El renacido Cristiano Ronaldo, de regatear la decadencia al Olimpo del Real Madrid
El hat-trick ante el Atlético confirma al portugués como el mejor en la actualidad y le hace un hueco entre las personalidades más relevantes y decisivas del club, aquellos que cambiaron la historia.
3 mayo, 2017 11:32Noticias relacionadas
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Ya en el final de una noche histórica, en la que el Real Madrid confirmó su poderío en Europa y selló, salvo desastre mayúsculo en el Calderón el próximo 10 de mayo, el pase a su segunda final consecutiva de Champions League, tercera en cuatro años, se oyó de fondo, en tono despectivo, sobre Cristiano Ronaldo: "Es que es un gran rematador". Como si eso fuera un delito.
Cristiano es un gran rematador, por supuesto, pero también es el jugador más decisivo en la actualidad, el único de los top mundial que ha sido capaz de cambiar el torneo, que marca goles en el momento de los elegidos. ¿Qué se puede decir del jugador que ha puesto al Madrid en el momento más idílico que se recuerda en todo el siglo? ¿Qué se puede decir del futbolista que ha marcado cinco goles al Bayern de Múnich y otros tres al Atlético de Madrid?
El portugués se ha merecido ya entrar en el Olimpo de las grandes personalidades de la historia del Real Madrid, ese grupo de personas influyentes que cambiaron el devenir del club, como Di Stéfano o Santiago Bernabéu. Los últimos años del Madrid no serían lo mismo sin un Cristiano que, recuerden, llegó cuando el Madrid se extinguía por campos de 2ªB y octavos de Champions.
Los fusilamientos del 2 de mayo
Lo que Cristiano Ronaldo hizo este martes en el Bernabéu fue machacar al Atlético de Madrid. Se puso el traje de héroe y se dedicó a fusilar al equipo rojiblanco. Pim, pam, pum. Tres golpes tan certeros como dolorosos. En una actuación celestial, el portugués mandó a Cardiff a su equipo. Él solo.
Injusto sería quitar méritos a los Kroos, Modric, Keylor Navas, Marcelo o Varane que tan bien estuvieron en el partido, pero con todos ellos y sin Cristiano no sería extraño que el Madrid fuera al Calderón con un 0-0 de la ida. Es Ronaldo el que marca la diferencia, el que cambia un partido y una eliminatoria, el que traduce en goles una superioridad que, sin su actuación, se hubiera quedado sin premio.
103 son ya los goles de Cristiano en la Champions, de los cuales más de la mitad (53) son entre octavos, cuartos, semifinales y final, tal y como se puede observar en el siguiente gráfico. Es además el primero que marca 10 goles o más en seis temporadas consecutivas en Europa. Pero, como siempre, extrapolen los datos. Messi, por ejemplo, lleva más goles que Cristiano en la presente Champions y el torneo del argentino es de aprobado raspado. El de Cristiano, de sobresaliente.
El portugués lleva ocho temporadas en el Madrid, ganó tres balones de oro en ese tiempo, alcanzó la gloria en innumerables ocasiones, tuvo años verdaderamente potentes, pero no ha sido hasta 2017 cuando se ha visto al Cristiano más decisivo y relevante de siempre. Y eso que estaba acabado, que había que venderle y que su participación ya era mínima. Incluso se llevó pitos en varios partidos en el Bernabéu. Por eso su aparición ahora es todavía más divina.
Lo que está haciendo Cristiano en esta Champions no es un tema de jugar bien o mal. La importancia radica en que nunca un futbolista tuvo tal relevancia en situaciones tan vitales y adversas. Hablamos de que Ronaldo cambia todo. Marca los dos goles en Múnich con un Madrid perdiendo. Marca otros tres ante el Bayern con su equipo también por debajo en el marcador (primero 0-1 y después 1-2). Marca el hat-trick ante el Atlético. Lo hace todo.
En el fútbol hay momentos en los que relucen los buenos jugadores. Una temporada dura nueve meses, pero no es lo mismo irrumpir en el mes de noviembre en encuentros sin grandes cosas en juego que hacerlo en abril o mayo, donde se juegan los títulos. Tampoco es lo mismo marcar en una jornada normal de Liga que hacerlo en cuartos o semifinales de Champions. Cristiano apareció en el segundo de los casos, cuando se forjan las leyendas.
Superviviente de la opinión pública
Cristiano, y sus defensores, han tenido que vivir con una especie de desprecio instaurado en la sociedad, ese que tenían con ellos aquellos que, generalmente, dan los carnet de buen aficionado al fútbol. Decir que Cristiano era el mejor del mundo, por delante de Messi, era sencillamente ser un forofo o un loco. Era una osadía hablar del portugués como el jugador que ahora, con toda la grandeza posible, demuestra ser.
Ahí radica el debate en cuestión. ¿Es mejor el que regatea y hace cosas que otros no pueden o el que marca tres goles en un partido de semifinales de Champions? ¿Es mejor el que marca un gol en el último minuto en el Bernabéu que no da, aún, la Liga o el que marca cinco goles en una eliminatoria ante el Bayern? Cada aficionado tendrá sus respuestas. Justas serán todas.
Cuando Cristiano se retire, su figura será mucho más valorada y estudiada. En el día a día no hay tiempo para darse cuenta de la trascendencia histórica que tiene este jugador. De primeras, y lo más instantáneo, el 2017 es suyo. El Madrid fue él y ya se ganó un sitio privilegiado en las personas más importantes y decisivas de la historia del club de Concha Espina. El Balón de Oro ya lo están empaquetando. Sería el quinto, los mismos que Messi.
Pero eso ahora debe ser lo de menos. El foco está en un jugador que supo reconducir su carrera para alargar su leyenda. Cristiano, con permiso de todos, es el mejor. Porque fue el más decisivo. Porque cambió el relato del equipo que más historia tiene en el mundo. Solo queda aplaudirle como se hizo con otros tantas veces. Es justo. Se lo ganó.