El fútbol son 11 contra 11, pero siempre gana el Atlético
El conjunto del Cholo se lleva la victoria ante el Bayern (1-0) con un gol en solitario de Carrasco en la primera mitad. Griezmann falló un penalti. Con seis puntos, es el líder de su grupo.
28 septiembre, 2016 22:39Noticias relacionadas
No es el Atlético un club normal. Todo lo contrario. Su bandera, desde hace mucho tiempo, es ir a contracorriente. Y lo mismo le ocurre al Calderón, estadio destinado a permanecer en el recuerdo, pero indemne al paso del tiempo o al brillo de Europa. El templo, sostenido por la música de la Champions, tenía ganas de partido. O, mejor dicho, de recibir al Bayern, equipo de buen recuerdo por la orilla del Manzanares -fue el puente hacia Milán el curso pasado-. Y lo hizo, como siempre, de forma inmejorable. “Ellos saben lo que queremos”, avivaba el Cholo en la previa. Y así fue, como preludio y continuidad de una batalla que cayó del lado de los rojiblancos, que se impusieron con un latigazo de Carrasco que fue a parar al palo y después se metió dentro de la portería [Narración y estadísticas: 1-0].
El Bayern, que dio miedo en otro tiempo, menguó sus expectativas, como la temporada pasada, en el Calderón. Volvió a buscar la pelota. Incluso, por momentos, mantuvo el control del partido -hasta Neuer sigue haciendo de líbero-. Pero al otro lado, como si los años no fueran sino un acicate para él, Fernando Torres se erigió en la pesadilla de Boateng y Javi Martínez. Porque lo cierto es que el ‘Niño’ tuvo hasta tres ocasiones para adelantar a los suyos en la primera mitad -inclusive un cabezazo que dio en el palo-. Sin embargo, el gol, como marcan los cánones estéticos del Atlético, llegó en una contra. Griezmann puso el balón y Carrasco, en una internada desde atrás, se sacó un zambombazo que pegó en el palo y buscó las mallas para quedarse a dormir con ellas.
Y, hechos los deberes en la primera parte, el Atlético, todavía más cómodo, se dedicó a lo de siempre, a no ceder ni un centímetro. Perdón, ni siquiera un milímetro. Con los hombres de arriba presionando la salida de pelota del Bayern y los de abajo tirándose a la yugular de Lewandowski y cía, el conjunto bávaro apenas si consiguió cuajar dos buenas oportunidades en todo el encuentro. Y en estas pudo llegar el segundo del Atleti. De nuevo, gracias a Carrasco, que se sacó otro disparo, esta vez desde más lejos, para provocar la estirada de Neuer. Y suma y sigue. El equipo de Simeone tomó el control y no lo cedió hasta el final. Importa poco que no tuviera la pelota durante algunos minutos. Dominó la temperatura y contemporizó las sensaciones durante los 90 minutos.
“Me gusta la mentalidad alemana”, reconocía el Cholo antes del partido. Y lo cierto es que su equipo tiene algo de germano. Porque, sea como fuere, el Atlético rinde como el mejor BMW. Llega a todo y casi siempre antes que el rival. Con Godín y Savic como seguros de vida, y un engranaje que funciona a la perfección a la hora de acudir a las coberturas. Incluso, que sabe levantarse después de fallar un penalti -Griemzann le pegó al palo-. Poco le importa a los colchoneros si al otro lado está Thiago o Kimmich -entró en la segunda mitad- o el mismísimo Robben -también entró de refresco al final-. Todos se chocaron contra un equipo esculpido en piedra y a contracorriente, pero que marcha en buena dirección. Y siempre, y hasta su demolición, con el Calderón como bandera. No se puede pedir más.