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La Champions es territorio del Real Madrid. No importa cuándo se lea esta afirmación. Huelgan más palabras sobre la conexión especial que tiene este equipo con la máxima competición europea, pero casi es más misteriosa todavía la barrera que tiene el Atlético de Madrid con su vecino cuando se trata de Europa. [Así vivimos el pase del Real Madrid a los cuartos de final de la Champions League]

Ni con el gol en el primer minuto de juego, ni con un Madrid inexplicablemente gris, ni con otra ausencia de Mbappé y Vinicius, el Atlético fue capaz de superar a los de Ancelotti. Tampoco con la increíble atmósfera del Metropolitano a su favor. Los colchoneros volvieron a doblar la rodilla, una vez más en la historia, esta vez seguramente con cierta culpa de Simeone.

Otra vez el 'euroderbi' tuvo tintes muy dramáticos. La eliminatoria se tuvo que decidir en la tanda de penaltis, y ahí, como en Milán, los blancos volvieron a ser mejores. De forma muy cruel además, porque el colegiado anuló una pena máxima a Julián Álvarez por tocar el balón con los dos pies. Increíble desenlace. El Madrid se medirá con el Arsenal en cuartos.

En el primer minuto

No sería porque el Real Madrid no estuviera avisado de que el Atlético de Madrid previsiblemente saldría en tromba para buscar la remontada. Estaban obligados los colchoneros, aprovechando el aliento de su público, a meter el miedo en el cuerpo a los blancos con el pitido inicial, pero nadie se esperaba lo que sucedió.

En la primera acción del partido el Atlético se encontró con el escenario soñado. 27 segundos. Eso fue lo que tardó el equipo de Simeone en inaugurar el marcador y poner la igualada en el global de la eliminatoria.

El Real Madrid no estuvo contundente en el despeje, y eso lo aprovecharon los colchoneros para lanzarse rápidamente sobre la portería de Courtois. Una apertura a la banda derecha encontró a Rodrigo de Paul, que puso un centro raso y medido al área pequeña.

Asencio no estuvo contundente para despejar en el primer palo el intento de remate de Simeone, y el rechace le cayó a los pies a Gallagher, que se asomaba por allí. Fusiló a Courtois sin piedad y desató la locura en el Metropolitano.

La ventaja del Bernabéu se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos, tanto como en 27 segundos. La eliminatoria entraba en una nueva dimensión.

Era una incógnita cómo reaccionarían los dos equipos después del gol. Lo que sucedió fue que el Atlético decidió agazaparse y protegerse, y como consecuencia el Real Madrid se hizo con el control absoluto de la posesión.

Kylian Mbappé, en el suelo, tras un choque con Rodrigo de Paul Reuters

Lo hizo de manera estéril, porque apenas le hizo cosquillas al Atlético. De lo poco potable fue Vinicius, pero su figura se fue desvaneciendo poco a poco. Él fue el protagonista de la acción polémica de esta primera mitad.

En una jugada embarullada en la que se marchó de tres jugadores, puso un centro en posición forzada. En este centro se interpuso la mano de Giuliano Simeone. Una mano clarísima, un contacto innegable, pero una interpretación abierta y un colegiado que decidió hacer oídos sordos. Conflictiva.

Entre la posesión blanca Julián Álvarez le dio oxígeno al Atlético de Madrid con un disparo con el que obligó a intervenir a Courtois, el mejor del Real Madrid de largo.

Bellingham y Julián Álvarez. REUTERS

Los de Ancelotti ofrecían síntomas de alarma, sin plan, sin intensidad sobre el campo y sin saber cómo meterle mano al equipo de Simeone. La primera parte de Bellingham fue para taparse los ojos, pero no menos que la de Mbappé, de nuevo desaparecido.

El Real Madrid no probó suerte entre los tres palos por primera vez hasta más allá de la media hora. Un disparo inofensivo de Rodrygo que apenas exigió a Oblak. El que tenía las ideas mucho más claras era Julián Álvarez, que volvió a obligar a Courtois a hacer un paradón.

Vinicius falla el penalti

No surtió demasiado efecto la charla de Ancelotti tras el paso por los vestuarios. El Real Madrid salió prácticamente igual de mal, con la salvedad de que no encajó un gol a los 27 segundos.

Una vez más Julián Álvarez puso a prueba a Courtois, pero el belga volvió a ganar la batalla. El Atlético tenía el partido donde quería, pero quizás le faltó un punto más de ambición para aprovechar a un equipo un tanto desnortado y lanzarse definitivamente a por la eliminatoria. Al fin y al cabo, el partido se iba a la prórroga.

El futuro pintaba igualmente negro para el Real Madrid, así que Ancelotti decidió mover ficha y no esperar mucho. Metió a Lucas Vázquez y a Camavinga en sustitución de Tchouaméni y de Luka Modric. Valverde al centro y reconfiguración del equipo.

Penalti de Lenglet sobre Mbappé. REUTERS

Fuera por esta reestructuración o no, el Real Madrid encontró de repente el cielo abierto. En una de las pocas veces que pudo correr a la contra, Mbappé fue definitivo. Se marchó de Giménez, se marchó de Lenglet, y dentro del área fue claramente derribado por su compatriota.

Penalti y oportunidad inmejorable para el equipo blanco de darle un golpe moral a la eliminatoria. Vinicius asumió la responsabilidad, quiso ajustar a la escuadra y lo mandó a las nubes. Error imperdonable del brasileño, y la discusión sobre los lanzadores de penalti de nuevo encima de la mesa.

Bellingham consuela a Vinicius tras fallar el penalti. REUTERS

El Atlético quiso sacudirse el susto con un disparo de Giuliano ante el que de nuevo tuvo que intervenir Thibaut Courtois. Le faltó, no obstante, ambición a Simeone ante un equipo sin alma. Tuvo en su mano el Atleti matar la eliminatoria ante su gente, pero seguramente el míster argentino tenía el plan claro en su mente.

Los cambios revitalizaron el ataque de los locales, y Correa estuvo a punto de evitar la prórroga en el último instante. Con el reloj marcando el minuto 90, se zafó de Rüdiger, hizo un quiebro maravilloso y envió el balón por encima del larguero por poco. Al tiempo extra.

El Madrid, otra vez en penaltis

El tiempo extra se abrió con una conexión inverosímil entre Oblak y Correa. El guardameta puso un balón largo para el delantero, y el argentino pinchó una bola que bajaba con nieve de una forma increíble. Le faltó definición, porque Rüdiger cortó el peligro.

Las fuerzas empezaban a estar justas y la gasolina escaseaba prácticamente en todos. La exigencia física era tremenda, y el Real Madrid lo intentó con un disparo de Brahim, uno de los frescos, que se fue a las manos de Oblak.

De nuevo Brahim fue protagonista un poco más tarde con una buena conexión con Valverde, pero el centro del uruguayo no encontró rematador. Nada del otro mundo, pero aquí los equipos siempre sienten que tienen más que guardar.

Julián Álvarez, en el momento de su lanzamiento de penalti. REUTERS

Curiosamente, uno de los peores durante los 90 minutos, Bellingham, emergió en la prórroga de manera inexplicable. De pronto volaba, quizás por el físico había bajado en el resto y no más en él.

El Atlético se borró del ataque en la segunda parte de la prórroga, y nadie fue capaz de desequilibrar la balanza. A los penaltis.

Ahí la tragedia se volvió a cebar con el conjunto colchonero. Como sucedió en Milán, el Madrid tuvo más acierto en los penaltis. Con mucho drama, porque a Julián Álvarez le anularon una pena máxima después de que el balón tocara primero en el pie de golpeo y después en el de apoyo. Se escurrió el argentino, y ese doble toque hizo que el VAR entrara de oficio.

El Real Madrid hizo los deberes. Anotaron Mbappé, Bellingham, Valverde y Rüdiger, otra vez el disparo final. En el Atlético fallaron Julián y Marcos Llorente, exmadridista, que estrelló el balón en el larguero.