oscura, la de bregar en cada entrenamiento para ganarse unos pocos minutos en el terreno de juego. Apenas cuenta con 18 años y tiene toda una vida por delante para seguir mejorando hasta hacerse un sitio en el Real Madrid.