Si no hay verano sin rumor y sin que media Europa pueda acabar en el Real Madrid, tampoco lo hay ya sin que suene aquello de "el Manchester United quiere a Bale". Es ya un clásico del mercado de fichajes. Bale siempre en la rampa de salida. Y el United al acecho.
El Madrid se encuentra este martes (20:45 horas) con el equipo inglés en la Supercopa de Europa, el primer y más importante título del verano. La fecha, excesivamente tempranera, provoca que ni los equipos estén al 100% físicamente ni todavía hayan cerrado su plantilla, algo que alimenta futuros movimientos. Todavía quedan 25 días de mercado.
Con la seria duda de Cristiano Ronaldo, que viajó convocado a Skopje (Macedonia), lugar de la final, a pesar de llevar solo tres entrenamientos tras reincorporarse el sábado, Gareth Bale tiene que asumir el rol de líder que ya ha desaprovechado en la pretemporada. Zidane abrió la puerta a la titularidad del portugués al asegurar que "está físicamente muy bien, como en la final de Cardiff" y que si había viajado es "porque está para jugar".
La presencia de Cristiano en el césped del Felipe II sería una sorpresa mayúscula ya que todavía no ha cogido ni ritmo de entrenamiento. Sin el portugués, que sería lo más lógico, a Bale, ya recuperado de las pequeñas molestias en el último tramo de la pretemporada, no le queda otra de ser la referencia madridista en la búsqueda de la cuarta Supercopa europea. Y tiene ese papel ante el equipo que añora con vestirle de rojo.
En un Manchester United necesitado de referencias mediáticas, deportivas y duraderas (hasta ahora el carísimo Pogba no ha cumplido esas expectativas, Ibrahimovic duró un año y De Gea es al fin y al cabo un portero), el equipo inglés siempre vio en Gareth Bale ese jugador en el que reconstruirse y recuperar el lugar que los últimos años perdieron. El United, así dice su historia, debería jugar la Supercopa de Europa por ser campeón de Champions y no de Europa League.
Cada año, el club inglés apretó, sacó rumores al mercado, y quiso convencer a Bale, pero el galés siempre dijo lo mismo: no. Hasta el día de hoy está feliz en Madrid y más con Zinedine Zidane, que le protegió, le consideró intocable y le hizo titular hasta cuando, como en el último Clásico, era más un riesgo que una ayuda. La diferencia actual radica en que en el banquillo de Old Trafford se sienta ahora José Mourinho, uno de los entrenadores foráneos (jamás le entrenó) que más elogios le dedicó.
"Si Bale está en la puerta de salida, pelearé por él", aseguró Mourinho en la rueda de prensa previa a la final. "Si juega este martes no me planteo su fichaje, significa que continuará en el Madrid y que está en los planes del entrenador y del club”, añadió el portugués.
"No puedo comprarte porque no hablaste", le comentó cariñosamente el técnico a Bale el pasado 23 de julio, en el duelo que enfrentó a United y Madrid en la pretemporada. Esa frase reconocía el interés de Mourinho por el galés, algo que viene de lejos, de su etapa en España. Fue ya en el Bernabéu cuando quiso ficharle, pero nunca le llegó el que hubiera sido uno de sus grandes pilares, ya que Bale venía perfecto al juego que aquél Real Madrid hacía.
"No fue posible ficharle", declaraba 'Mou' en verano de 2013, fuera ya del Madrid y en el banquillo del Chelsea, al que había llegado tras su traumática última temporada en el Bernabéu. "Me alegro por ellos, conseguirán un jugador fantástico", añadía el técnico. Unos días después Bale llegaría a Chamartín, justo la primera temporada sin Mourinho, el que más esfuerzos había hecho por ficharle.
Gareth Bale ha vivido siempre entre el runrún por su coste y su elevado riesgo de lesión y los éxitos deportivos, eso sí, en un claro descenso en lo que a protagonismo se refiere. Debutó a lo grande, con gol en Villarreal, un tanto que serviría como preludio par lo que después vendría: campeón de Europa, con una sublime actuación en el 0-4 en Múnich y el gol de la victoria en la final de Lisboa, y campeón de Copa, con la histórica carrera por la banda de Mestalla en la que él solo superó a todo el Barcelona.
Después también aportó y siguió siendo una pieza fundamental en el mejor Real Madrid de los últimos 50 años (por ejemplo, en la Undécima, él fue más decisivo que Cristiano), pero su papel acabó minimizándose, principalmente por las lesiones. Por ejemplo, en los éxitos de la pasada temporada Bale apenas tuvo presencia: en Liga solo jugó 19 partidos, se perdió el tramo importante de la temporada (con la Liga y Champions en juego) y acabó jugando 20 minutos en una ya decidida final de Cardiff, más por lo simbólico que por lo futbolístico.
Pero si algo ha tenido que regatear con paciencia Gareth Bale han sido las críticas feroces y las campañas continuas de una parte que, utilizando al galés de señuelo, quería censurar a Florentino Pérez. Bale es de los jugadores más reprobados del Real Madrid, el que vive sin poder apelar a aquello que a tantos otros les valió, eso del "¡con lo que nos ha dado!". Siempre en la picota, su mal pretemporada ha aumentado las críticas. Y más ahora que suena Mbappé, a los que quieren convertir en incompatibles.
En Skopje, Zidane sacará prácticamente el mismo equipo que arrasó a la Juventus en Cardiff, con el único cambio de Bale por Cristiano. El United, en cambio, irá con la amenaza de Lukaku y un centro del campo al son de Ander Herrera. También con Pogba y De Gea, aquellos que quiso el Madrid y acabó no necesitándoles para triunfar.
El Madrid vuelve a jugar una final europea. Todos aquellos que hayan nacido o crecido en el siglo XXI jamás han visto perder una final de este tipo al club blanco. Siete finales jugadas, cuatro de Champions (2002, 2014, 2016 y 2017) y otras tres de Supercopa (2002, 2014 y 2016), y todas ganadas. Desde 2000, cuando perdió la Supercopa ante el Galatasaray, no conoce la derrota en final continental.
En ninguna de esas siete estuvo José Mourinho, que este martes se enfrenta por la primera vez a su exequipo en encuentro oficial. Es, indudablemente, otro de los atractivos del encuentro. El pasado frente al pasado, ambos con algún nexo de relación. Y todo ello con Bale, en la picota otro año más y el que, como le dijera Mourinho en 2013, tiene que soportar la presión de demostrar que vale los millones de euros que costó. Este martes tiene otra oportunidad.